¿Cuántas veces te dijeron "pensá en positivo"? La recomendación parece tan sencilla, pero todos sabemos -incluso la persona que te lo dijo- que no es tan simple como cambiar un chip en el cerebro. Te propongo cinco prácticas concretas para acostumbrarte a ver el lado bueno de las cosas, en todo momento.

Por: Aura Zelada*

El ser optimista, alegre y agradecido parece ser una habilidad innata en algunas personas. Para el resto de los mortales, la aspiración a ser una persona más optimista puede ser tan válida como la de bajar de peso, ganar más o aprender un nuevo idioma.

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Como toda nueva habilidad a adoptar, creo que lo primero que se necesita es decidirse y ahí nomás planificar, dedicarse, tener constancia y disciplina. (Parece que estoy hablando de ahorrar o ir al gimnasio, pero es que una vez más veo a estos factores como el gran camino para lograr objetivos.)

Te propongo entonces ejercitar tu mente para fortalecerla ante tanto bombardeo de noticias negativas, con estas cinco prácticas diarias.

1. Al despertarte cada mañana, pensá en algo que te entusiasme

Así como el desayuno es la comida más importante del día, tu mente también debe alimentarse con lo mejor a primera hora. Al iniciar tu día tomate el tiempo de pensar en aquella actividad que más entusiasmo te genere y saltá de la cama.

2. Durante el día, adoptá la posición de Mujer Maravilla (por 2 minutos)

(Postura recta, piernas ligeramente abiertas, y manos en puño a la cintura). Amy Cuddy, experta en lenguaje corporal, explicaba en una charla de TED Talks cómo influye la postura de nuestro cuerpo, no sólo en cómo nos ven los demás, sino en nuestro propio cerebro, y nos invita a hacerle saber que somos nosotros mismos quienes mandamos. ¿Es posible que el cuerpo haga cambiar la mente? Ella propone fingir ser hasta convertirte en eso.

3. Al final del día, pensá en todo lo que sí resolviste, no en aquello que quedó pendiente

Te acostás a dormir y te vienen a la cabeza todos los pendientes que dejaste para el día siguiente, todo lo que no hiciste, todo lo que aún te falta. ¿Por qué pasa esto? Porque alguna vez comenzaste este hábito inútil.

Mejor concentrate en todo lo que sí hiciste, lo que sí resolviste ese día, por más pequeño que sea, sentí el orgullo de una tarea realizada y andá a dormir con esta sensación.

4. Elegí qué fue lo más lindo que te pasó en el día

Y aquí hablamos de algo más que las tareas pendientes, de sentimientos. Hacé el trabajo de preguntarte qué fue lo más hermoso que te pasó en el día.

Vas a tener días en que no vas a poder decidirte entre tantas cosas hermosas, y otros en los que vas a tener que hacer más esfuerzo (estos son los que nos dan más enseñanzas), pero lo importante es que te acostumbres a reconocer cuáles son las situaciones que te hacen sentir bien.

Si lo escribís ¡mejor!

Te recomiendo que no te limites a pensar y que lo escribas. No hace falta que hagas un poema, sólo una oración corta y concisa de lo que te pasó y cómo te sentiste, nada más.

Puede ser en un cuaderno especial, en aplicación de notas de tu teléfono o en algo más producido y romántico como papelitos de colores en un frasco de vidrio, decorado por vos misma.

Esto, además de darte al instante la sensación que buscás, va a dejar tus palabras perpetuadas, para poder consultarlas en el futuro y hacerte sentir genial.

5. Andá a dormir pensando en algo que te entusiasme hacer al día siguiente

Y así iniciamos de nuevo el ciclo ¿Qué tenés de lindo para hacer mañana? No pienses en todas las obligaciones que te pesan, ya de nada sirven estos pensamientos a estas horas del día. Pensá en algo lindo, alguna actividad que te entusiasme.

Si pensás que no existe en tu vida algo que te entusiasme hacer cada día (digo cada día, no sólo fines de semana), tenés un serio problema, y no me refiero a que tu vida esté exenta de aventuras de película, sino a la actitud con la que enfrentás cada mañana.

Podés ir a dormir pensando en que mañana te vas a pintar las uñas de rojo mientras escuchás tu canción favorita y listo. Van a ser 15 minutos de relax, para vos, que si los vivís conscientemente van a tener mucho más valor. A eso me refiero.

Moldear tu mente depende de vos

El entorno en que vivís y tu genética son los responsables de tu forma de pensar, pero sólo en parte. Así que ese otro pedazo de posibilidades depende absolutamente de vos.

Tu mente es moldeable y la manera de darle forma es con los hábitos que adquirís cada día. Educar a tu mente, para ser vos quien la maneje a ella y no al revés, es una de las mejores acciones que podés hacer en favor de tu salud emocional.

*Bloguera en www.frugalisima.com

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