Por Emma Paoli
Magíster en Educación
La gestión financiera en la universidad deviene de una creciente tensión competitiva. El perfil financiero y la complejidad de sus operaciones varían, desde las dedicadas a la investigación hasta las dedicadas solo a la formación académica.
Son pocos los principios que se aplican en general para una buena gestión financiera. Esto plantea que ninguna universidad y particularmente ninguna dedicada a la investigación, puede mantenerse competitiva confiando sólo en el financiamiento regular (sea por subsidio estatal o por percepción de aranceles); y, busca definir los mercados manejados tanto por una u otra fuente, en los cuales las universidades compiten por fondos.
Es determinante para la consolidación institucional, el delineamiento de los pasos que son necesarios para generar ingresos no regulares, así como para la creación de mecanismos para este propósito, y desde allí resaltar los principios claves para el éxito. Se ha de enfatizar la importancia de una planificación presupuestaria, desde el monitoreo de su implementación, hasta la estrategia de su administración.
Así, se plantea la necesidad de integrar el financiamiento regular y el financiamiento alternativo, a una matriz de proceso de pronóstico y distribución de recursos.
"Se ha de enfatizar la importancia de una planificación presupuestaria, desde el monitoreo de su implementación hasta la estrategia de su administración.
La gestión estratégica debe ser, en periodos de rigidez financiera, sustentada en la lógica de recursos propios y apropiados para convertir las prioridades estratégicas, en gastos efectivos. Así, se ha de delinear las características esenciales de una institución financieramente sana y autosustentada.
En un mundo competitivo, en el cual los recursos son escasos, las instituciones tienen que alinear sus presupuestos a nivel macro con respecto a su visión prospectiva, y asignar sus recursos en coherencia. Decidir cuál es el mejor valor, tangible y/o intangible, debe delinear el debate estratégico de la institución.
El buen manejo financiero no es una función de una serie de agencias de la universidad, sino que es una característica que ha de impregnar, tanto lo académico (de investigación y extensión) como lo administrativo.
Si bien la mejor garantía de seguridad financiera es: llegar a ser una universidad de excelencia, que atraiga un gran número de estudiantes de alta calidad, que les proporciona una buena formación académica y sea excelente en investigación; un buen manejo financiero le ha de dar el realce a la función académica al otorgar estabilidad, haciendo accesibles los recursos de inversión y re-inversión necesarios.
En un sistema altamente competitivo y comercial, el buen manejo financiero puede dar a una universidad ventaja competitiva sobre aquellas que han restringido sus opciones a través de compromisos incumplidos, por ende, incapaces de responder en forma eficaz a las oportunidades de desarrollo cualitativo. Entonces, la verdadera "acreditación de calidad" de la universidad deviene de su salud financiera y su estrategia de inversión y reinversión.