Por Aldo Benítez

Gustavo Azócar Alcalá es periodista,escritor y consultor político venezolano.En charla con La Nación, dice que el desplome del régimen de Nicolás Maduro,que deja a Venezuela sumida en la pobreza y violencia, es la crónica de una muerte anunciada.

</b>Acordamos hacer el encuentro con Gustavo Azócar en el Granados Park Hotel de Asunción, donde se desarrollaba un congreso de Marketing Político del que el venezolano formó parte. Es la primera visita de Azócar en Paraguay y me dice, que, hasta lo que pudo recorrer, Asunción le parece una ciudad encantadora.

Como para ir conociendo más sobre lo que pasa en Venezuela, le pregunté cuánto podría llegar a costar un café hoy en Caracas. Mi idea era que eso sirva de excusa para que yo haga el pedido correspondiente al bar del hotel, de modo tal que ambos podamos estar más distendidos para la charla tomando un café caliente. Pero su respuesta fue contundente y gráfica como para comprender el contexto de la vida de un venezolano.

Azócar me cuenta que tomar un simple café en la Venezuela de Maduro hoy, una simple taza de café con leche, puede costar de 5 a 10 dólares. El sueldo base de los venezolanos en la actualidad varía de entre 45 a 60 dólares mensuales, lo que hace que, en apenas un café, común y silvestre, se vaya el 10% o 20% de todo el salario mínimo de un trabajador normal en Venezuela. El ejemplo pinta de cuerpo entero lo que ocurre en un país que carga con un desabastecimiento de casi el 70%, según los datos de organismos internacionales.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Azócar señala que en años anteriores, Venezuela era un gran productor de café y tenía miles de hectáreas de caña de azúcar. El país era exportador de ambos productos y cientos de familias venezolanas dependían de estos rubros. Todo esto se perdió y murió con los años de la revolución bolivariana que empezó Hugo Chávez y que continúa, hasta hoy, Nicolás Maduro. Un kilo de azúcar puede costar 5 dólares, y para encontrar este producto, hay que formar largas filas.

Azócar menciona que cada día aumenta el número de compatriotas suyos que despiertan sin saber qué desayunar. Sin saber qué almorzar. Sin saber qué cenar. Unos porque directamente ya no tienen para comprar nada y otros porque no logran obtener los alimentos de consumo básico. "Por primera vez en la historia de Venezuela, tuvimos que empezar a formar largas filas frente a las panaderías para comprar un pan. Para comprar un pedazo de pan", se explaya el periodista.

Azócar Alcalá se acomoda el traje de corderoy y color camel. Quizás está esperando que invite el café que, en principio, mencioné, pero a esta altura de la entrevista, ya me había olvidado de hacer el pedido. En su trabajo como consultor, Azócar Alcalá, magister en Estrategia por The George Washington University, recorre varios países de Latinoamérica para brindar su charla denominada "El mensaje eficaz" y aprovechar para pedir la solidaridad latinoamericana con su país. Mi intención de hablar con Azócar Alcalá no fue para saber qué piensa el consultor, ni el periodista, ni el escritor, rubros en los que también trabaja, sino más que nada para entender la visión de un venezolano, de 50 años, casado, con tres hijos y dos nietos, sobre lo que es hoy Venezuela y lo que puede llegar a pasar.

La revolución que no fue

A mediados de 1990, Venezuela atravesaba una fuerte crisis social. Los casos de corrupción iban aumentando en sucesivos gobiernos, a la par de que grandes sectores de la población quedaban fuera del sistema de atención estatal, rememora hoy Azócar Alcalá. "El país estaba en una crisis política y había mucha pobreza, enormes sectores del país que estaban totalmente abandonados", agrega el periodista.

Dice, en ese contexto, que la democracia en ese entonces había hecho muchas cosas buenas en Venezuela -como la consolidación de un sector industrial y comercial- pero que también dejó muchas cosas negativas. "Nuestra democracia de los 90' se olvidó de mucha gente de los sectores populares, muchas familias se sintieron olvidadas por la democracia y eso era un caldo de cultivo ideal para alguien como Hugo Chávez, que prometía un cambio radical a lo que se tenía hasta entonces", indica.

Esta situación hizo que la aparición de un "mesías", que prometía acabar con la corrupción y darle a los pobres casa, pan y trabajo, sea aceptado a partir de la desesperación. Así fue como Hugo Chávez Farías, en diciembre de 1998, fue electo por mayoría popular para ser presidente de un país en llamas, pero que tenía siempre una gran billetera gracias a la renta petrolera. Ya en 1992, Chávez había intentado ser presidente mediante un golpe de Estado que fracasó. Incluso esta situación fue olvidada por la gente que lo votó, apenas seis años después.

Azócar Alcalá puntualiza que él y varios otros venezolanos advirtieron, antes de que Chávez asuma, sobre las ideas que el militar tenía para el país. Sin embargo, todas las advertencias no fueron escuchadas. El pueblo venezolano quería un cambio a todo lo que estaba viviendo y de alguna manera, el perfil enérgico de Chávez y su posición de "luchar" contra los que se enriquecieron con el gobierno, hizo que la gente compre su proyecto político. Nadie imaginó -salvo algunos- lo que se venía para Venezuela.

El periodista reconoce que en principio, el gobierno de Chávez se presentaba algo fresco y como todo lo nuevo, generaba ciertas esperanzas. Pero todo cambió a los pocos años, y Chávez empezó por cambiar las leyes y establecer un gobierno autoritario. En poco tiempo, Chávez fue destruyendo al sector privado, fue cercenando y limitando las libertades ciudadanas y públicas, acabando los medios de comunicación y dando mayor poder al ejército. Hoy día, en Venezuela, 13 de 23 gobernadores son militares. Además, el 70% de la administración pública venezolana está en manos de militares y como si fuera poco, la destrozada economía venezolana también está manejada por la fuerza armada nacional bolivariana, explica Azócar Alcalá.

La revolución del hambre

Los cerca de 4 millones de venezolanos que salieron a protestar el jueves pasado en Caracas y en las principales ciudades de los otros estados, resultaron una bocanada de aire fresco para quienes piensan que este ciclo va a cerrarse más temprano que tarde. Pero, principalmente, es un mensaje inequívoco de la gente: El estómago no sabe de paciencia ni de diatribas políticas. El hambre golpeó con demasiada fuerza las casas de las familias venezolanas que gran parte de quienes estaban en las calles este jueves, fue la misma que creyó en el proyecto de Chávez años atrás, cuenta el periodista venezolano.

Chávez empezó su gobierno como un nuevo modelo justamente para acabar con la difícil situación de mediados de los 90´, pero terminó siendo peor que aquella pesadilla de la que los venezolanos querían escapar. El sistema económico de Chávez, ni de Maduro, logró terminar con la corrupción de los poderes estatales. Al contrario, se adueñaron del sistema y empezaron a callar las voces de quienes los denunciaban, violentando derechos civiles y humanos a lo largo y ancho de Venezuela.

La revolución bolivariana obliga cada día a más familias a buscar comida por las calles, deja a miles de jóvenes sin empleo y a toda Venezuela sumida en la violencia extrema. Las 25.000 muertes violentas por año hacen de este país uno de los más violentos del mundo.

Azócar Alcalá agrega otro punto: Venezuela, con Chávez, se convirtió en una gran ruta de tráfico de drogas desde Colombia a México. Datos oficiales indican que al menos 300 toneladas de droga (marihuana, cocaína, etc.) son transportadas por departamentos venezolanos. De esta cifra, gran parte se queda en las ciudades y se convierte en el principal objetivo de miles de jóvenes ociosos, que sin oportunidad de encontrar empleo, se vuelcan al vicio. La muerte y los asaltos son cosas diarias en las calles de Caracas hoy día. "Destruyeron el tejido social de todo un país", se resigna el periodista.

Azócar Alcalá encuentra una lógica en este desplome económico en su país. "La revolución socialista se sostenía en el dinero que tenía la renta petrolera para Venezuela. Cuando los números de crudo rendían alto, en la época de Chávez, había dinero para todo. Había dinero para ir cubriendo aquellas medidas arbitrarias que se cometían, como las expropiaciones de empresas privadas. Chávez incluso financió campañas políticas en toda la región con el dinero de los venezolanos. Eso cambió y cayó el sistema", dice el especialista.

Vale mirar los números históricos del precio internacional de petróleo para tener una idea más aproximada. En el 2014, con un costo de US$ 90 el barril de petróleo, Venezuela logró un ingreso petrolero de US$ 40.000, que ya era muy inferior a lo que venía obteniendo entre 1999 y 2013. En el 2015, los ingresos ya bajaron a US$ 12.000 millones y ese mismo año, Venezuela registró -según datos oficiales- la inflación más alta del mundo, con 180%. Ahora, el precio más actualizado habla de US$ 40 el barril para este año, con una tendencia a bajar.

Azócar Alcalá, que califica la manifestación del jueves último como un hecho histórico, agrega que lo vivido es apenas el principio de lo que va a venir si Maduro insiste en no escuchar a la gente. A su propia gente, que pide el referéndum revocatorio. "Es como estar en una casa incendiada y la única puerta está siendo cerrada por una sola persona. En algún momento uno va a tener que romper las puertas, las ventanas o echar las paredes para salir de esa casa que se cae, que se incendia", grafica el periodista.

Pasaron 50 minutos de charla. Azócar Alcalá cree que hacer escuchar su voz fuera de Venezuela puede ayudar a que se comprenda lo que los suyos están pasando. Me dice, mientras se va, que la hospitalidad del paraguayo es lo que más le sorprendió de nuestro país. Yo me fui sin pedirle disculpas por no comprar el café.

Déjanos tus comentarios en Voiz