Por Laura Morel

lmorel@lanacion.com.py

El 12 de abril de 2015, Carmen Martínez no solo inscribía su nombre en Río 2016 sino que se convertía en la primera atleta paraguaya confirmada para esta edición de los Juegos Olímpicos y en la primera mujer de este país en clasificar con Marca A en atletismo y en la prueba reina, la maratón.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Se hacía realidad un sueño que había comenzado muchos años antes, con un objetivo mucho menos pretencioso, pero que en ese entonces igual le parecía distante: correr como Rosa Ramos.

"Cuando comencé, las corridas aún no eran populares. Éramos máximo 150 personas las que corríamos y mi primera competencia fue de 10k. Fue la famosa Corrida de Reyes. Fui tercera en mi categoría, recuerdo, y eso me entusiasmó. Recuerdo que Rosa Ramos ganó y yo la admiraba mucho. Decía: quiero correr como Rosa", recuerda Carmen.

Como en ese entonces no había mucha competencia, la hoy fondista entrenaba "solo tres a cuatro veces por semana". Entre otras cosas, porque el trabajo en la peluquería le ocupaba la mayor parte de su tiempo, hasta que las corridas empezaron a ganar en popularidad y Carmen pasó a entrenar con mayor dedicación, al punto de decidir viajar al Brasil para codearse con atletas profesionales, africanos en su mayoría.

"Ya mejor entrenada, comencé a subir al podio general de forma seguida. En Brasil vi otra realidad en cuanto al nivel de los atletas. Me imaginaba corriendo como las corredoras brasileñas y eso me impresionaba. Me dije: tengo que entrenar duro", relata quien a partir de ahí vislumbró, como una posibilidad real, su futuro como corredora profesional.

Pero sus destacadas actuaciones, con récords nacionales incluidos, seguían dándose en las pruebas de media distancia, donde prácticamente ya no tenía rival, por lo que aceptó el desafió de su entonces entrenador para elevar la vara.

Con un año y medio de anticipación, Carmen aseguró su presencia en Río 2016.

"El que me vio con potencial en maratón fue mi exentrenador Eladio Fernández. Me preparó para mi primera maratón de Asunción, que corrí en un tiempo de 2 horas 55 minutos y fui segunda en la general. Desde ahí descubrí que realmente me gustaba la maratón", recuerda.

De aquel primer tiempo, Carmen Martínez bajó veinte minutos para adjudicarse en Rotterdam el derecho a competir en Río 2016. Las emociones por haber alcanzado tamaño objetivo, la invadieron por completo y al cruzar la meta la añoranza se hizo presente.

"Lo primero que me vino a la cabeza fue el recuerdo de mis padres (Patricia y Ángel), ya fallecidos. Pensé en lo orgullosos que estarían de mí", confiesa, indicando que los últimos kilómetros los corrió bastante rápido, "especialmente los dos últimos, porque del kilómetro 33 al 40 tuve mucho viento en contra y estaba sola".

Para Carmen, haber sido la primera atleta nacional en inscribir su nombre en Río 2016 y "que Paraguay tenga por primera vez una mujer clasificando con marca propia", le "llena de orgullo". "Sin desmerecer a nadie", se apresura a aclarar, con esa sencillez y humildad que se refleja cada vez que cruza una meta siendo la primera en soltar la cinta.

Una lucha solitaria

Ser atleta no es tarea sencilla, mucho menos en este país donde el deportista no tiene la posibilidad de dedicarse a tiempo completo, como realmente debería suceder con todo atleta de élite. Carmen Martínez lo pudo hacer, aunque para ello debió mudarse al Brasil.

El entrenamiento duro y, en consecuencia, los grandes resultados la posicionaron en la órbita de empresas que decidieron apostar a ella, viéndola con un potencial enorme para seguir creciendo. No así la Comisión Nacional de Alto Rendimiento de la Secretaría Nacional de Deportes, que por razones inexplicables, la relegó a la categoría de "Élite C".

A pesar de ello, para Carmen lo único difícil de sobrellevar en esta exigente vida de atleta no es la falta de apoyo, el entrenamiento intenso ni el tiempo lejos de los seres queridos. "Realmente, lo más difícil es una lesión", confiesa. Es que verse obligada a parar de competir, de entrenar, es hoy lo peor que le puede pasar a la paraguaya, que encontró en el atletismo un estilo de vida.

Correrá como en casa

No importa cuán dura haya sido la preparación en la altura de Colombia, a 2200 metros sobre el nivel del mar en La Ceja y a 1600 en Medellin, o en la calurosa Río de Janeiro, cuando el "objetivo es que Paraguay tenga una excelente colocación en estos Juegos Olímpicos", donde la meta también es "clasificar al mundial de atletismo del próximo año".

Carmen apuesta a todo, con la alegría de saber que estará compitiendo prácticamente de local: "Brasil es mi segunda casa, siempre lo digo. Tengo muchos amigos aquí y con el apoyo de ellos realmente me sentiré como en casa".

Y así como pensó en sus padres al cruzar la meta en Rotterdam, a poco de la largada en los Juegos Olímpicos Carmen Martínez recuerda sus inicios y a todas aquellas personas, conocidas o anónimas, con las que empezó a correr por las calles de Asunción.

"Gracias a la perseverancia y al amor hacia este deporte, que me llevó lejos, y a la importancia del crecimiento de los runners en Paraguay, hoy tenemos maratonistas en los Juegos Olímpicos. A esa gente que corrió conmigo, gracias por el apoyo de siempre, que es muy importante en este momento", expresa, para finalmente despedirse con un mensaje a los padres.

"Apoyen a sus hijos, incentívenlos, lleven a los niños a una escuela de atletismo, que hoy en día tenemos en Paraguay. Así nacerán no sólo otros clasificados, sino medallistas olímpicos y mundiales. ¡Paraguay puede!"

Dejanos tu comentario