Desde tiempos remotos, uno de los grandes desafíos que afronta la humanidad es hallar los caminos para vencer aquellas enfermedades que por siglos la han diezmado. Aunque el intelecto humano ha llegado a tener éxito contra males como la viruela, el sarampión o mantenido a raya al VIH, hay otros padecimientos que continúan hoy castigando a millones de personas en el mundo entero.
Uno de los grandes verdugos en estos tiempos modernos que corren es el cáncer, que en cualquiera de sus más de 100 "presentaciones" provoca millones de muertes en todo el mundo.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad a nivel mundial; tan solo en el 2012 hubo 14 millones de nuevos casos y 8,2 millones de muertes relacionadas con algún tipo de cáncer. Pero los pronósticos del máximo organismo de salud no son nada halagüeños: se prevé que el número de nuevos casos aumente en aproximadamente un 70% en los próximos 20 años.
En Paraguay, el panorama sobre esta enfermedad es también bastante desmoralizador. En nuestro país, por año se producen unas 4.500 muertes como consecuencia de algún tipo de cáncer, es decir, cada día mueren 12 paraguayos por esta afección.
Las causas más frecuentes de fallecimiento entre las mujeres son el cáncer de cuello uterino y el de mama; en el de cáncer de mama se diagnostican 1.200 casos cada año, de ellos el 40% termina falleciendo.
Entre los hombres, la prevalencia es el cáncer de pulmón y el prostático, mientras que entre los niños, esta enfermedad se presenta con menor frecuencia que en la edad adulta, pero también la padecen unos 150 infantes cada año, según datos del Programa Nacional de Control del Cáncer.
la importancia de esta prevención o la detección temprana no tendrán los efectos deseados si no hay conciencia, si no existe educación sobre los síntomas y las formas de detección de todos estos males.
Aún ante estos dramáticos números y desesperanzadoras previsiones, el cáncer no puede ser equiparado a la muerte. De hecho, la mortalidad si bien es preocupante puede ser reducida. El ejemplo de muchos países del primer mundo demuestra que más allá de la tecnología aplicada y los tratamientos realizados lo fundamental es la prevención y la detección a tiempo.
No caben dudas que es posible reducir y controlar cualquier tipo de cáncer apelando a estrategias de base científica orientadas a la prevención de la enfermedad así como a la detección temprana y al tratamiento de estos enfermos. Muchos de estos padecimientos tienen grandes chances de curarse en la medida que se logren detectar tempranamente y se traten de forma adecuada.
Sin embargo, la importancia de esta prevención o la detección temprana no tendrán los efectos deseados si no hay conciencia, si no existe educación sobre los síntomas y las formas de detección de todos estos males. Las distintas campañas son necesarias para abrir los ojos y azuzar los oídos ante el implacable avance de esta enfermedad que no discrimina a la hora de atacar. Afecta por igual tanto a jóvenes como adultos mayores; así también a personas de escasos recursos y a los más pudientes.
Por ello, la mejor manera de llamar la atención es concienciando. Una loable iniciativa es la que, por ejemplo, impulsa el club Olimpia. Durante todo el mes de octubre –mes en que se recuerda la lucha contra el cáncer de mama– la popular entidad de la avenida Mariscal López cambia su tradicional franja negra por el color rosa, símbolo mundial de la campaña contra este tipo de cáncer. La campaña visibiliza el problema y mueve a la educación, mueva a tomar iniciativas, a informarse, a controlarse a sí mismo, a realizase exámenes, a sondear a expertos y, en definitiva, a buscar una cura en el caso de padecerla.
Aunque en nuestro país las distintas iniciativas tanto del sector público como el privado no están logrando revertir de manera satisfactoria las cifras de casos, hay que enfatizar que ello solo se logrará poniendo foco y vigor en la prevención y el diagnóstico oportuno.