La primera en rechazar la eliminación de la Fuerza de Tarea Conjunta, respondiendo a la propuesta del Partido Democrático Progresista, fue la madre del más antiguo de los secuestrados por el EPP, el suboficial Edelio Morínigo, que lleva más de dos años secuestrado.
Con la cordura que le faltó a los proponentes del descabellado proyecto, con la sensibilidad de una madre que lo que quiere es recuperar con vida a su hijo y con el conocimiento y el sufrimiento de la situación en el Norte, la señora afirmó con valentía que va a haber más inseguridad y más y más secuestros y, por si fuera poco, menos trabajo en la zona, factores de importancia capital en una región históricamente abandonada por el Estado, incluso durante el gobierno del que fueron parte los proponentes, como es el caso del ex ministro del Interior Rafael Filizzola, presidente del partido que lanza la propuesta de que el Estado vuelva a abandonar la zona, copada tras largas décadas de ausencia, no solo por el EPP, sino por diferentes organizaciones mafiosas, como los traficantes de rollos, los narcoproductores y los narcotraficantes.
Sin duda, la propuesta de eliminar a la FTC pretende aprovechar la lucha interna en el Poder Legislativo, y el enfrentamiento de un sector, con el Poder Ejecutivo, para sacar, mezquinamente, alguna ventaja política, anteponiendo el electoralismo a la seguridad de gran parte del país.
Enfrascados en sacar ventaja del río revuelto de esta coyuntura política, anteponiéndola al interés de la mayoría de la población, no han dudado en tratar de "desestatizar" y crear una mayor crisis permitiendo mayor libertad de acción a los delincuentes.
Es razonable que legisladores, políticos y ciudadanos en general muestren su preocupación por los secuestrados y por la situación de inseguridad y que critiquen los resultados limitados de la FTC valorándolos con mayor o menor rigor; lo que resulta incoherente, disparatado y tremendamente irresponsable es que pretendan anular la presencia estatal; dejar la zona de nuevo sin custodia sería todo lo contrario a favorecer a la población norteña; sería favorecer a sus verdugos dejando al EPP y demás grupos delincuenciales con las manos libres y a la población totalmente inerme.
Tan descabellado es el proyecto que no plantea qué hacer como alternativa, simplemente dar cancha libre a los delincuentes.
Y resulta cuanto menos sospechoso que representantes de partidos y autoridades de gobiernos anteriores –que dirigieron la lucha contra el EPP y contaron para ello con recursos extraordinarios– ahora pretendan que el gobierno actual decline su responsabilidad en la lucha contra el terrorismo y la obligación de dar garantías a los ciudadanos.
No es raro que cada día sean más los habitantes de la región, desde los pequeños a los grandes productores, que se estén manifestando en contra, que incluso, afortunadamente para el castigado Norte, haya legisladores que cuestionen la propuesta.
Es más preocupante aún que haya legisladores que pretendan incluso que se libere a presos detenidos por estar sindicados como colaboradores de los criminales, como es el caso del senador Arnaldo Giuzzio que, para justificar su pedido de liberarlos, argumentó la vieja máxima que "más vale mil delincuentes sueltos que un inocente en la cárcel".
Hay que recordar a los que olvidan –como el ex fiscal Giuzzio, que se supone que está del lado de la ley– que en la cárcel del EPP hay tres inocentes presos, sin acusación, sin juicio, aislados, privados de los más mínimos derechos, robándoles su libertad y sus vidas; que en la zona norte del país hay miles de inocentes amenazados, pequeños y medianos productores como los menonitas hoy extorsionados en una suma millonaria que los puede llevar a la ruina; que los delincuentes, que no son miles, sino unos pocos, gozan de la plata dulce que le roban bajo extorsión a esos trabajadores; y mientras, los presuntos delincuentes vinculados al EPP por los que él ha intercedido están presos con todas las garantías y hasta pueden recibir y mantener entrevistas privadas con los legisladores que van a visitarlos.