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La diminuta Belice está teniendo un momento de fama mundial. Simone Biles, la gimnasta medallista de oro de Estados Unidos, también es ciudadana del Estado caribeño. Mientras tanto, los defensores de los derechos humanos están más entusiasmados por la decisión de su suprema corte de despenalizar la homosexualidad.

La Sección 53 del código criminal, que amenaza a las personas que se involucren en "relaciones carnales contra el orden natural" con hasta 10 años de cárcel, es inconstitucional, dictaminó el 10 de agosto el presidente del tribunal, Kenneth Benjamin. La decisión podría sentar un precedente para una región conservadora.

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Fue largo el tiempo de espera. Caleb Orozco, líder del Movimiento Activista Belice Unida, un grupo que defiende los derechos de los homosexuales, esperó tres años para una audiencia después de refutar la ley en el 2010. Su campaña provocó ataques e insultos. Las iglesias la combatieron, en los tribunales como "partes interesadas" y a través de los medios. Lance Lewis, presidente de la Asociación Evangélica Nacional de Belice, llamó al fallo del tribunal "una abominación".

Pero ha dado esperanza a los activistas en los otros 10 países caribeños de habla inglesa que aún tienen leyes contra la sodomía de la era victoriana en sus códigos. Entre ellos está Maurice Tomlinson, un abogado jamaiquino gay que ha huido a Canadá debido a la hostilidad en su país. Él ha refutado las "leyes de sodomía" de Jamaica en la suprema corte. Enfrenta una fiera oposición del procurador general y de nueve grupos con bases religiosas.

Entre los países caribeños anglófonos, Jamaica es más hostil hacia los derechos de los homosexuales. El primer ministro jamaiquino, Andrew Holness, propone un referendo para reafirmar las leyes contra los homosexuales, el cual probablemente será aprobado. Pero la opinión se está volviendo más tolerante. The Gleaner, el periódico más influyente de Jamaica, argumentó en un editorial después del fallo en Belice que "el Estado no tiene derecho a husmear en las recámaras de adultos que dan su consentimiento".

En Guyana, donde un presidente vetó, en el 2001, una legislación que prohibía la discriminación contra las personas gays, el líder actual, David Granger, está estableciendo un tono diferente. En enero de este año, dijo que "respetaría los derechos de cualquier adulto a consentir cualquier práctica que no sea perjudicial para otros". Ahora corresponde al Parlamento de Guyana, y a los de sus vecinos, inscribir ese principio en las leyes de sus respectivos países.

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