Por Antonio López
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Por estos días se está dando una verdadera unidad de criterio, un "loable" gesto de senadores y diputados (representantes del pueblo) para "premiar" la mejor y mayor producción de los funcionarios parlamentarios con un "tercer aguinaldo".
Lo que en lenguaje común significa que este fin de año, los esforzados funcionarios del Congreso Nacional sí que tendrán una verdadera fiesta, ya que sus respectivos bolsillos recibirán un "aporte" más del pueblo que los eligió para ser sus representados. Porque no hay que olvidar, y esto es muy repetitivo, que el dinero que finalmente llega a los funcionarios públicos es dinero que sale de lo que el ciudadano aporta.
Es cierto, todo este tema no está contemplado en el estudio del presupuesto para la próximo año (por ahora), uno puede notar, sin temor a equivocarse, la desidia de los parlamentarios en cuanto al uso del dinero público, y la repartija de ese dinero que queda (otra vez) entre quienes deberían ser los primeros servidores públicos.
Pero claro, este "regalo" para los funcionarios del Poder Legislativo sentará un oscuro precedente para el presupuesto 2017, más aún cuando desde el Ministerio de Hacienda con relación a ese presupuesto dejó en claro que ya estaba al límite y recomendaba a los legisladores no tocarlo.
Sin embargo, este hecho ya no debería ser causa de sorpresas en la ciudadanía, puesto que es bien sabido que el Legislativo desde siempre se movió por un camino muy alejado de la realidad cotidiana de la gran mayoría de la población del país, dándole de esa forma a sus funcionarios la categoría de "ciudadanos de primera".
Las "mucamas de oro", los "caseros de oro" y otras perlitas, sobre todo nombramientos poco transparentes, son hartamente casos conocidos de cómo se maneja la impunidad dentro de ese poder del Estado.
A eso habría que sumar las varias irregularidades cometidas por legisladores que, en la mayoría de los casos, si bien las denuncias son tratadas en el ámbito que corresponde, no siempre tienen un final como debe ser, sino muy por el contrario, el espíritu de cuerpo de senadores y diputados "hacen lo posible" por dejar impune a quien está siendo investigado por el estamento correspondiente. Las "mucamas de oro", los "caseros de oro" y otras perlitas, sobre todo nombramientos poco transparentes, son hartamente casos conocidos de cómo se maneja la impunidad dentro de ese poder del Estado.
No hay que olvidar además que el próximo año será un período eminentemente político-eleccionario, se estarán encaminando todas las candidaturas con miras al 2018, y el "aporte" a los funcionarios a la larga será de "mucha utilidad" para quienes pretenden volver a ocupar una banca en el Parlamento.
La cuestión es que lamentablemente no es tan sencillo erradicar este mal que viene de allá lejos y de otros tiempos; está tan enquistado en ese ámbito que poner punto final podría llevar años. Sin embargo, el bajar los brazos en la pelea contra este mal podría resultar funesto para la salud del país, por lo que cada caso habrá que denunciar y tratar de conseguir la fuerza necesaria para que las investigaciones lleguen a buen puerto.
El Paraguay necesita que ya no haya ciudadanos de primera y de segunda (o tercera y cuarta), necesita que de una vez por todas cada una de las autoridades elegidas por el pueblo tome conciencia del rol que le toca cumplir o para el que fue electo, trabaje en eso y no en "otra cosa". Así de simple debe ser la cuestión, aunque en este país las cosas simples se vuelven bastante complicadas (o poco transparente) en la mayoría de los casos.