• Por Esteban Aguirre, @ panzolomeo

Han sido 6 años en los que este teclado en desuso me ha mirado día tras día, con una

preocupada cara de Ctrl Q, casi gritando "¿Y después chongo? ¿Vao meterle o no?".

Han sido 6 años desde que por última vez escribí esto que llamo "Mi Columna Vertebral", un espacio que algún tiempo atrás me regaló un masaje semanal a la materia gris. Una pequeña ventana impresa que permite que el constante cuestionamiento con el que miró el mundo se convierta en una eventual conversación con desconocidos por conocer en lugar de un viaje existencial que culmina a orillas de la barra de un bar, a veces amigo, a veces buscapleitos.

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Han sido 6 años desde que la rimbombante y morrocotuda falta de ética profesional de una periodista desenchufaba mis palabras de lectores que me decían "EY!, aguante mi columna, que púa, fuera de bola que Papa Noel debería usar chorcito en Paraguay". En ese momento no sabía la importancia de este ejercicio semanal de pensar en voz alta, y simplemente dije "Me doy".

En el medio de este tiempo, aquella persona que encontraba contexto sentido en los

pequeños quehaceres del día a día, una especie de "Vamo na a hablar de esos jovencitos que queman servilletas en los quince años, así porque si nomás", dejaba de tomar interés en las anotaciones de servilletas. Perdía el norte de aquel constante dale sique en la búsqueda de ese noseque que te da un queseyo. Una búsqueda llamada vivir.

En estos 6 años despedí a mi mejor amigo,Gordinho, y casi a manera de intercambio de luchadores de Titán en el Ring, di la bienvenida junto con Helena a otro titán, mi hijo, Roa, mi mejor amigo. También me encontré con la idea de celebrar el primer lunes del mes y bautizarlo "Guarará" en un unísono brindis con 4 literales hermanos de vida. Colgué los botines publicitarios para volver a mi primer amor: La comunicación? pura, libre y sin ataduras a un calendario extranjero, ajeno a mi propio curioseo de esta canica azul en la que vivimos.

En estos 6 años viví sin escribir de todo un poco y para mi sorpresa me encontré mirando poco a poco un todo. Un todo que hoy me cambió la graduación de la lupa? el cual me dio la posibilidad de mirar desde el macro para elegir a qué micro saltar bomba. Darme cuenta que el sentido común es, verdaderamente, el menos común de los sentidos? y que en tiempos globalizados en donde todos tienen acceso a una opinión, el exceso de groupies de selfies me ha dejado en un estado de absoluta apatía de opinión, por miedo de sumarme a la opinología de una generación que sustituyó la lectura por el "Leeme na aunque no se muy bien que escribir pero leeme, leeme, leeme…. suspiro digital".

Han sido 6 años? y sustituir escribir sobre la vida por tomarme el tiempo de leerla al vivirla me conectó con raíces que desconocía estaban ahí. Me conectó con una búsqueda que hace una semana se convirtió en un hashtag llamado #ComePY, el lema con el cual la Feria Paladar salió a buscar la celebración de la gastronomía paraguaya en un acto rotulado como "la radiografía anual de la gastronomía paraguaya". Un "¿Que pá lo que hacemos?" colectivo, juntando a todos los protagonistas de la gastronomía del Paraguay, que tengan la predisposición de juntos curiosear y pensar en voz alta sobre el origen de los productos que nos hacen parte de la historia de la original cocina vegetal: La cocina guaraní.

El sabor es cultura y cuando perdemos nuestra memoria gustativa sobre el sabor del

Paraguay nos desconectamos culturalmente de nuestras raíces, de nuestra razón de habitar un espacio en común? del pasado que actúa como mapa del futuro. De vivir este presente consciente del origen de nuestros alimentos: nuestro combustible. Hoy menospreciado en un país que vive una crisis de abundancia, propiciado por árboles que vomitan alimentos y comensales que desconocen de una buena idea de cómo llevarlas a la olla.

Han sido 6 años. Y ahora que lo pienso, ¡que fabulosos 6 años de globalización cultural!, de latidos americanos encontrando un mismo tiempo? de preguntas que encuentran respuestas en la constante búsqueda? en la calma de entender que nada es definitivo y todo es evolutivo. Que dicha evolución, si compartida, genera la comunidad de la que alguna vez la humanidad soñó.

Si entendemos nuestras limitaciones, entendemos lo que nos convierte en ese hermoso caos que probablemente somos. Ese caos en donde emerge la colaboración. El acto que permite llevar una idea ciega y desinformada, que ha sido principalmente gestada en soledad, permisiva de mutar con ideas ajenas, que se convierten en propias en la libertad del prejuicio. Se convierten en algo que no eran, en algo mejor.

Han sido 6 años…¡SALÚ!

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