- Por Lic. Emma Paoli
La pertinencia de la formación y la Calidad de la Educación Superior están íntimamente ligadas; pero son diferentes, son nociones socialmente construidas, multi-contextuales y polisémicas. La universidad en su historia, desde que se creó, hace diez siglos, siempre ha enfrentado el problema de si debe adaptarse a la sociedad o la sociedad adaptarse a ella.
La universidad siempre ha tenido esa tensión permanente, esa contradicción entre adaptarse al entorno o tratar de que el entorno se adapte a ella, y obviamente eso ha generado profundos conflictos.
Michel Serres, en el libro que dirigió sobre la historia de las ciencias, relata cómo mientras la universidad italiana durante el Renacimiento estaba dedicada a la teología, afuera se formaban escuelas para enseñar a los hijos de los burgueses, de los comerciantes y de los banqueros la contabilidad y la aritmética, que era lo más avanzado de la época.
La universidad francesa después de Napoleón, y la universidad de Berlín creada por Humboldt en 1810, que introduce la investigación en su seno y crea el concepto de postgrado, marcan una nueva forma de organización de la sociedad que rápidamente se generalizó en occidente.
- La universidad siempre ha vivido una tensión creciente acerca de la pertinencia de sus saberes. Si se sobreadaptara, como todos los seres vivientes, perdería sus características centrales. Si la universidad se sobreadapta, como quieren paradójicamente tanto el mundo neoliberal como el mundo radical que pretenden que se acomode a las condiciones del momento, perdería su esencia y su razón de ser.
Es una universidad que tiende a responder a las nuevas exigencias generadas por la revolución industrial y el ascenso de la burguesía como clase dominante. La universidad siempre ha vivido una tensión creciente acerca de la pertinencia de sus saberes. Si se sobreadaptara, como todos los seres vivientes, perdería sus características centrales.
Si la universidad se sobreadapta, como quieren paradójicamente tanto el mundo neoliberal como el mundo radical que pretenden que se acomode a las condiciones del momento, perdería su esencia y su razón de ser. La pertinencia es un problema de enorme complejidad, lo cual implica que se debe ser mirada desde su complejidad y desde la relación compleja que establece con su entorno, donde hay antagonismo, complementariedad e independencia.
No se puede hacer un programa pertinente enseñando según las demandas inmediatas de alguno de los actores sociales. Lo importante es poder enseñar a las personas los fundamentos de su disciplina, de su profesión.
Los profesionales que forma la universidad, deben desarrollar las capacidades que les permitan tener gran capacidad de abstracción, manejar sistemas simbólicos, la mayor de las veces altamente formalizados, con un pensamiento sistémico no reduccionista ni simplificador, capaces de experimentar y de trabajar en equipo.
Se requiere formar lo que se ha llamado analistas simbólicos, personas que puedan adaptarse a las condiciones cambiantes en medio de un proceso de creación, construcción y deconstrucción de conocimientos, saberes y prácticas. La universidad deja de ser pertinente cuando centra su enseñanza en los procedimientos y no en los fundamentos.