Por: Tito Caro

La sopa es plebeya. Por lo general es mezcla de mucha cosa y también, por lo general, es alimento contundente. El puchero, deriva su nombre del antiguo pultarius romano que era olla para cocinarlo y para preparar sopa abundante. La nuestra es plebeya como las otras. Se asocia al país en el nombre pero su origen precede a lo nacional, se extiende por otros territorios. Te hablo de la sopa sólida, para contarte de una variación ocurrente y sencilla que conocí en casa de amigos. Fue así: Me preparaba para las Olimpiadas frente a la televisión cuando llega la sopa. Alguien la nombró que llegaba. Te confieso que no le hice mucho caso, la televisión manejaba las atenciones, la mía y la de la mitad de la humanidad, según la misma televisión.

En un momento determinado, mientras desfilaban las delegaciones, me separo del espectáculo olímpico, me acerco a la mesa. Me pierdo. Me pareció haber oído que había sopa y no la encontraba. A la mesa también llegaba M.A. que adivinó mi duda. Sin decir nada me señaló lo que yo buscaba y no veía. En silencio, obedecí. No era sopa, decía yo callado. Mi amiga observaba el desenlace del encuentro. Ella esperaba que las papilas dieran el veredicto, y las papilas, asombradas, dijeron, sí: era ella, la sopa. Miré a las colegas sobre la fuente, hice memoria de la que ya estaba conmigo. Di nombre a un vislumbre que se me había ocurrido y me encontré con el mar en alma y hueso, con sus historias, sus honduras, su infinito recomenzar. La sopa, lector, estaba con el calamar. No la había reconocido porque la tinta del bicho la había enamorado y le cambiaba la apariencia.

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Volví a la televisión mucho después, cuando casi todas las delegaciones ya se alejaban. Me quedé a la mesa, con la sopa y la tinta del calamar. Descubriendo, sin ninguna prisa, la mezcla de sabores, de texturas, de evocaciones. Curioso, pregunté y me dijeron que la ocurrencia era del Mburicao. Un aplauso para el alquimista que supo inventar la variación admirable y sencilla. Los momentos de simplicidad, cuando bien manejados, resultan casi siempre en arte mayor.

Restaurante Mburicao

Prof. Antonio González Riobóo 737 casi Chaco Boreal

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