La práctica de la política nacional se vuelve cada día más grotescamente paradójica, en la medida que se sigue cumpliendo inexorablemente la máxima de Eligio Ayala: en el Paraguay, las carpas prevalecen sobre los partidos políticos, es decir que cada caudillo, cada cacique, defiende su toldería a todo lo que da, sin importar a qué costo ni a costa de qué ridículo, sin pensar, como decía Juan Domingo Perón, que del lugar que no se vuelve es del ridículo.

Aquí se hace el ridículo sin temor a "no volver", confiando en la cortedad de la memoria nacional, teniendo en cuenta la cantidad de años que han pasado desde que el sabio e indiscutido político liberal sentenciase tal diagnóstico del mal de la política nacional.

El caso más reciente, patente y patético, es el ocurrido en la reciente Convención del partido Liberal Radical, cuya trayectoria histórica democrática de lucha merece más respeto y mejor suerte.

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En la misma asamblea, mientras se expulsaba a seis diputados –contrarios al oficialismo, desde luego, por no haber acatado un mandato del partido de votar por la opción impuesta desde arriba– se reintegraba al senador Amarilla, quien fue expulsado –por el anterior oficialismo– por haber votado en contra del mandato del partido, con el agravante de que la expulsión de los seis disidentes se hizo en la Convención, a vivo griterío, con lo que podríamos llamar la "justicia de los hurreros", sin que los condenados tuvieran derecho a la defensa, condenados por la ululante barra brava oficialista, como los futbolistas o los referís en la ardiente arena del circo pelotero.

Más groseramente paradójico resulta que la principal propuesta de la actual conducción partidaria dice proponerse una gran alianza con la oposición, cuando no han sido capaces de consensuar internamente, hasta el punto que el presidente y el vicepresidente electos, tras haber hecho campaña mano a mano, a días de asumir ya están enfrentados.

¿Qué alianza seria puede ofrecer un partido que aún candentes las elecciones ya tiene enfrentados a los dos principales líderes, presidente y vicepresidente? Cuya inauguración de autoridades comienza y termina con la trifulca, que se realiza a los gritos, con "guerra de hinchadas", como en partido so'o, y con la retirada en son de protesta de casi la mitad de la dirigencia partidaria?

Y, por si faltaran contradicciones, que la Convención apoyara la reforma judicial, cuando sus representantes en el Congreso están boicoteando la posibilidad de enjuiciar a tres ministros, que juntan más antecedentes delictivos que Alí Babá y los cuarenta ladrones.

Aquí la paradoja se vuelve más escandalosa, si se puede, ya que la Convención decidió apoyar la reforma judicial y conformar una comisión para el efecto, que, como todo el mundo sabe, es la mejor manera de prolongar indefinidamente cualquier solución a cualquier problema.

El juicio político a los tres ministros en cuestión está paralizado en el Congreso hace rato debido justamente a la acción dilatoria, con la ausencia de los senadores efrainistas y sus aliados, para impedir que haya quórum para enjuiciarlos.

Y estamos hablando de uno de los problemas más sensibles de la sociedad, la inseguridad que, como todo el mundo sabe, depende finalmente de la acción de la Justicia.

¿Qué seguridad pueden ofrecer los hoy todavía aliados alegre-busarquistas si deciden mantener a los jueces puestos en el banquillo por los frondosos antecedentes que poseen de apoyar a la delincuencia y a los jueces que negocian los fallos judiciales?

Como para todas las situaciones paradójicamente irracionales hay una posible disculpa, en este caso dicen, lo hacen ante la posibilidad de que el oficialismo tenga mayoría para "copar" la Corte Suprema. Así que el oficialismo que no tiene quórum ni para iniciar el juicio a tres magistrados, menos lo tenga para imponer a jueces afines.

¡Otra grotesca paradoja de la política criolla!

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