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Recordemos que nuestro medio presentó ayer un informe del Programa de Justicia Juvenil Restaurativa, con datos duros sobre la delincuencia juvenil en ciudades del departamento Central, que daban cuenta de que el 70% de los menores infractores no culminaron la primaria y que más del 50% consume drogas.
Trabajar con la familia
El mejor camino es trabajar con la familia del adolescente, ya que ésta es la base para lograr que el menor salga de la situación en la que se encuentra por haber cometido algún delito, a criterio de la defensora pública penal adolescente, Jenny Santander.
La profesional precisó que estos menores por lo general necesitan una asistencia y una contención desde el punto de vista familiar y de allí que trabajan con los padrinos, tíos, abuelos, de manera que ellos ayuden a que salgan adelante. Sin embargo, reveló que los adolescentes sin familiares no tienen donde acudir y que éstos precisan de un espacio donde puedan ser contenidos y no volver a cometer un delito.
"Cuando el menor infractor ingresa al sistema penal se realizan dos estudios; psicológico y socio-ambiental; éstos señalan, en muchos casos, que los padres están separados o en situación de calles, otros recluidos en la cárcel y además son alcohólicos", explicó Santander y agregó que en los jóvenes siempre está presente la adicción.
Apuesta a la educación
No caben dudas de que la educación es una pieza clave para "reeducar" a un menor que cometió un hecho punible, sobre todo considerando que la mayoría de los adolescentes nunca fue al colegio o solo alcanzaron el segundo o tercer grado de la escuela; por tanto, el bajo nivel educativo es un común denominador en los menores procesados.
De acuerdo a Santander, "se busca que estos adolescentes culminen su educación y opten por nuevos caminos, estudiando y realizando cursos de oficios en el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) para luego encontrar una ocupación que le reditúe ingresos económicos".
En los casos de los menores infractores, por lo general no se tiene en cuenta el delito cometido, sino que los profesionales se concentran en los propios adolescentes y en su reeducación, según la profesional.
Motores de la delincuencia
La directora del Centro de Atención a Víctimas del Ministerio Público, Karen Pérez, manifestó a La Nación que la falta de comunicación con los padres y el medio en el que viven influyen considerablemente en los menores infractores.
De allí la importancia de una buena comunicación entre los adolescentes y sus padres, ya que los menores argumentan que "no son escuchados" y terminan refugiándose en los amigos.
"Los padres deben hacerse de tiempo para conversar con sus hijos, porque los jóvenes quieren respuestas rápidas a sus consultas e inquietudes, y, si los padres no responden, los menores recurren a internet o a amigos, y, es así como caen en malas compañías y por ende en la delincuencia y la drogadicción", añadió Pérez.
Drogadicción como refugio
Un adolescente se vuelve adicto a las drogas por que busca un refugio donde olvidar, habitualmente, los problemas familiares, conforme la psicóloga Pérez, quien agregó que es más fácil que los jóvenes caigan en la adicción por la etapa en la que se encuentran.
Otro punto que enfatizó la profesional es que se perdieron los valores familiares, como el respeto, la comunicación de padres e hijos, que permiten que estos busquen un escape o refugio en las drogas, que luego los conduce a la delincuencia, o viceversa.
Política Penal Adolescente
El director de Derechos Humanos de la cartera estatal, Édgar Vázquez, explicó que luego del incendio de la cárcel de Panchito López se elaboró una política penal adolescente, que ya fue aprobada por el Consejo de la Niñez y la Adolescencia y que en los próximos días se dará a conocer a la opinión pública.
Seguidamente, recalcó que el acompañamiento familiar es sumamente importante para los menores infractores, asegurando que es una pieza clave para que ellos no vuelvan a reincidir.