San Pablo, Brasil. AFP.

Trabajó siete años como empleada doméstica, hoy es profesora de Historia y hace dos semanas creó una página en Facebook que en poco tiempo acumuló miles de relatos sobre abusos y exclusión en ese oficio que desempeñan millones de mujeres en Brasil.

"Me presento como 'Preta Rara', Joyce Fernandes, rapera, profesora y negra", declara a la AFP esta mujer de 31 años que trabajó hasta el 2009 como doméstica en casas particulares y que creó la página "Eu empregada doméstica" (Yo empleada doméstica) que ya tiene más de 112.000 fans.

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Todo empezó a mediados de julio, cuando estaba cocinando en su casa en la ciudad portuaria de Santos, a 80 km de San Pablo. Pensó en aquellos años cuando trabajaba de empleada, las experiencias que tuvo con sus "patrones" y entonces resolvió remover no solo su propia memoria, sino convocar a otras mujeres a que hicieran lo mismo.

En su perfil de Facebook, bajo la etiqueta #EuEmpregadaDoméstica, publicó su primer relato. "Joyce, usted fue contratada para cocinar para mi familia y no para usted. Por favor, traiga su propia comida y un par de cubiertos y, si es posible, coma antes que nosotros en la mesa de la cocina.

No es por nada, solo para que mantengamos el orden en casa", escribió recordando lo que le dijo su empleadora. Cuatro horas después la publicación tenía más de mil "me gusta" y había sido compartida cientos de veces. Su Facebook colapsó con tantos mensajes y un día después creó una página exclusiva.

Algo más de 6 millones de brasileños trabajan en el servicio doméstico en Brasil, en su gran mayoría mujeres (5,9 millones) que son sirvientas o niñeras. En contraste en EEUU, con una población un tercio mayor a la brasileña, hay entre 1,8 y 2,6 millones de trabajadores domésticos. En la Unión Europea, con más del doble de la población de Brasil, hay unos 2,5 millones.

Los resabios de

la esclavitud

El gobierno izquierdista de Dilma Rousseff mejoró los derechos de las empleadas, en el 2013, garantizándoles un sueldo mínimo, un límite de horas extras y de trabajo nocturno, pero en muchas familias el trato con las empleadas tiene resabios de la esclavitud.

"Creo que ese número tan alto de relatos representa la voz de empleadas domésticas que hace tiempo querían hablar, pero no tenían un canal específico. Mi memoria fue un gatillo para despertar otras memorias y abrir esta discusión", declaró Joyce en una entrevista telefónica con la AFP.

"Estamos abriendo espacio, estamos en la prensa, haciendo que nuestra voz suene. Con la página quiero provocar, remover las estructuras de la familia tradicional brasileña que tiene que verse a sí misma en la mayoría de los relatos", añadió.

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