Por Benjamín Livieres Plano
Periodista
Todos los sectores políticos tienen, por lo general, uno o varios voceros. Los hay buenos, locuaces, que miden el grado conveniente de exposición mediática. Los hay no tan buenos, por su falta de empatía o de claridad en las ideas que pretende transmitir. Y por supuesto nunca faltan los malos, sea por su condición de "espanta votos" o porque ya aburren al verlos de mañana, tarde y noche.
Pero en nuestro país podemos incorporar otro tipo más: los que fungen de vocero sin serlo y que dan riendas sueltas a su incontenible deseo de ganar protagonismo, solo comparable con quienes se desenvuelven en el ámbito de la farándula. Este es el caso de Javier Zacarías.
El pasado miércoles, al término de una presunta reunión con Horacio Cartes, se paró frente al atril y formuló declaraciones como si se tratara de un informe de lo conversado con el Presidente, anunciando que convencionales del oficialismo pedirían que el senador Juan Carlos Galaverna sea expulsado de las filas de la ANR, argumentando que el propio "Calé" había admitido ser partícipe de un fraude electoral en las internas coloradas… hace 24 años.
La reunión pudo haberse hecho, o tal vez no, pero si la hipótesis correcta es la primera, ningún ser pensante podría acreditar que HC, que de tonto no tiene un pelo, anunciaría públicamente una medida de esta naturaleza en vísperas de una convención y, menos aún, que utilizaría a Zacarías como canal para difundir lo que caería como una patada en el hígado a los mandos medios del coloradismo, así como a sus bases, que aborrecen escuchar palabras que suenen a ruptura y división.
No es la primera vez que Javier se abroga el rol de "vocero". Los lectores recordarán que a finales de agosto pasado, el 29, estando en Mburivicha Róga convocó a una rueda de prensa para las 16:00, que se realizó recién a las 19:00. La expectativa de los colegas era cada vez mayor.
¿Qué estarán tratando? ¿Anunciará su nombramiento como ministro del Interior, tal como su equipo de prensa hacía circular por las redes sociales? Sin embargo, al cabo de varias horas de espera, la "gran noticia" no fue esa ni ninguna otra, sino que, según dijo, "le estamos pisando los talones al EPP", repitiendo lo que había dicho unos años antes Rafael Filizzola, cuando era titular de la cartera del Interior.
Al igual que la supuesta reunión del miércoles, aquella también pudo haberse llevado a cabo, o quizá no. Lo que nadie debe dudar es que si se hizo, habrá durado 15 o 20 minutos, pues Cartes no se reuniría por tantas horas ni con Obama, Putin y el papa Francisco, juntos, ni tampoco que hablaron de temas relativos a la seguridad del país, algo que Zacarías desconoce por completo.
El problema de todo esto no radica en sus desmedidas ansias de figuración ni en que se sienta "vigente" mediante algunas apariciones esporádicas, reales o no, en el Palacio de López o en la casa del presidente, sino en que, premeditadamente, busca proyectar la imagen de que es una especie de asesor, consultor u oráculo, al que HC recurre "cuando las papas queman".
El otro problema que se deriva de lo expuesto es que cuando se autoasigna el papel de "vocero", sus desatinadas expresiones se convierten de manera instantánea en un arsenal de argumentos contra el propio Horacio Cartes, que lógicamente son utilizados por sus detractores, como lo están haciendo ahora en el caso de la expulsión de Galaverna, que a nadie le pasó por la cabeza, salvo al propio Zacarías.
A la luz de los hechos, resulta evidente que la presidencia necesita un vocero/a con suma urgencia. Alguien que efectivamente refleje fielmente las posiciones políticas del presidente y las divulgue cuando corresponda, lo que desde luego no se podría esperar de quien en un breve periodo de tiempo fue "barretista", "oviedista", "nicanorista", "castigiolinista", "cartista" y mañana bien podría ser "marista" o cualquier otro "ista" que le garantice una mayor cuota de poder.
A este tipo de personas, como Javier, lo que corresponde es que HC le diga lo mismo que el rey Juan Carlos le dijera a Hugo Chávez en una Cumbre Iberoamericana: ¡Por qué no te callas!. Y si no lo hace, que le cierre definitivamente las puertas.