Desde hace cinco años Sajonia Brewing Co. es la marca que lo identifica. Se trata de una cerveza artesanal nacional que se adhiere a la idea global de reeducar al consumidor en que se puede "tomar menos, pero mejor".

Por: Micaela Cattáneo

Al dar vueltas el globo terráqueo, fijo una flecha en el país que decoró la escenas más sorprendentes de la trilogía de El Señor de los Anillos: Nueva Zelanda. En este reino, que escribe su historia bajo el poder de la monarca Isabel II, Jorge inició su aventura con la cebada, la malta y el lúpulo.

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Su ida al continente insular estuvo motivada más por el estudio del idioma inglés, que por puro placer. Pero los sellos de un viaje no aparecen sólo en la visa, sino más bien en las experiencias convertidas en anécdotas que uno quisiera vivir una y otra vez. Jorge vivió una especial, justo el día en que una lluvia salpicaba de agua a los paisajes neozelandeses.

Resulta que a unos metros del instituto donde estudiaba, se erigía una iglesia muy antigua que, según él, siempre estaba llena de gente; hecho por el que sentía mucha curiosidad. "Una noche, cuando tomaba el bus de regreso a casa, empezó a llover muy fuerte y decidí entrar en aquella iglesia que resultó ser una cervecería artesanal", recordó Jorge.

Fue esta oportunidad la que le hizo conocer los diversos sabores y colores que revela una cerveza artesanal, sobre todo cuando esta pertenece al grupo de "uno de los países que alberga la mayor cantidad de bodegas y cervecerías a nivel mundial". Claro, de ahí el prestigioso paladar que desarrollan sus habitantes y, por qué no, adoptado por extranjeros que comparten esta tradición en uno de sus tantos bares.

En su cabeza no paraba de rondar la idea de abrir un brewpub (bar que produce sus propias cervezas en sus instalaciones) en nuestro país, hasta que a su vuelta, y unido con algunos socios, la hizo tangible. Así fue que abrió sus puertas Astoria, lugar ya tradicional de la noche asuncena; "pero al año, lo vendimos" agrega el emprendedor.

A la par que los All Blacks -el seleccionado de rugby de Nueva Zelanda -, se consagraba campeón del Mundial de Rugby, allá por octubre del 2011, Biedermann entraba al mercado de la cerveza artesanal con un nuevo producto: Sajonia Brewing Co.

Y antes de que le pregunte por su formación en el campo, me interrumpe y dice: "Todo lo que hice fue por pasión, no me atrevo a decir que soy maestro cervecero porque es una ofensa para los que sí lo son". Y eso nos respondía haciendo referencia al título que se obtiene con cinco años de carrera en el rubro, y al cual le gustaría acceder cuando el tiempo se lo permita.

Sus gestos evidencian esa pasión de la que habla, y la cual le sirvió de motivación para apropiarse de conocimientos del mundo cervecero en cursos impartidos en Alemania, Brasil y Argentina. "Investigaba mucho para saber qué era tendencia a nivel mundial. La educación es clave para ser sincero con la calidad del producto de uno mismo, y que también es del consumidor", sintetiza el empresario.

Pero la maestría la gana en cada práctica, especialmente cuando produce cervezas colaborativas con personas que emprenden este mismo negocio, pero en geografías alejadas a la nuestra como Islandia o Suecia, y también con otras menos distantes, como Perú. "Creo que uno puede hacer lo que quiera, siempre y cuando, tenga la predisposición y se rodee de la gente correcta", añade.

Filtro cultural

Según el último informe hecho por la Organización Mundial de la Salud, Paraguay ocupa el cuarto lugar en mayor consumo de alcohol en Latinoamérica, por debajo de Argentina, Chile y Venuezuela, que sobresalen en los primeros tres lugares de la lista, respectivamente. "Si bien en el Paraguay se consume mucha cerveza, no hay cultura cervecera", indica Biedermann sobre la difícil tarea de hacer entender al consumidor de que puede "tomar menos, pero mejor".

Y continúa, agregando vigor a sus palabras (característico de una persona que expresa algo que le apasiona): "Hay un concepto erróneo de que todo lo que es importado es mejor; no es para nada así, hay cosas buenas y malas en todos lados". "¿Cómo cambiar eso?", le pregunto, a lo que responde: "El productor está obligado a educar al consumidor, por lo menos para que tenga un criterio de qué está bien y qué está mal".

Sajonia busca destacar el "made in Paraguay", y en cada botella eso es una realidad que se presenta ante los ojos del que la está por comprar. Desde el sabor que adquiere con la mezcla de ingredientes hasta el diseño gráfico que las envuelve, propone una identidad local que revaloriza nuestros orígenes.

"Todo lo nacional puede ser mejor", indica Jorge cuando trata de explicar alguna diferencia con las cervezas importadas. Y añade: "Quizás es un tema obvio, pero una cerveza que viene del exterior, ya sea en barco o camión, está expuesta al calor de los días y no llega de la misma forma. En cambio, una cerveza que se produce acá llega fresca en las manos del consumidor, porque no pasan ni cinco días desde que fue hecha".

Aunque asegura que cada cerveza es elaborada de manera personal, porque más allá de la similitud de los ingredientes utilizados en las fábricas, hay un factor diferencial al degustarla en América Latina o en Europa. "Una cerveza tiene casi el 90 por ciento de agua, y acá tenemos una de las mejores del mundo", señaló el experto.

Elegir una cerveza artesanal es apostar por la variedad de sensaciones; por un producto moldeado por manos humanas y no sólo por máquinas. "Cuando entendés lo que estás consumiendo, disfrutás más", finaliza Jorge Biedermann, quien sólo necesitó el sentido del buen gusto para entender que en su filosofía la calidad estaba por encima de la cantidad.

Etiquetas: #Cerveza

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