Por Prince Otto, princeotto@lanacion.com.py

Bajo la consigna de que los trabajos puedan siempre ofrecer la oportunidad de mejorar vidas, el representante residente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Paraguay, Eduardo Almeida, se lanzó al organismo para cumplir este ideal.

En entrevista con el Diario La Nación, Almeida nos habla sobre sus inicios, dificultades, satisfacciones y su percepción del país.

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Asegura que trabajar en desarrollo significa tener la voluntad genuina de mejorar vidas, de tener la resiliencia para enfrentar los desafíos y ser creativo para buscar las mejores soluciones.

-¿Qué lo motivó a elegir su actual profesión?

-Yo soy ingeniero civil y trabajé como consultor y ejecutivo en el sector privado por 15 años. Sin embargo, desde joven, tenía la intención de trabajar 24 horas por día en desarrollo económico, social y ambiental, ya que lo hacía como voluntario.

A los 37 años, tomé un sabático para hacer una maestría en desarrollo y empecé como profesional en esta fascinante área. Me integré al Banco Interamericano de Desarrollo en el 2008 para ir a Haití, en una mezcla de trabajo y misión, con mi familia, después de trabajar algunos años en la sociedad civil.

-¿Cómo fueron sus inicios?

-En las décadas de los 70 y 80, no había, en particular, en países en desarrollo como el mío, una diversidad muy alta de opciones profesionales como hay hoy. En realidad, la opción profesional de desarrollo económico y social solo conocía quien era hijo de alguien que trabajara con el tema. La selección de la carrera de ingeniería se ha dado porque mi padre era ingeniero civil.

De hecho, no me arrepiento de mis estudios de graduación y maestría en ingeniería, así como de haber trabajado por cuatro años como ingeniero, porque me ayudan mucho en desarrollo. Sin embargo, me encanta el hecho de que hoy los jóvenes tienen mucho más opciones para transformar su trabajo en un medio directo de mejorar vidas, sea por las "nuevas profesiones de la era digital" o sea como emprendedor de empresas del tipo "B" (las "B-Corps"), por ejemplo.

Mi hijo estudia derecho, hace una pasantía en la ONU y quiere utilizar su profesión para el desarrollo. Mi hija es sicóloga, quiere estudiar gastronomía y hacer de ella una forma de terapia para personas con depresión. Cientos de jóvenes de Paraguay han descubierto la economía digital ("Naranja") o la economía colaborativa, como un medio de impacto social, con retorno financiero.

Lo ideal es, en mi opinión, que nuestros trabajos puedan siempre ofrecernos la oportunidad de mejorar vidas, con un retorno financiero justo. Creo que nos estamos encaminando a esto.

  • “Nuestros trabajos puedan siempre ofrecernos la oportunidad de mejorar vidas, con un retorno financiero justo”.
  • “La resiliencia para 'volver a empezar todos los días' es lo que me parece más difícil”.

-¿Qué fue y es lo más difícil en el campo que le toca hoy en día trabajar?

-El trabajo de desarrollo es fascinante, como comentaba: es pasar tu día (y noche) trabajando genuinamente para mejorar vidas de las personas y de las comunidades (que pueden ser cooperativas rurales, industrias, ciudades o países).

Pero hay que considerar que, por la naturaleza de la profesión, se tiene exposición pública y se toman decisiones que siempre van a ser percibidas como "dañinas" para algunos. En mi trabajo y mis estudios, siempre aprendí que no hay cambio sin oposición.

En realidad, Maquiavelo, en el siglo XV, en medio al Renacimiento, ya decía que el que produce cambios puede frustrarse, porque los beneficiarios de sus emprendimientos perciben el beneficio solo a largo plazo, sin embargo, los demás perciben daños de inmediato. La resiliencia para "volver a empezar todos los días" es lo que me parece más difícil.

-¿Qué satisfacciones le dio esta profesión?

-El hecho de terminar tu día y poder decir a tu familia los beneficios de los proyectos que lideras no tiene precio.

-¿Qué destaca de Paraguay?

-Me parece un privilegio poder trabajar en una de las instituciones que más impacto tienen en un país que pasa por el momento extremadamente positivo como Paraguay. Las transformaciones que ocurren en este país son impresionantes. La ciudad de Asunción no es la misma que la que conocí por la primera vez en el 2013. Los jóvenes quieren emprender, quieren tener impacto, quieren conocer otros países y volver a la casa. El sector privado construye industrias y servicios, produce más en el agrobusiness, muchos con responsabilidad social y con inversionistas extranjeros. La sociedad civil está encontrando fórmulas nuevas de servicios a las comunidades que impacta.

-¿Qué enseñanza toma de toda su carrera?

-No importa dónde trabajes, siempre puedes ser líder de mudanza y mejorar vidas, a través de lo que emprendes y, sobre todo, de tu ejemplo.

-¿Qué consejo le daría a un joven que desea ocupar un espacio en organismo internacional como el BID, u otra entidad?

-La primera cosa que tiene que hacer es una selección. Trabajar en desarrollo significa tener la voluntad genuina de mejorar vidas, de tener la resiliencia para enfrentar los desafíos y ser creativo para buscar las mejores soluciones.

En segundo lugar, estudie, investigue, busque las mejores instituciones educativas de Paraguay y de otros países para su formación técnica y gerencial.

Con esto, lo restante es fácil: solo necesita pasar en el concurso…

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