Jonathan A. Knee
Los últimos 20 años han visto una reducción en muchas de las formas más flagrantes de discriminación laboral contra las mujeres.
Sin embargo, un reciente artículo de Harvard Business Review informó que el sesgo sutil en la discriminación es a menudo peor que la variedad más abierta. La misma ambigüedad del comportamiento aumenta el estrés y disminuye las posibilidades de éxito en la búsqueda de una solución, legal o de otro tipo.
Esto podría explicar, en parte, la obstinada persistencia de la brecha salarial y la continua falta de representación de mujeres en los roles corporativos y profesionales, a pesar de que las mujeres, durante las últimas décadas, han superado en número y en calidad de desempeño a los hombres en la universidad.
La buena noticia es que ha habido una explosión en detalladas investigaciones en las ciencias sociales para documentar estos obstáculos más sutiles que enfrentan aquellas mujeres que alcanzan todo su potencial profesional.
En su gran mayoría, los mayores obstáculos para las mujeres se derivan de las percepciones injustificadas –por ejemplo, que una madre trabajadora carecería de compromiso hacia su trabajo– reforzada por percepciones también erróneas, lo que se refleja en la tendencia a atribuir crédito por el trabajo de las mujeres a los hombres.
Algunas investigaciones también apuntan a los comportamientos de las mujeres, por ejemplo, una falta de voluntad para pedir aumento de salario, no poder decir "no" a peticiones no razonables o a tomar el crédito por sus propios logros.
Sin embargo, estas tendencias son a menudo una respuesta racional a las reacciones negativas generadas cuando las mujeres llevan a cabo actividades o conductas que se ven de manera neutral o incluso positivamente por los hombres. Un estudio reciente sugiere que las mujeres piden aumentos salariales con una frecuencia similar a los hombres, pero tienen un 25 por ciento menos de probabilidades de conseguir uno.
Además, existen obstáculos significativos para valerse de la investigación académica y así estimular cambios reales en el lugar de trabajo. Antes que nada, la investigación debe ser accesible (tanto en el lenguaje mismo y en el lugar de su publicación) a una audiencia general. En segundo lugar, diferentes estrategias deben crearse para centrarse en los comportamientos que a menudo reflejan predisposiciones inconscientes.
En los últimos años, una serie de libros asumieron el reto común de aumentar el conocimiento y el desarrollo de herramientas y políticas prácticas para combatir estos prejuicios institucionales y psicológicos.
El más influyente de ellos fue el best seller del 2.013 "Vayamos adelante: las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar", de Sheryl Sandberg. Este libro generó una variada crítica, mucha de la cual parecía tener más en cuenta el título antes que su contenido. La narrativa de Sandberg se basaba explícitamente en sus propias experiencias de vida.
En su momento, quedó claro que su objetivo era "más relevante para las mujeres que tienen la suerte de tener opciones" en lugar de para aquellas que "luchan para llegar a fin de mes" y, más recientemente, incluso se disculpó por no haber sido más sensible a los desafíos de que enfrentan las madres solteras.
Ahora, de Jessica Bennett llega el "Club de la lucha feminista: Un manual de supervivencia en la oficina (para un lugar de trabajo sexista)", que utiliza la misma base de investigación académica para hablar con un grupo demográfico completamente diferente con una voz completamente diferente. Es "Vayamos adelante" pero concebido como una guía ilustrada para los millennials.
Donde Sandberg puso cuidado para evitar ofender y aclarar que ella no estaba hablando de todo el mundo, el libro de Bennett incluye un "womanifesto" (manifiesto femenino) y un capítulo subtitulado "Compórtate con misma la confianza que muestra un hombre blanco mediocre". A pesar de su tono irreverente, el "Club de la lucha feminista" está como apoyado en la investigación académica, al igual que "Vayamos adelante".
Hacia el final, se incluye una carta de seis páginas muy útiles para los hombres. Antes, sin embargo, el libro está lleno de historias, dibujos y consejos prácticos sobre todo para las mujeres que trabajan. Los temas cubiertos van desde la lactancia y el poder de negociación necesario para encarar pedidos de aumentos salariales y tutoría profesional. Bennett logra transmitir una notable cantidad de sustancia enérgica y entretenida.
Si algo critico al libro, es la falta de un arco narrativo. Bennett utiliza la creación de su propia Club de Lucha Feminista (esencialmente un grupo de apoyo de mujeres que están iniciando su carrera) como un tema pendiente que puede reunir las diferentes piezas, pero en las primeras páginas ella sugiere que el libro puede leerse en casi cualquier orden. Como un hombre blanco, de 54 años de edad (que puede o no ser mediocre), admito que no estoy en buena posición para juzgar si Bennett ha golpeado en la forma más eficaz para transmitir información importante a la Generación "Y".
No puedo dejar de aferrarme, sin embargo, a la antigua usanza de la noción de que es más fácil retener información integrada en una línea de historia general, antes que mediante la transmisión desconectada de piezas de información. Dicho esto, si el "Club de la lucha feminista" está en el camino correcto en su estilo de presentación, se ha realizado un gran servicio no sólo a su público objetivo, sino también a las empresas en las cuales ellas trabajan o trabajarán.
Jonathan A. Knee es profesor de práctica profesional en la Columbia Business School y asesor de alto rango en Evercore Partners. Su próximo libro, "Class Clowns: How the Smartest Investors Lost Billions in Education", será lanzado en noviembre por la Columbia University Press.