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El primer ministro chino, Li Keqiang, hizo una gran promesa a los empresarios más importantes del mundo en la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, en enero del 2015. Dijo que China podría introducir un nuevo régimen legal para la inversión extranjera que "trataría a las empresas chinas y extranjeras como iguales".
Su gobierno ha dado a conocer debidamente una serie de revisiones a sus leyes de inversión extranjera que entraron en vigor ayer, 1 de octubre. El Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China aprobó las leyes a principios de este mes y los burócratas han elaborado normas detalladas.
Las revisiones y el grado en que cumplen la gran promesa de Li son un importante indicador de la seriedad con la que el gobierno de ese país trata de implementar otras iniciativas para liberalizar las normas sobre la inversión extranjera. China está actualmente negociando un tratado bilateral de inversión (TBI) con Estados Unidos. Las empresas estadounidenses esperan que conducirá a un mayor acceso a los mercados chinos. También está previsto que siga un TBI con Europa.
¿Qué tan adecuados, entonces, son los cambios?
Ellos implican un bienvenido cambio del régimen actual, el cual obligaba a las empresas extranjeras a obtener numerosas aprobaciones, a la vez complicadas e influenciadas por la política interna. El nuevo marco persigue la eficiencia.
En lugar de exigir aprobaciones, se busca dar lugar a un sistema más sencillo, basado en el registro. Mientras que el enfoque actual se basa en una larga lista de sectores estratégicos en los que la inversión extranjera está restringida o fuera de límites, en reparadoras promesas de sustituirlas por una corta "lista negativa" de inversiones en áreas prohibidas como la defensa y los medios de comunicación.
Algunos, como Hogan Lovells, un bufete de abogados, entienden que las reformas anuncian un cambio radical en régimen de inversión extranjera directa en China.
Sin embargo, los cambios dejan intactos varias cosas que están mal. China ha mantenido un complejo conjunto de reglas que restringen la afluencia de capital durante décadas. Así como la práctica de larga data de etiquetar a muchas industrias como estratégicas, el gobierno aún exige a las empresas extranjeras a formar empresas conjuntas con similares chinas y entregar la propiedad intelectual a través de la transferencia de tecnología.
La repatriación de los beneficios está estrictamente controlada. Debido a que el enfoque basado en las aprobaciones es probable que persista, a pesar de las promesas oficiales, cada inversión extranjera estará sujeta a los caprichos y a la corrupción que viene con un estado de partido único y altamente burocrático.
Claramente, no hay nada en los nuevos cambios que realmente dejen en pie de igualdad jurídica a las empresas extranjeras con las locales. La Cámara de Comercio de la Unión Europea (UE) en China desestimó las nuevas reformas, calificándolas como "no lo suficientemente audaces". Y emitió una advertencia apenas velada de que la UE podría hacer más difícil para que las empresas chinas inviertan en Europa.
Otra gran omisión es el fracaso del gobierno para abordar el problema de las estructuras legales offshore conocidas como entidades de interés variable (VIE por su sigla en inglés). La inversión extranjera está prohibida en las empresas de internet en China, pero, logrando que los extranjeros inviertan dinero en entidades de interés variable a las que la empresa china prometa pagar dividendos, muchas empresas han eludido esta prohibición. Una reforma adecuada habría terminado la ambigüedad que rodea a estas maniobras. Pero no era lo siguiente en la lista.
Ya hay signos de resistencia burocrática incluso a modestas revisiones del gobierno. Es cuestionable, por ejemplo, si los funcionarios aceptarán el cambio de un plan basado en las aprobaciones a un sistema de registro. Se dice que los burócratas de la principal agencia de planificación económica, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, rechazarán la idea de que el sistema basado en las aprobaciones está llegando a su fin. Dicen que las nuevas normas no son nada más que una modificación del enfoque existente para la inversión extranjera.
Mientras tanto, las multinacionales ya no están pidiendo inyectar dinero en la desaceleración de la economía china. La inversión directa extranjera ha estado inundando a la Nación del Centro (Zhongguó, una tradicional alusión a China como centro del mundo) durante dos décadas. La inyección de capital directo alcanzó un máximo de casi US$ 300 mil millones en el 2013, pero desde entonces se ha reducido. Y el flujo extranjero se está desacelerando, a medida que las inversiones chinas en el exterior están por las nubes.
Parece el momento justo para desenrollar la alfombra roja de bienvenida, pero los cambios que entran en vigencia están muy por debajo de lo que las multinacionales habían esperado.
Como lo dijo Jake Parker, del Consejo de Negocios China-Estados Unidos, un grupo de presión de las grandes empresas estadounidenses, los líderes chinos han hablado de un montón de reformas, pero "la falta de implementación ha creado incertidumbre sobre la dirección política y ha socavado la confianza".