Landon Thomas Jr.

© The New York Times 2016

En un mercado lleno de oficios abarrotados, pocos se han puesto tan de moda como la apuesta de que las acciones de Deutsche Bank van a seguir cayendo.

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Los fondos de cobertura, grandes y pequeños por igual, están vendiendo en corto sus acciones. Los inversionistas institucionales de largo plazo están deshaciéndose de sus posiciones. Y la sigilosa pero influyente comunidad de proveedores de investigaciones independientes de Wall Street ha estado proclamando desde hace meses que el banco más grande de Alemania no tiene suficiente efectivo para sobrevivir.

El mismo Tidjane Thiam, director general de Credit Suisse, institución que también ha estado en la mira de los fondos de cobertura, afirmó en una conferencia el 28 de septiembre que los bancos de Europa "no están como para invertir en ellos".

Esta cámara de resonancia del desastre – alimentada estos últimos días por un ciclo de reportes en Alemania de que el gobierno podría intervenir, a lo que siguieron los desmentidos de Berlín – nos trae el recuerdo de los miedos por Bear Stearns y Lehman Brothers antes de que esas instituciones perdieran la confianza tanto de los inversionistas como de los clientes en los oscuros días que precedieron al estallido de la crisis financiera del 2008.

Con 1,8 billones de euros en bienes y 220.000 millones de euros en efectivo disponible, Deutsche Bank, a juzgar estrictamente por los números, no parecería estar en riesgo de quebrar, argumento que ha estado reiterando el director general del banco, John Cryan.

Y las acciones de Deutsche Bank se recuperaron el 28 de setiembre, cuando el banco anunció haber vendido Abbey Life, su unidad aseguradora británica, por un poco más de mil millones de dólares, lo que suscitó la esperanza de que una oleada de venta de bienes refuerce sus finanzas.

Con todo, para una institución financiera tan grande como Deutsche Bank, que depende de volátiles préstamos de corto plazo para financiar una arriesgada cartera de derivados, hipotecas aseguradas y otros bienes de difícil venta, la confianza del mercado puede ser inconstante.

El hecho de que Deutsche Bank, que tiene uno de los colchones de efectivo más delgados entre sus pares, podría enfrentarse a una multa de miles de millones de dólares de los reguladores estadounidenses les ha dado a los inversionistas incentivos adicionales para reforzar sus apuestas negativas.

En Estados Unidos, las acciones de Deutsche Bank cerraron a 12,30 dólares, muy por debajo de los 26,21 de hace un año.

Según datos de Thomson Reuters, los inversionistas han tomado prestado 39 millones de acciones de Deutsche Bank para apostar en su contra, lo que representa un 2,8 por ciento del total de acciones en circulación. Este interés corto en el banco está cerca de su punto más alto en el año y representa alrededor de 480 millones de dólares.

Los corredores piensan que George Soros, conocido por su exitosa apuesta contra la libra británica en 1992, es quien más dinero tiene en juego en la apuesta de que las acciones de Deutsche Bank van a seguir bajando. Un representante de Soros no quiso hacer comentarios.

Pero hay una larga fila de observadores que esperan que pase lo peor en Deutsche Bank y no se muerden la lengua para dar a conocer sus opiniones.

"La gente está diciendo que el banco número uno del país más respetado en el ámbito financiero es insolvente", señala Lee Robinson, conocido ejecutivo de fondos de cobertura.

Robinson estaba hablando con Raoul Pal, ex ejecutivo de Goldman Sachs que ahora publica The Global Macro Investor, un reporte de investigación muy leído que se dirige a los fondos de cobertura y que ya desde hace dos años ha estado promoviendo la opinión de que Deutsche Bank representa un riesgo para el sistema financiero.

Deutsche Bank adquirió su actual tamaño a raíz de que en los años noventa se le incorporó un equipo de corredores y banqueros de Merrill Lynch. En poco tiempo, el banco dejó de ser un adormilado prestamista alemán para convertirse en un avanzado operador financiero con la capacidad de empacar, promover y negociar los valores más complejos del mercado.

Este apetito por el riesgo es la razón de que el banco se enfrente ahora a la posibilidad de una enorme multa – el departamento de Justicia de Estados Unidos está buscando una multa por 14.000 millones de dólares como posición de apertura en sus negociaciones – por su papel en el lío de las hipotecas.

Vale la pena señalar, también, que si bien el banco sigue bajo el ataque de los fondos de cobertura, sigue proveyendo una función de venta y transacción que sigue siendo muy popular entre este tipo de inversionista.

La mayoría de los inversionistas parecen dispuestos a seguir haciendo negocios con Deutsche Bank, aun cuando al parecer algunos están vendiendo en corto las acciones. Esto es porque está muy firmemente arraigada la opinión de que aun en el peor de los casos, Deutsche Bank no dejará de cumplir su responsabilidad como contraparte de las transacciones.

El banco cuenta con su clientela para capotear la tormenta. "Nuestros clientes de transacciones son de los inversionistas más sofisticados del mundo", asegura Renee Calabro, vocera de la institución. "Tenemos la confianza de que la gran mayoría de ellos comprende plenamente nuestra sólida posición financiera, el actual ambiente macroeconómico, el proceso de litigación en Estados Unidos y los progresos que estamos logrando con nuestra estrategia".

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