Por Richard E. Ferreira-Candia
Periodista, analista y docente
La política es la búsqueda de poder y es una sola. Da igual si uno busca alcanzar la Presidencia de la República, la coordinación de un club o liderar un centro de estudiantes. Para alcanzar y mantenerse en el poder, es imprescindible desplegar estrategias y aplicar tácticas acordes al entorno en que se desenvuelve uno.
Con el comandante, ya disfrutando de nuestro acostumbrado café negro, sin azúcar, en el altillo del Café Literario, compartíamos apuntes del libro "Juegos de poder", de Dick Morris, en el que el experto en comunicación habla de estrategias y tácticas de casos históricos de cómo actuaron grandes líderes políticos para ganar y qué de malo hicieron para perder.
Algunos juegos de poder se desarrollan en grandes escenarios, con enormes audiencias, pero los cálculos estratégicos son importantes para cualquiera que esté interesado en la "persecución de poder", señala Morris, que, además, reconoce que "no existe política más sanguinaria que la competencia".
La política es también competencia permanente, acotó el comandante. Es diaria. Los políticos que naturalmente buscan el poder, todos los días desarrollan acciones, sobre todo en el ámbito de la comunicación, con la intención de ganar pequeñas batallas que los ubique en una mejor posición ante la sociedad, que, finalmente, es la que le dará su voto de confianza o el desprecio.
Por lo que se ve, muchas acciones son desarrolladas sin estrategia alguna, al menos una bien diseñada, le indiqué. Asintió con la cabeza, mientras tomaba un nuevo sorbo del humeante café.
Morris habla de la competencia política, esa "sanguinaria competencia" a la que prácticamente estamos acostumbrados en el país. En el contexto de esa lucha de poder, como estrategia para tener éxito, el autor estadounidense y ex asesor presidencial agrupa algunas consideradas por él como "básicas". Una de ellas, la tercera de seis, la define como "Triangulación".
En política –dice Morris–, como en cualquier otra vocación, los conflictos estáticos e inmutables aniquilan la imaginación, deprimen el espíritu y socavan la capacidad de alcanzar el acuerdo y el consenso. En vez de continuar interminables peleas o debates –en la oficina, en el mundo de los negocios, o dondequiera que uno vote– hay momentos en que la mejor solución es colocarse por encima de la confrontación, incorporar las mejores propuestas de ambas partes y delinear un tercer camino para lidiar con los problemas.
El experto agrega que "la triangulación implica el uso de las soluciones de ambos partidos para resolver cada problema nuevo; implica la adopción de lo mejor de cada partido y la formulación de un tercer enfoque que descarte las soluciones fallidas y que incorpore las que funcionan".
Intentemos bajar esta descripción al plano local actual, dijo el comandante, mientras llamaba a nuestro amigo el mozo para pedir dos tazas más de café, y un vaso de agua tónica.
En política, el que sea más astuto y haga este papel, el de adecuar su acción según la necesidad, es el que tendrá mayor éxito. Observamos muchas veces que existen enfrentamientos estériles, polarizados, entre dos bandos bien diferenciados. Estos contendores no se percatan de que una tercera fuerza capta el desgaste en el que caen y lo convierte en fortaleza propia. A nivel local, entre los más conocidos políticos, se podría señalar que los más eficaces en la aplicación de esta estrategia pueden ser Fernando Lugo y Mario Ferreiro.
Los dos navegan en medio de una confrontación que se da principalmente entre el Gobierno y algunos sectores de la oposición aliados con la disidencia colorada. Lugo, astutamente, se ha dedicado solo a responder los ataques que recibe, pero no fue hasta ahora punta de lanza de las críticas al Gobierno. Se aleja de la "polémica". Mario, con menos presión política, se ha dedicado a trabajar por Asunción para fortalecerse políticamente, y, de momento, no está mal ni con el Gobierno ni con la oposición. Esto podría explicar de alguna manera por qué ambos están bien posicionados en las encuestas; Lugo más que Ferreiro. La gente probablemente los esté viendo como "alternativa" ante tanta confrontación.
A lo largo de los años, y los extenuantes debates –agrega Morris–, las ideas particulares, las soluciones y las propuestas tienden a identificarse con un solo partido o facción, aunque los problemas a los que se dirigen sean comunes para ambos.
El comandante continúo con su análisis. Veamos el caso del EPP. Para el Gobierno los culpables son los políticos que tienen "vinculación" con el grupo criminal, para la oposición, el culpable de la situación es el Gobierno, por la ineficiencia en el combate. El problema, sin embargo, es común para ambas partes. De hecho, ya lo fue para los anteriores gobernantes, lo es ahora para Cartes, y, si no se elimina ese foco de conflicto, seguirá siendo para el próximo gobierno, sea quien sea el que ocupe el cargo presidencial. Y sale perdiendo la gente.
Acá, la responsabilidad la tienen muchos. El EPP no surgió ahora, viene de hace más de una década y ninguno de los que estuvieron en el poder pudo hasta ahora solucionar este drama.
Respecto a la estrategia de triangulación y los conflictos, Morris también reflexiona y dice que "la identificación de ciertos problemas con ciertos partidos o facciones ofrece una magnífica oportunidad estratégica: la posibilidad de solucionar los problemas del bando opuesto".
Es decir, aquí cabe perfectamente lo sostenido por Morris. Hay una suerte de actuación "en el medio" que permite a algunos estar alejados de la "polémica" o de los problemas generados por el enfrentamiento, aunque se los quiera involucrar.
El comandante, que tenía el libro con algunas marcas con pincel fosforescente amarillo, leyó lo siguiente: "En el libro del Tao, Lao-tzu escribe que 'mantenerse en el centro es escuchar la voz de la mente interior'. La triangulación, como metodología, implica un movimiento hacia el centro. Como ideología, exige bajar el volumen de las propias ideas y escuchar, en cambio, las voces de las mentes interiores de la propia nación".
Entiéndase bien –aclaró el comandante–, se habla de "bajar el volumen" para "escuchar la voz de la nación", es decir la de la gente. De ninguna manera significa abandonar la ideología, las posiciones, posturas o ideales, que, por el contrario, deben estar firmes siempre, como bien lo dice el mismo Morris en una de sus estrategias básicas: "Mantenerse fiel a sus principios". Y esto, el de mantenerse fiel a los principios, más que básica, debe ser permanente, pero triangulando la estrategia. Eso.