Por Marcelo A. Pedroza
COACH – mpedroza20@hotmail.com
Aprendemos constantemente, eso es maravilloso. La identificación de esa posibilidad produce un cauce extenso de crecimiento. Para que así suceda hay que considerarla de esa forma. Para ello es determinante sentirnos eternos aprendices. Por lo cual, cuanto más creemos saber más necesaria se torna la detención por un instante, para descubrir que probablemente apenas hemos dado unos pasos en el caudaloso bosque del conocimiento. La parada es obligatoria para evitar cualquier tipo de grandilocuencias.
Y nos dispone para hallar el copioso trayecto que voluntariamente queremos recorrer. Entonces el continuar asombrándonos no tiene vencimiento temporal y depende de la intencionalidad de quien está dispuesto a superarse día a día. Y esto requiere darle su lugar a lo que nos deja una experiencia o a lo que nos está mostrando o a lo que nos quiere decir; dado que ayuda a liberar las emociones, a expresarlas, a compartirlas y permite ahondar en la creación de las opiniones que puedan sucederse al respecto.
Es intensa la unión que existe entre todo movimiento y su necesario descanso. El complemento entre ambos se mantiene inalterable cuando encuentran las razones para sostenerse en el camino. Es lo que facilita la chance de reforzar lo que nos estimula y dejar de lado lo que no nos hace bien. Podemos recrear aquello de avanzar y parar, y recargar energías, para corregir algo, para mirar hacia atrás y sorprenderse hasta dónde se ha llegado, para dialogar con quienes pueden fortalecernos con sus palabras, para agradecer, para invitar a otros a que se unan y de esa forma disfruten el acto de compartir.
Hay que creer en el refuerzo sostenido de los valores que nos dignifican y nos hacen parte de un sistema amplio y con enormes senderos.
Albert Bandura, psicólogo canadiense, nacido en Alberta en el año 1925, es uno de los más prestigiosos investigadores sobre el aprendizaje y su teoría aborda el tema con una profunda mirada hacia lo social. El maestro sostiene que "muchas conductas estereotipadas son producto de procesos como el refuerzo, el aprendizaje por observación y la autorregulación". Tiene un sitial especial la capacidad de retroalimentar lo que nos engrandece. Vale el doble esfuerzo, el ímpetu permanente para dejar una huella donde estamos.
Hay que creer en el refuerzo sostenido de los valores que nos dignifican y nos hacen parte de un sistema amplio y con enormes senderos. Debemos reforzarnos interiormente, y para ello debemos creer en los demás y por supuesto en nosotros mismos, en la belleza natural que se presenta como inteligencia y que es propia del ser humano.
Y así como una niña o un niño necesitan contar una y otra vez del uno al diez para sembrar en su memoria la base de un mundo matemático por venir, de esa misma forma podemos reforzar las buenas acciones que están a nuestro alcance y así hermosear el espíritu social al cual pertenecemos.
No nos podemos cansar, ahí renace la idea del equilibrio entre el desplazarse y la quietud reparadora. En ambos momentos los ejemplos están expuestos a la observación, ¡y vaya cómo aprenden los niños con el solo hecho de mirar!, es que el poder de la observación enseña. Aprendemos en todo acto y enseñamos con lo que hacemos. Y en ese proceder se expresa el respeto a las pautas que hemos acordado al convivir. Es cuando cada uno comprende el valor que las mismas poseen y lo testimonia con sus acciones.