Porque escribir la historia de este género no tiene sentido sin una mujer que lo protagonice. Aquí, tres de los muchos rostros femeninos que acompañan los compases rebeldes del rock nacional.

Por: Micaela Cattáneo

Y por rebelde entendemos que se rebela contra lo autoritario, lo estructurado, lo que impone reglas; por lo tanto, tiene poder, poder de expresar lo que se siente, lo que duele, lo que indigna. Así es el rock, siempre lo fue. Lo que para unos era ruido; para otros, melodías que necesariamente debían sonar más fuerte, sobre todo donde una mujer estaba presente, porque era una forma de decir: "Aquí estamos".

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Y no lo digo yo, lo cuentan los libros, lo afirman los archivos y lo sigue replicando la música, aquella heredada por las más grandes voces del rock. Sí, tantos nombres por citar ¿verdad?, pero creo que los primeros lugares podrían estar liderados por Janis Joplin, Patti Smith, Alanis Morrisette, Joan Jett y Debbie Harry, entre muchas otras.

Pero los tiempos cambiaron, y con ellos la sociedad en general, consolidando la lucha de estas mujeres hasta el punto de hacer imprescindible la presencia de una líder femenina en una banda de rock. Y no por estética, sino por la empatía que representa una mujer para el público de su mismo género, por la sensibilidad con la que viste las letras de sus canciones, por la fuerza con la que hace sonar su guitarra; por el simple hecho de elegir la música para hacerse escuchar.

En Paraguay, la primera banda de rock integrada en su totalidad por mujeres nacía a finales de la década del 70 con Catunga Pereira en la guitarra, Reina Basualda en la voz, Noemi Velázquez en la batería, Lucero Olazar en el bajo y Pamela Amarilla en la otra guitarra; se hacían llamar California Super Star, y luego de 38 años siguen regalando sus más audaces composiciones.

Desde su creación, Las Californias fueron referentes del género en nuestro país, inspirando a muchas artistas de las siguientes generaciones a asumir el rol de rockeras con todas las letras. Una chaqueta de cuero, botas con tachas y gargantilla haciendo juego no eran suficientes, pero sí necesarios para subir a un escenario; porque el talento y la energía del estilo debían hacer gran parte del trabajo. A continuación, tres mujeres del rock nacional que conjugan a la perfección todos estos elementos. ¡Que se empiecen a escuchar los aplausos!

Nancy García Vargas

Como si estuviera en una lista de espera nos dice: ¡Presente!. Nuestra primera rockera, de 29 años, es nada más y nada menos que la vocalista de Pirakutu, el grupo caacupeño que desde sus inicios está a la 'pesca de un sueño' (de ahí la metáfora de su denominación).

Aunque Nancy ya alcanzó el sueño que desde pequeña no la dejaba dormir: cantar; pero al parecer, a su hermano tampoco porque cada vez que la escuchaba, le silbaba. No porque lo hiciera mal, sino porque era la única en su familia que se volcaba a lo artístico y como toda artista, dedicaba la mayor parte de su día a aquello que más le apasionaba.Foto: Aníbal Gauto

Parte de esa infancia la vivió viendo videos musicales por televisión, donde escuchaba a La vela puerca, Árbol y otros grupos del rock argentino, con los que quedaba asombrada, ya que admiraba la actitud con la que los músicos acompañaban cada canción. Fue así que empezó a incursionar en el género; aunque con el tiempo sus gustos se fueron ampliando y en sus auriculares sonaban a todo volumen las canciones de Led Zeppelin, Radiohead y Aerosmith.

"Evanescence", responde al recordar el primer disco que compró en su adolescencia, la voz femenina que marcó esta etapa de su vida. "¿Y cuál creés que es el aporte diferencial de la mujer en el rock?", le pregunto. A lo que contesta: "Es difícil no pensar que es un reto. La mujer no sólo aporta vocalmente, sino también con ideas y sentimientos que muchas veces sólo nosotras podemos expresar por el simple hecho de ser mujeres".

Para la líder de Pirakutu, el rock tiene mucho contenido, es más atrevido; tiene otra naturaleza. "Es la herramienta que tenemos para captar la atención de temas que no se quieren tratar mucho; moviliza a la gente", comenta.

No en vano continúa con el oficio y pretende hacerlo hasta que la garganta le diga basta. En palabras de Nancy se siente el vigor de un género que en nuestro país se ha desarrollado. Y lo manifiesta ella misma: "Cuando empezamos con Pirakutu a hacer folk rock no había tanta diversidad, eso cambió. Hoy hay más gente que tiene claro el panorama de cómo quiere hacer su música", sintetiza, a lo que interrumpe de inmediato y agrega: "De a poco se está abriendo un camino hacia la industria de la música; la cual no se construye sola, sino en conjunto".

Elena Muller

"Mi papá me decía: 'Por favor, Elena, nunca cantes en vivo porque me vas a hacer pasar vergüenza'", recuerda con humor la vocalista de Madame Lynch, The White Lines y Pipoka Shake. Evidentemente lo que su padre le había dicho, quedaría sólo como una anécdota de su infancia, porque si bien cantaba en cualquier rincón de su casa, lo hace oficialmente desde hace dos años.

Hablar de anécdotas con Elena es sinónimo de risas sin parar, sobre todo las que tienen que ver con su carrera musical. Pero para entenderla, hay que saber que su incursión al rock se dio en un concierto benéfico que ella misma había organizado. "Rolando Chaparro había tocado en ese concierto, se hizo amigo mío, me escuchó cantar y me subió a los escenarios a su lado", cuenta.Foto: Aníbal Gauto

Y continúa: "Resulta que cuando empecé a cantar con Rolando y ensayábamos para mi primer show, quise quitarme la vergüenza y me subí a cantar a capela a un colectivo para ver la reacción de la gente. Me dio miedo al principio y dejé pasar dos colectivos, recién en el tercero me subí, en el que canté un tema de Pipa para Tabaco y Pink Floyd. La gente me aplaudió, me felicitó y lo más loco es que en cinco minutos hice G. 35.000; fue una experiencia única".

Por supuesto, los aplausos no terminaron ahí, porque en cada presentación con sus bandas, aumentan. Recordémoslas: Madame Lynch, The Whites Lines y Pipoka Shake. Sí, porque en ese orden llegaron a su vida. La primera es su proyecto solista, en la segunda hace surf rock y en la tercera chicha o también llamada cumbia sicodélica; en todas muestra la autenticidad de su voz, así sincera, como es ella.

"En el rock la mujer puede transmitir la dulzura y la sensualidad, pero creo que en estos tiempos ya no depende del género realmente, depende de la actitud con que se lleve el trabajo y la vida", opina sobre el aporte femenino en el género, citando a Gwen Stefani como su mayor inspiración.

Para Muller, de 24, el Paraguay está viviendo el auge artístico de los 60 en Europa. "Se están creando cosas nuevas, la gente sale a las calles con su arte, sus ideas y eso hace que el resto de la población acepte cosas diferentes", reflexiona, agregando que la música acompaña y da fuerza; por eso, debe decir la verdad.

Polly Ane

Llegó a la terminal un día antes de la entrevista. Y es que Polly vive en Santa Rita, distrito ubicado en el departamento de Alto Paraná, pero cada tanto viene a Asunción para los ensayos de una de sus bandas: Destruye Todo Imperio. ¿Suena fuerte no? pero es la potencia con la que ejecuta su guitarra, tanto en DTI como en su otro grupo, JEJUKA (sí, con mayúscula).

La guitarra y el rock eran dos elementos que no podían escapar de sus manos, estaban muy cerca de ella todo el tiempo. Desde que veía a su hermano aprender canciones de Guns and Roses y Metallica, hasta por los infaltables instrumentos de seis cuerdas que habían en su casa. "Arranqué a los siete con ayuda de mis hermanos y mi papá, ahora mismo hay como ocho guitarras en la familia, entre ellas la primera que tiene como 40 años", comenta.Foto: Aníbal Gauto

Su temprana incursión en la música la hace recordar el nombre de su primera banda de chicas: Le Femmes, en donde casi todas las integrantes tenían entre 15 y 17 años. Creaban canciones basadas en el hardcore punk y con ellas llegaron a recorrer ciudades como Foz de Iguazú, Encarnación, Ciudad de Este y Asunción.

Con relación al papel de la mujer en el rock, reflexiona: "Lo que representa la mujer en una banda es exactamente lo que representa un hombre en una banda. Entre músicos somos todos iguales", y recuerda lo que su 'viejo' explica cuando le preguntan por las calaveras en chalecos y motos: "Igualdad. Uno mirando los huesos así a simple vista no sabe decir si esa persona era millonaria o pobre, si era blanca o negra, si era gorda o flaca, si era hombre o mujer. Entre nosotros somos todos iguales".

La rockera de 25 años no espera nada de la música, porque asegura que sin pedir ya le está dando todo, en especial la satisfacción de encontrar una segunda familia al salir de casa. Tanto en DTI como en JEJUKA, donde da rienda suelta a los acordes del metal, ve cómo el género confronta con aquello que se quiere ignorar, cómo abre los ojos de aquellos que no quieren ver, y eso para ella no tiene precio.

Etiquetas: #Rock

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