Por Jaime Egüez

Director del Club de Ejecutivos

Haciendo una revisión de los últimos diez años de gestión, tanto profesional como personal, he percibido el gran daño que la justificación ha causado en la vida de muchas personas, ya como víctimas de un proceso o como en el crecimiento personal de otras.

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Justificación es lo que determinada persona realiza ante dos situaciones: a) cuando no ha cumplido con un compromiso, b) cuando enfrenta un cambio en su gestión personal. En ambos casos la generación de la justificación es la misma: incomodidad con la realidad que se presenta y sus consecuencias.

Esta actitud muy natural y ampliamente desarrollada en varias sociedades está íntimamente desarrollada por la estructura misma del liderazgo activo de dichas sociedades.

En otras palabras, hay sociedades donde ante un incumplimiento es insostenible presentar una justificación, es casi denigrante. Contrariamente a lo que ocurre en sociedades del exterior, en la nuestra la aceptación de una "excusa" es casi normal. Podemos hasta aceptar diferentes excusas en varias ocasiones antes de agotar nuestra paciencia y sentirnos defraudados.

Este comportamiento no genera compromiso ni planificación de actividades para conseguir un resultado. La razón es simple, siempre habrá alguien a quien trasladar la responsabilidad, pero definitivamente no será el afectado por el incumplimiento. Esto imposibilita que esta persona a través de un proceso de consecuencias se apropie del problema y se concentre en conseguir los resultados demandados.

Por otro lado, ante el escenario de constantes cambios a los que estamos sujetos cada vez más en la sociedad actual, la necesidad de cambiar y adaptarse a nuevos patrones de acción, a nuevos procesos, es natural buscar una justificación para no aceptarlos, una justificación para pedir su anulación.

Es como si queremos que el mundo se adapte a nosotros y no nosotros al mundo. Lastimosamente este procedimiento de defensa ante una nueva situación impide precisamente su crecimiento, bloquea su desarrollo y obstaculiza su participación en una espiral positiva de desarrollo personal.

Las justificaciones deben ser eliminadas de nuestra gestión personal. No tener esta opción disponible hará que nos concentremos en ser efectivos, en ser comprometidos y, sobre todo, hará que nos enfoquemos en avanzar y no quedarnos en un punto cómodo e improductivo para nuestras vidas.

Como padres debemos instalar esta cultura en nuestras familias, en nuestros hijos desde temprana edad, para tener ciudadanos responsables y comprometidos con su presente, para que tengan control sobre las consecuencias que tendrán sus acciones.

En las empresas, en la posición que estemos tenemos que generar grupos comprometidos con los objetivos y con los compromisos. No hay lugar para la justificación en las empresas. Las espirales negativas están cargadas de justificaciones para todos los casos. Esto además de liquidar los procesos de eficiencia, genera una cultura de incompetencia en las empresas que al fin termina matándolas, incluyendo los sueños de todos las que la conforman.

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