Puerto Príncipe, Los Cayos, Haití | AFP |

El huracán Matthew provocó al menos 264 muertos en Haití, el país más pobre de América, cuya región suroeste fue devastada por el ciclón que se acerca ahora a Estados Unidos, indicó el jueves la Radio televisión del Caribe.

El acceso a las zonas más afectadas continúa siendo difícil y obstruye la evaluación del número exacto de víctimas. El ministro del Interior haitiano, François Anick Joseph, había informado más temprano en la jornada de al menos 108 muertos.

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"La primera ayuda somos nosotros"

por Amelie BARON

Con los pies en un charco de agua sucia, Dominique da indicaciones a su vecino que está clavando una de las chapas arrancadas por los violentos vientos. Solidarios, los habitantes del barrio Sous-Roche Cayes en Haití, tratan de reparar los daños causados por el huracán Matthew.

"Pasé los dos días en pie, sin dormir. Debemos ayudarnos entre nosotros", afirma Dominique Osny. "Todo el mundo es víctima aquí, las casas fueron arrastradas por el agua, perdimos todas las chapas, yo perdí hasta mi partida de nacimiento", se lamenta.

El barrio ubicado al borde de la playa quedó cubierto de barro y árboles arrancados. A unos metros, el río comenzó a retroceder pero todavía es imposible distinguirlo del océano que hizo desaparecer la playa.

En la costa del sur de Haití, Los Cayos, tercera ciudad del país, fue durante largas horas azotada por los vientos y lluvias torrenciales del huracán.

"Pensé que iba a morir. Ví la muerte cara a cara", dijo Yolette Cazenor. "Estábamos en la casa y empezamos a correr, porque como puede ver, el cocotero cayó sobre la casa y la destruyó completamente", explica esta mujer de 36 años delante de su vivienda cortada en dos por el tronco del árbol.

Una comunidad que perdió todo

Aparte de todas las casas destruidas, recuperarse de la catástrofe es un inmenso desafío para Los Cayos. Ningún cultivo de la llanura agrícola resistió los vientos que soplaron durante más de 10 horas al comienzo de la semana.

"Yo tenía cultivos de maíz y pimientos, cerca de 100 árboles de mango y también una chacra donde la gente venía a comprar plantas. Perdí todo", se lamenta Junior Jetro Cherubin.

Tomando como ejemplo la solidaridad que prevale en el barrio Sous-Roche, Junior llama a la ayuda mutua a nivel nacional.

"Es hora de juntarnos para empezar a reforestar el país, a educar a la población para que pueda construir, para que pueda tener otra vida, si no, con cada desastre natural, habrá más víctimas y daños", dice.

La ayuda exterior cuestionada

Mientras ante la adversidad los haitianos multiplican sus esfuerzos, la ayuda exterior comienza a llegar a las víctimas del huracán.

Desde un camión en el que está encaramada junto a otros miembros de la misión religiosa Arise Haiti, la estadounidense Rachel Courter distribuye cajas de alimentos a los habitantes de Sous-Roche.

"Damos la misma ración de arroz que damos a los niños que ayudamos a través de nuestro programa", explica. "Es imposible ayudar a todas las víctimas, damos solamente lo que ya teníamos".

Pero esta generosidad extranjera no es del gusto de todos en la ciudad.

"Nunca creí en la ayuda extranjera: por favor, no vengan otra vez a prometernos miles de millones si después no vamos a recibir nada", protesta Gedeon Dorfeuille. "Sobre todo no necesitamos al ejército como después del 12 de enero de 2010", el día del sismo en el que murieron más de 200.000 personas, recuerda.

"Cuando necesitábamos agua potable, los estadounidenses desembarcaron con sus armas y sus soldados y 80% del dinero que debía ayudar a Haití desapareció en manos de las ONG", afirma el joven.

Hasta el fin de la jornada, martillo en mano, Dorfeuille explica que continuará ayudando a sus vecinos a reponer las chapas en los techos. "Nosotros debemos empezar el trabajo, la primera ayuda somos nosotros".

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