- Por Toni Carmona
Casi todos los habitantes de este país hemos visto y aplaudido el arrojo y la eficacia de los bomberos voluntarios, los amarillos, como se los conoce popularmente, combatiendo incendios y otras catástrofes, con precarios recursos y un sin par heroísmo, lo que les ha valido el respeto y el aprecio de la ciudadanía, así que todos nos sentimos atónitos cuando se divulgó la información de que los fondos destinados a su equipamiento se habían volatilizado sin dejar rastros, como si hubieran sido víctimas de un incendio que no dejó ni cenizas.
Todos nos sentimos atónitos al leer en este diario y ver divulgada por todos los medios a continuación la protesta de los respetables voluntarios, exigiendo la aclaración de los hechos. La protesta frente a los directivos que se hacían los sonsos, aunque no parecían tener un pelo de sonsos, no dio ninguna respuesta razonable ante las cámaras de la prensa.
El Directorio del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay, tras la grave denuncia de los Bomberos Voluntarios del Paraguay, solo publicó una solicitada, contra los bomberos, es decir contra esos voluntarios, conocidos como amarillos, por el color del atuendo con que desafían cada día el riesgo del fuego y ostras catástrofes, en socorro de la ciudadanía.
De pronto, nos dimos cuenta de que hay dos bomberos, por decirlo de alguna forma, los que luchan contra las catástrofes y a favor de los ciudadanos, y los que administran los fondos; y, lo que es más grave, no sabemos cómo; y que no hay comunicación entre ellos. Y lo que es más claro y contundente: que no están los equipamientos pero tampoco están los guaraníes donados para comprarlos, que consta han sido entregados a los directivos.
El tema es muy sencillo: enterados los bomberos, los que apagan incendios, de que unas sumas millonarias para cascos y otros equipamientos de seguridad para los bomberos de a pie no existían, es decir, no existían los equipos; los fondos, hay constancia de que existían pero nadie sabe dónde están, hasta el momento.
Es decir, solo hay que explicar dónde están los fondos y por qué no se invirtieron como correspondía.
La directiva de los bomberos, los que andan en 4X4, respondió con una solicitada que, en vez de responder a la denuncia de los bomberos de a pie, de qué se hizo con las sumas millonarias de dinero recibidas por la institución, en vez de responder dónde están los fondos, tratando de desviar la polémica desatada, culparon a un bombero de los de a pie de actuar con resentimiento por haber sido sancionado previamente por supuestas irregularidades.
Y fueron más lejos todavía; acusaron a los bomberos de a pie protestatarios de "vándalos".
Los actos de protesta de los bomberos de a pie fueron registrados e informados a través de imágenes de medios de prensa con gran difusión. Fueron una clara manifestación de protesta y reclamo.
Los directivos tuvieron a disposición los micrófonos para responder dónde estaban los fondos, pero solo divagaron sin dar una respuesta clara, como es su responsabilidad, de cómo administran la plata para una tarea tan importante y delicada como es la de este cuerpo que se ha ganado el respeto de la ciudadanía, combatiendo las catástrofes y arriesgando la vida por ayudar a la gente con tanta generosidad como precariedad de recursos.
Conociendo el valor, el arrojo y la enorme capacidad para combatir contra los elementos más destructivos con escasos recursos que han demostrado los amarillos y que hemos visto y elogiado todos en directo o a través de las cámaras, si hubieran querido ser vándalos, otras hubieran sido las consecuencias sobre los que aún no explican el destino de un dinero con un fin tan social y humanitario como el de salvar vidas.
Con lo que solo queda pensar que reclamar a los administradores de fondos públicos para seguridad de la comunidad, que respondan por la administración es un acto de vandalismo. En ese caso, creo que, por todo lo que estamos viendo últimamente de los reclamos ciudadanos, todos somos vándalos. Solo que, al parecer, los que administran esos fondos siguen creyendo que son los dueños del dinero público y que nadie tiene derecho a reclamarles que, en vez de destinar los fondos para combatir incendios, los inviertan para apagar sus propios fuegos.
En este caso hay que preguntarse, ¿quiénes son los vándalos?
Y plantearle a la Fiscalía que se tiene que investigar un doble delito: el de malversación de los fondos públicos y el de atentar contra una de las pocas instituciones nacionales que tiene alta respetabilidad.
PD: He visto en las calles en estos días que, pese al escándalo, la gente colaboraba con los recaudadores amarillos en su periódica campaña para pedir fondos. Nadie cree que ellos sean los vándalos.