Por: Micaela Cattáneo

¿Sabías que existe una campaña mundial que busca involucrar a hombres y niños en la lucha por la igualdad de género? Bueno, si no estabas al tanto de ello, te contamos de qué se trata. Su nombre es HeForShe y es un movimiento global que pretende hacer partícipe al género masculino en la reinvindicación de los derechos de la mujer a través de acciones concretas.

En nuestra sociedad es muy común escuchar que el término "masculinidad" es sólo aquella característica que le es propia al varón. Claro, la definición es correcta, pero bastante limitada. ¿Por qué? Porque tanto la masculinidad como la feminidad son expresiones que incluyen a hombres y mujeres por igual.

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Oswaldo, también líder de Menengage - la alianza de ONG más grande del mundo que trabaja con hombres y niños en la promoción de la igualdad-, nos lo explica mejor: "Tanto la mujer como el hombre cuentan con una dimensión masculina y una femenina y parte de la tarea del desarrollo humano es lograr ese equilibrio".

Ahora bien, el problema aparece cuando el hombre siente un repudio por esa feminidad, que no le es ajena, reconociéndola como algo inferior que le otorgará debilidad o que será objeto de burla. Este pensamiento, bastante naturalizado en la cultura del género masculino, es el reflejo de una sociedad donde el machismo es el pan de cada día.

Y es que hay cierta complicidad entre los que promueven la idea de que la mujer siempre está por debajo del hombre. "Él busca ser aprobado dentro de un grupo de amigos o colegas. Si la norma social prevaleciente es la del machismo ("el hombre es el que debe llevar la delantera, la dirección"), entonces necesita aparentar que lo aprueba; ya que si lo cuestiona, podría ser excluido", menciona Montoya sobre la difícil tarea de transformar esta actitud.

"Los varones latinoamericanos precisan aceptar las 'nuevas maneras de ser hombres' para romper con los mandatos culturales sobre lo masculino, que conducen a menudo a ejercer poder y violencia sobre las mujeres", enfatiza el investigador social nicaragüense en una de las capacitaciones que realizó en nuestro país en el marco del movimiento global HeForShe.

En base a lo señalado en el párrafo anterior, más de un lector podría estar preguntándose: ¿Qué implica aceptar esas 'nuevas maneras de ser hombre'? A lo que el experto contesta: "Derribar los privilegios; la noción de que los hombres -por ser hombres-, merecen algunas prerrogativas". Y agrega: "No hay nada especial con el ser hombre, es simplemente un dato, una característica biológica que no tiene por qué ser el centro de nuestras vidas".

Un concepto silencioso

Uno de los ejemplos más visibles en la sociedad, citado también por Montoya, es que cuando el hombre llega al hogar cree que está absuelto de realizar las labores domésticas, porque considera (y desde siempre lo consideró) que eso es "cosa de mujeres". Una realidad tan establecida en nuestra cultura, que a simple vista puede pasar desapercibida porque no comprende un acto grotesco en sí, pero donde el hombre, de igual forma, manifiesta su "poder" sobre la otra persona, en este, caso sobre la mujer.

Toda esa situación está conceptualizada bajo el término de micromachismo, que por más que suene pequeño evidencia contextos cotidianos imperceptibles, en donde el hombre de manera sutil busca maniobrar aquella superioridad de la que hablábamos en un principio. "¿A qué hora estará la comida?, ¡Ah, vas a ir con tus amigas y me vas a dejar solo!", ejemplifica el entrevistado sobre hechos y comentarios que comúnmente denotan cómo el hombre está reacio a aceptar esas nuevas maneras de ser de su género.

La solución

Con el tiempo la mujer ha logrado conquistar espacios que anteriormente sólo eran ocupados por hombres, tal es el caso de su participación en la política donde su lucha se ve reflejada, sobre todo en la promoción de leyes que la protejan.

En Paraguay, el pasado 10 de agosto se abrió una puerta hacia una mayor igualdad, tras la media sanción por parte de la Cámara de Diputados en el Proyecto de Ley de Protección Integral contra todo tipo de Violencia hacia las Mujeres, la cual ahora debe ser estudiada por la Cámara de Senadores.

Pero esa estructura de dominación masculina aún es sólida, lo cual impide una total paridad entre ambos géneros. "Son siglos que hay detrás", empieza Montoya, y continúa: "Se necesita la acción de las políticas públicas para que éstas puedan incluir las materias de igualdad y de derechos humanos en el currículum educativo. Veo que estas materias se instalan en el nivel universitario, siendo que ya deberían estar en la primera instancia escolar", dice indicando cómo desde la escuela se reproducen los estereotipos, los patrones de desigualdad.

Ser hombre para la sociedad actual implica apartarse del modelo de comportamiento que supone la supremacía del género masculino por el femenino. Se trata de buscar alternativas y espacios que promuevan el protagonismo compartido, porque sólo así lograremos que la cuestión género-poder no quede en puntos suspensivos.

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