Landon Thomas Jr. y Chad Bray
Hay bancos europeos enfermizos. Y, además de esos, está el Deutsche Bank.
Las acciones del gigante de la banca alemana, como las de varios de sus pares en Europa, se han desvalorizado durante los últimos años a medida que los inversionistas rechazaban el modelo bancario de gestión basado en actividades en los mercados volátiles y que hacía a un lado a aquellos que captaban depósitos o administraban las cuentas de sus clientes de inversión.
La última turbulencia ocurrió el lunes. Las acciones del Deutsche Bank tocaron nuevos mínimos luego de que una revista alemana informara que Berlín descartó suministrar ayuda pública al Deutsche Bank.
La cuestión de la ayuda financiera surgió después de una revelación hecha por el propio banco –hecho ocurrido la semana pasada–, de que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos pedía inicialmente US$ 14 mil millones por sanciones contra la institución alemana debido a presuntas irregularidades de gestión. La acción federal es parte de una investigación sobre garantías a hipotecas residenciales llevada a cabo antes de la crisis financiera.
La suma reclamada es igual a la capitalización de mercado del banco, que ahora asciende a US$ 14 mil millones.
Un portavoz del Deutsche Bank dijo el lunes que John Cryan, su presidente ejecutivo, "en ningún momento" pidió a la canciller Angela Merkel para intervenir en el tema con el Departamento de Justicia estadounidense.
El portavoz añadió que un rescate gubernamental "no estaba en la agenda" y agregó que el "Deutsche Bank está decidido a cumplir con sus desafíos por sí solo".
A pesar de la negación, abunda la especulación que el Deutsche Bank, una vez más, se verá obligado a pedir más dinero en efectivo a los inversores en un momento de extrema debilidad.
La perspectiva de otra solicitud de capital por parte de la empresa ha llevado a una mayor venta de acciones por los inversores, sabiendo que, incluso con las acciones a precio de ganga, los riesgos son muy grandes.
El Deutsche Bank es la mayor institución financiera de Alemania, un prestamista crucial para la máquina de exportación de la nación germana. Sin embargo, su estatus como una institución que es demasiado grande para quebrar choca de lleno con la aversión pública de Alemania a los rescates, se trate de países (como Grecia) o bancos.
Merkel y el principal representante de Alemania en el Banco Central Europeo, Jens Weidmann, abrieron el camino en esta posición, impulsando una serie de medidas legales desde Bruselas destinadas a prevenir el tipo de rescates bancarios que se produjeron durante la crisis financiera.
La mayor parte de este año, las acciones del Deutsche Bank fueron blanco favorito de fondos de cobertura, amén de que esas adquisiciones fueron provocadas por rumores e informes privados.
En la bolsa de Frankfurt, el lunes, las acciones del Deutsche Bank cerraron 7,5 por ciento abajo, alcanzando mínimos no vistos en la historia reciente. En Londres y Nueva York, las acciones de otros gigantes de la banca mundial cayeron un 2 por ciento o más.
Las acciones del Deutsche Bank se cotizan a solo el 23 por ciento del valor del banco, una valoración que pone seriamente en duda la calidad de los activos que el Deutsche Bank sostiene en su balance.
"Simplemente, ahí no hay un buen retorno para asumir riesgos", dijo Didier Saint-Georges, un miembro del comité de inversiones de Carmignac, un gran administrador de activos con sede en París.
Cryan, el jefe del Deutsche Bank, manifestó audazmente que cambiará el enfoque hacia negocios como la gestión de activos, pero sus finanzas están siendo gravemente afectadas porque los ingresos provienen en gran medida de la negociación de bonos y derivados, áreas en franco declive en Wall Street en estos días.
Y debido a que muchos de los grandes pares globales del banco ya han puesto en marcha cambios estratégicos similares, no queda claro aún qué tan exitosa será la maniobra del Deutsche Bank.
El prestamista divulgó una gran pérdida el año pasado después de ser multada en 5,2 mil millones de euros, o alrededor de US$ 5,8 mil millones, por cargos relacionados con costos legales por penalizaciones pasadas y sufrió una caída del 58 por ciento en sus ganancias en el primer trimestre de este año.
La Reserva Federal también dio una mala calificación a su filial en los Estados Unidos en las pruebas de estrés financiero.
Es de esperar que, tras las negociaciones, el tamaño del acuerdo demandado por el regulador estadounidense se reducirá sustancialmente de US$ 14 mil millones.
La semana pasada, el mayor prestamista de Alemania señaló que no tenía "ninguna intención de buscar acuerdos que siquiera se acercasen a esa cifra para estas posibles demandas".
Sin embargo, parece que hay pocas dudas de que, sea cual sea el tamaño de la sanción, el banco se verá obligado a buscar una inyección de dinero en efectivo, ya sea de los inversores o de alguna otra fuente.
Las aflicciones por capital contante y sonante del Deutsche Bank destacan, asimismo, la continua lucha de Europa en términos de proporcionar tranquilidad a los inversores sobre la salud del sector bancario, especialmente en comparación con los reguladores bancarios estadounidenses.
En tono de cierta fanfarria, Europa creó el Mecanismo Único de Supervisión (SSM, por sus siglas en inglés) que pone el control bancario en manos del Banco Central Europeo, en Frankfurt. Y están en vigencia claras normas que describen cómo los bancos con problemas han de recibir asistencia; El requisito principal es que se vinculen las acciones de los inversionistas con las pérdidas.
Aun así, los expertos creen que el órgano regulador tiene que ser más firme y proactivo en sus acciones.
"El sistema para manejar estas cosas está en su lugar", manifestó Karel Lannoo, jefe del Centro de Estudios de Política Europea. "Pero el mercado sabe que hay un problema, y para que el SSM sea creíble tiene que tomar una posición, ya sea con los préstamos italianos o con el Deutsche Bank", añadió.
Los bancos italianos están trabajando bajo una montaña de préstamos en mora y pocos creen que el sector en su conjunto tendrá suficiente dinero en efectivo para hacer frente a estos activos estancados.
En el Deutsche Bank, el problema se magnifica porque, a pesar de que el banco está sentado sobre 1,9 billones de euros en activos, incluyendo una de los mayores conjuntos de derivativos de Europa, tiene una base de depósitos de un banco de segundo piso italiano o español, de aproximadamente 447 mil millones de euros.
Eso significa que, a diferencia de bancos más grandes que se apoyan en depósitos –JP Morgan Chase o Barclays, por ejemplo–, el Deutsche Bank se basa más en préstamos a corto plazo para financiar negocios de mayor riesgo. Ese es el tipo de modelo de banca que condenó a Bear Stearns y Lehman Brothers.
En comparación con sus homólogos europeos, los grandes bancos en los Estados Unidos son considerados por los analistas como financieramente más sólidos, después de haber sido obligados por los reguladores a aumentar su capital hace varios años.
Aun así, en un discurso pronunciado el lunes, Daniel K. Tarullo, gobernador de la Reserva Federal conocido por sus puntos de vista de línea dura en la supervisión de las instituciones financieras, dijo que se pediría a los grandes bancos americanos para aumentar sus niveles de efectivo.
El colchón de seguridad adicional sería en la forma de un denominado capital amortiguador de estrés que protegería a los grandes bancos durante momentos de máximo estrés financiero.
La medida fue criticada por algunos como innecesaria, a la luz de lo mucho que la seguridad bancaria ha mejorado desde la crisis. Ahora los bancos se enfrentan a severas restricciones en lo que respecta a las actividades de negocios y también hay una hoja de ruta a seguir en caso de que un banco deba cerrar.
Pero Tarullo dijo en su discurso que estas y otras medidas no deberían impedir que la Fed promueva la "estabilidad sistémica" asegurando que los grandes bancos no se queden cortos de dinero.