Sin excentricidades ni lujos, los fuegos artificiales y la tecnología dieron paso a la imaginación, la música y la vasta cultura popular brasileña, cuando el gigante sudamericano vive una crisis económica y política sin precedentes.
Prevista su presentación en el programa inicial junto al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, al final no sonó el nombre del presidente interino de Brasil, Michel Temer, quien apenas cosecha un nivel de aceptación del 22%.
VERDE
"¡Terrícolas, reforestemos, salvemos el planeta!", rezaban los creadores en su mensaje olímpico, lleno de referencias al cuidado y la protección del medioambiente. Si la Amazonia es el pulmón de Brasil, el Maracaná es el latido de sus corazones.
Retrocediendo en el tiempo, el espectáculo se centró en el nacimiento de la vida, con especial énfasis en la Amazonia, el mayor espacio verde del planeta. La selva como ejemplo máximo de la vida... pero el país es mucho más. Edificios y ciudades cosmopolitas dentro del Maracaná. Elementos antagónicos y encadenados por la geometría.
Y en Brasil no hay fiesta sin "La Garota de Ipanema", representada por una espectacular Gisele Bündchen.
La ceremonia optó por romper esquemas y hacer de sus señas de identidad su arma más poderosa. Sin los medios económicos de Londres o Pekín, Rio optó por trasladar el Carnaval al Maracaná. Decidió cantar y bailar para entretener al mundo. No en vano, es la mejor haciendo fiestas al aire libre.
Pero celebrar no era suficiente. La organización quería transmitir un mensaje imperecedero. "Podemos contar con las herramientas que nos brinda la naturaleza para solucionar los problemas que hemos generado en el mundo", afirmaban los creadores en el programa oficial.
El encargado final de encender el pebetero fue Vanderlei de Lima. El ex atleta fue el último portador de la llama olímpica antes de que esta descanse en el pebetero del Maracaná durante los próximo 16 días.