- Por Esteban Caballero. Director regional del UNFPA para América Latina y el Caribe
Se estima que en el 2015 había en la región 112 millones de jóvenes mayores de 10 y menores de 20 años, los cuales representan un 18% de la población total. Sin embargo, las políticas dirigidas a este grupo de edad no han adquirido el mismo peso y relevancia que intervenciones dirigidas a otras etapas de la vida.
Principalmente aquellas diseñadas para los primeros cinco años de vida. Hasta el momento la adolescencia como etapa de vida no ha concitado suficiente interés para los tomadores de decisión y esto se trasluce en las políticas sociales de la región.
Si bien es indiscutible la relevancia de garantizar protecciones estratégicas en la primera infancia tales como acceso a micronutrientes, vacunas, estimulación temprana y otras, el problema es que los logros obtenidos en esa primera etapa pueden verse desperdiciados en la siguiente.
Si hemos logrado salvar un niño de la desnutrición en la primera etapa, ¿por qué hemos de dejar al adolescente en el que se convirtió quedarse sin una educación secundaria de calidad? La pregunta puede parecer obvia, pero desafortunadamente tiene validez.
- En el Día Mundial de la Juventud, debemos incluir esta reflexión, porque aún entre la población joven los adolescentes ocupan un papel secundario, ya que a pesar de que la adolescencia es parte de la juventud, los movimientos juveniles a menudo se ocupan de los jóvenes mayores, dejando a los adolescentes en un segundo plano.
Ante la ausencia de un énfasis en la etapa de vida adolescente, el informe final del grupo de expertos independientes de la iniciativa "Cada mujer, cada niño, cada adolescente" alerta sobre el hecho de que en la Agenda 2030, los adolescentes deben ser el principal foco de atención.
Argumentan que se trata de una etapa clave de la vida, caracterizada por un cúmulo de factores interactuando en un tiempo rápidos y variados cambios biológicos, emocionales y sociales, que hasta ahora han sido desconsideradas desde las políticas de salud pública.
Por otro lado, estudios señalan que la etapa de vida adolescente está signada por la plasticidad neuro-cerebral, y la facilidad para asimilar cosas nuevas, que, por ende, guarda un enorme potencial, similar al del desarrollo neurológico de la primera infancia 4.
Como se ha mencionado, la educación secundaria de calidad es uno de los elementos axiomáticos de la inversión en la etapa de vida adolescente. Pero, también hay que pensar en las escuelas como espacios seguros y como centros de diálogo comunitarios, en los que se pueda debatir cómo enfrentar una etapa de vida que se caracteriza por el desarrollo de la autonomía.
En el día mundial de juventud, debemos incluir esta reflexión porque aún entre la población joven los adolescentes ocupan un papel secundario, ya que a pesar de que la adolescencia es parte de la juventud, los movimientos juveniles a menudo se ocupan de los jóvenes mayores, dejando a los adolescentes en un segundo plano. Como consecuencia, las políticas de juventud han tendido a priorizar al estudiante universitario, al joven de 20 y más, el joven con más voz que el de sus pares menores.