Solo un puñado de dirigentes mundiales asistieron a la cumbre de los No Alineados –el movimiento formado por 120 naciones, surgido en la Guerra Fría–, celebrado en la venezolana Isla Margarita.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había apostado a que la XVII cumbre del bloque en la isla caribeña fuera un éxito "recordado por siglos".
Aunque fueron invitados los 120 países que integran el bloque, la convocatoria recibió un número mínimo de asistentes, muy lejos de la última de Irán en el 2012, a donde fueron 35 líderes.
La cumbre fue organizada por Maduro para tratar de "limpiar" su imagen internacional, en el momento de mayor crisis de la historia de Venezuela.
El país petrolero sufre una situación grave de desabastecimiento, con movilizaciones populares de protesta reprimidas con violencia, y un bloqueo por parte del régimen hacia la oposición que trata de sacar adelante un referéndum revocatorio de Maduro. El régimen organizó la cumbre con extremas medidas de seguridad en las que se empleó unos 200 millones de dólares.
Entre dictadores
El presidente iraní, Rohani; el de Zimbabue, Mugabe, y el palestino Mahmud Abbás figuraron entre los pocos líderes, de los 120 No Alineados, que acudieron a la convocatoria, así como los aliados regionales: Cuba, Ecuador y Bolivia.