Por Antonio López

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"Es difícil hablar de democracia en los tiempos que corren sin considerar a los partidos políticos, pues ellos son los principales articuladores y aglutinadores de los intereses sociales", señala una parte de un estudio dado a conocer años atrás por el Instituto Federal Electoral de México, con relación a la importancia que ejercen las agrupaciones políticas en un sistema como el democrático. Un antiguo principio que, desde ya, no es discutible bajo ningún punto de vista.

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Pero claro, eso es lo ideal y, lamentablemente, es algo que en este momento está muy lejos de ser una realidad en nuestro país. Hoy, y eso hay que aceptar sin ningún argumento que pueda salir para decir lo contrario, la vida de los partidos políticos en el Paraguay es una verdadera jungla donde quienes lo habitan buscan todos los caminos posibles para destruirse unos a otros. Es como que la lucha por el espacio de poder va mas allá del juego limpio y se busca hacer creer que cualquier cosa es válida con tal de imponerse en la carrera.

Pero ojo, no está mal una lucha interna dentro de las agrupaciones políticas, pero una lucha interna donde las propuestas, las ideas apunten al bienestar de la ciudadanía, y no como en este momento que el único argumento que se está utilizando pasa por desmeritar, por desprestigiar, y si es posible, por destruir "al rival de turno".

Y los ejemplos claros son las "internas" que ya están en pleno camino en los dos grandes partidos políticos, el Colorado y el Liberal Radical Auténtico. No hay que ser muy ducho en la materia para darse cuenta de que el internismo está entrando a un camino agresivo, donde las acusaciones, los ataques de un lado a otro son los principales argumentos utilizados por quienes componen la clase dirigencial de cada partido y que son los que buscan posicionarse para el próximo periodo electoral.

Sin embargo, parece que nadie se da cuenta (o no se quiere dar cuenta) de que dentro de la democracia (esto tampoco es nada nuevo) es fundamental la disidencia, es fundamental que no todos piensen de la misma forma, sino por el contrario, es saludable que surjan ideas, posturas que se deberán ir discutiendo dentro de un marco sano, que sirva finalmente para que quien tenga la responsabilidad de dirigir los destinos del país, pueda utilizar esa lucha de ideas en pos del bienestar ciudadano.

Los partidos Colorado y Liberal no están transitando por un periodo democrático sano. Eso está a la vista. Las luchas internas que se están dando por estos días en nada contribuyen para fortalecer el sistema democrático que la mayoría del país pretende. Con estas internas se está poniendo en riesgo una forma de vida que desde hace varías décadas se venía buscando y que se consiguió con mucho sudor y por qué no, con sangre. Sin embargo, hoy por la intransigencia de una dirigencia política poco apegada al diálogo, se está yendo por mal camino.

Para la democracia, la salud de los partidos políticos es fundamental. Y de eso, la clase dirigencial debe ser consciente. No hay otro camino, más que el de poner sobre la mesa las diferentes propuestas y discutirlas, pero dentro del marco del respeto y la tolerancia.

El camino que, lamentablemente, hoy están transitando muchos de los dirigentes con pretensiones de llegar a la cúspide del poder, no es el correcto.

En un par de meses entraremos en el 2017, un año donde se deberán definir muchas cosas a nivel electoral, por lo que el camino que se debe preparar para entrar en esa etapa debe ser el de la tolerancia, sobre todo, y pensar que el camino para que el sistema goce de buena salud no pasa precisamente por el lado de las peleas por defender intereses mezquinos, sino una pelea con argumentos válidos que contribuya a que el país viva un periodo de crecimiento. Todo lo demás no sirve.

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