Aunque para muchos la velocidad en ruta es una analogía de la libertad, para otros, empuñar el volante es un compromiso que genera tensión, malhumor y ansiedad. Para reducir el número de siniestros, los coches autónomos asumen el mandato de ser más seguros y confiables. No es casualidad que los esfuerzos de muchos fabricantes estén enfocados en diseñar pilotos de conducción automática y métodos para predecir la conducta de los peatones, con el fin de que el sistema de navegación adopte la mejor decisión en el menor tiempo posible.

Desde la propia industria automotriz consideran que cuando las personas dejen de intervenir en la conducción, los vehículos podrán desplazarse con mayor rapidez y –gracias a la comunicación V2V o "de un vehículo a otro"– con total seguridad. De acuerdo a las estadísticas, en la Argentina, en el 88% de los accidentes fatales está involucrado el factor humano. El porcentaje se completa con un 7% de responsabilidad de la vía y el 5% a fallas mecánicas.

Mientras Ford equipó su línea Mondeo con un radar que escanea el camino y al captar un transeúnte que se cruza súbitamente realiza una frenada de emergencia, otras empresas buscan llevar esta tecnología al límite. La Universidad de San Diego, escribió un software que reconoce peatones, a una velocidad de 2 a 4 imágenes por segundo, similar a la del ojo humano. Esta visión digital se irá perfeccionando mediante técnicas de aprendizaje profundo, que le permitirán diferenciar un ciclista de un caminante o un anciano de un niño.

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Un equipo de investigadores de las universidades de Cornell y Stanford desarrollaron un sistema de inteligencia capaz de reconocer el lenguaje anatómico del conductor y la conducta que precede a una maniobra arriesgada. El software fue entrenado mediante algoritmos de aprendizaje para anticipar, con una certeza del 90%, cuándo el piloto estaba a punto de ejecutar un movimiento inestable, como el cambio de carril o el adelantamiento. Su implementación podría ayudar a activar un alerta de punto muerto para prevenir colisiones.

Meses atrás, Google patentó un método de seguridad pasiva que consiste en un capot que en lugar de expulsar al peatón, lo retiene sobre la chapa. La inmovilización se logra mediante un pegamento que estará recubierto por una capa de pintura. Al momento de recibir una determinada presión el material que lo reviste se quebrará y dejará actuar al adherente.

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