Los inicios de la empresa Frutika conjugan amor, aventura, renuncias y riesgos en una tierra nueva en la que una pareja de europeos apuesta todo, incluso la vida por un futuro mejor. Esfuerzo y estrategias transforman esta sacrificada iniciativa en un dulce jugo de frutas que con el tiempo conquista el mercado local e internacional. Así, a casi 40 años del desembarco en este inhóspito escenario, el legado del matrimonio Kress se resume en una exitosa firma comercial, pero también y como en un cuento de hadas, en una ciudad llamada Kressburgo -con unos 4.000 colonos-, tecnología de punta y metas ambiciosas, cuyos límites son el cielo.
La hazaña se inició cuando Heinfried Kress decidió dejar su Alemania natal para buscar nuevos horizontes en Paraguay. Cuando llegó, se maravilló con todas las posibilidades que le ofrecía este universo verde y fecundo. Inmediatamente pensó en agricultura... ¿y por qué no la fruticultura? Para lograr su objetivo, primero debía conseguir una tierra propia, la que consiguió convirtiéndose en comisionista: Vendía terrenos de empresas argentinas radicadas aquí, de esta manera no solo obtenía un porcentaje de cada hacienda, sino que además comenzó a colonizar la zona.
Así, él y su esposa Beate, sustentaron las bases de lo que sería Frutika. Pero no fue fácil. Hubo épocas en las que la pareja de extranjeros vivió bajo una carpa de plástico en condiciones poco saludables y confortables, luego construyeron una casita de madera, que incluso, insospechadamente, se convirtió en escondite de una boa constrictora que vivía asechándoles.
Tras años de lucha, el matrimonio Kress se consolidó. Tuvo su primera casa de material y nació una niña, Cristina, a quien criaron con lo mejor que tenían y podían. Pero conscientes de que la esperanza de un futuro próspero necesariamente debía incluir la educación, en medio del monte fundaron la primera escuela para la colonia, donde cientos de personas pudieron asistir por primera vez a nutrir sus mentes es decir, estudiar para ser mejores.
Al finalizar el sexto grado, Cristina tuvo que dejar su hogar y viajó a Asunción para continuar sus estudios en el colegio Goethe. Fue muy duro para ella desprenderse de sus padres y vivir lejos de su mundo, con una familia adoptiva. Al poco tiempo, sus progenitores decidieron que la joven debía seguir superándose, así que la enviaron a Europa para que se especializara en Administración de Empresas, como anticipándose a lo que ocurriría en los años venideros.
El regreso. Y así fue. Un día, Beate, su madre la llamó y le anunció que su padre había fallecido. Eso cambió por completo la vida de Cristina, quien a sus 20 años tuvo que abandonar sus estudios y regresar para dedicarse por completo a la empresa, que con tanto empeño había erigido Heinfried. No tenía opción: O se ponía al frente de los negocios o vendían todo y volvían a Europa.
Los primeros pasos por Frutika no le fueron fáciles. Si bien recibía el apoyo constante de su madre, le hacía falta la parte académica. Con humildad pidió ayuda a sus gerentes, quienes rápidamente la adiestraron y le asesoraron tan bien que hoy el nombre de Cristina Kress no solo resuena en el ámbito local, sino que internacionalmente. Ella revolucionó la empresa con novedosos productos, con su forma de gerenciar y llegar a los consumidores y también en el aspecto social, ya que su llegada marcó un antes y un después para los pequeños productores, a los que capacitó y dio trabajo.
Cristina tuvo valiosos ejemplos en sus padres. Heinfried fue el cerebro inicial que impulsó todo y el mérito de Beate, una mujer sola y extranjera, que logró continuar sin ninguna experiencia para superar sus limitaciones. Este reconocimiento se hizo público en el año 2003, cuando la ADEC la distinguió con el premio "Empresaria del Año".
El grupo. Hoy la compañía cuenta con 300 profesionales que trabajan directamente en el Grupo Kress, conformado por la planta industrial de Frutika, por la Estancia Beate y por Kimex S.R.L, y además con otros 300 zafreros que trabajan 11 meses al año en las cosechas de cítricos, tanto en la fábrica y en la cosecha de granos que se depositan en los silos.
Cristina aprendió que el orden y la documentación en regla la ayudarían a consolidarse. Por eso siguió el consejo de su madre y continuó con la estructura organizacional de la empresa que está compuesta por 14 gerentes, que se constituyen a su vez en su asesores y hacedores de grandes proyectos.
"Mi mamá es la presidenta. Luego vengo yo y 14 gerentes y jefes. Estos últimos ya manejan sus propias estructuras. Somos muchos, porque a mí me encanta planificar con cada uno de ellos. Elegí tener una organización plana para tener esa facilidad de contacto", comentó Cristina, quien además contó que tiene 2 gerentes de agricultura, además de fruticultura, otro de horticultura, de la fábrica, de vendedores de granos, el de frutas frescas en Asunción, otro en productos terminados Frutika, en administración contable, en recursos humanos y en auditoría interna.
Hoy, a 8 años y medio al frente de la empresa, Cristina cuenta con la suficiente experiencia como para establecer negocios con cualquier empresario y convencerlo de que sus productos son los mejores del Paraguay, porque -según asegura- todo en Frutika está perfectamente cuidado, desde la materia prima, los productores, laboratorios, distribuidores, etc. Prueba de esta excelencia son los destinos conquistados, a los que exportan: Uruguay, Chile, Canadá, Antillas Holandesas, Reino Unido, Holanda, Alemania, Suiza, Austria, España, Grecia, Israel, China Popular, Corea del Sur, Taiwán, entre otros.
Producción. El 80% de la materia prima se compra de los 4.000 pequeños productores con los que trabajan en todo Paraguay. Ellos traen más o menos 40.000 toneladas de frutas al año, ya sea de naranja, pomelo, mburucuya, a veces mango y otras frutas en menor cantidad. La empresa tiene producción propia de naranjas, guayabas, mandarinas y limones, que es para el mercado fresco, porque este requiere de mucho cuidado y de mejor calidad de fruta.
En los últimos 15 años, de las 200 hectáreas con las que empezaron como un test (prueba), hoy cuentan con casi 3.500 hectáreas de naranjas, pomelos y mburucuya, las 3 frutas principales con las que atraen a los pequeños productores.
La guayaba de la variedad María Paluma, que es muy diferente a la guayabita nativa, también es de producción propia. Es grande, con cáscara amarilla, rosada adentro y rendidora. Gracias a su calidad es muy querida en otros países. Es más, hace 5 años era completamente desconocida en Paraguay.
Exportación. Hace muchos años que Cristina empezó a ofrecer sus productos en Europa, a realizar propaganda, y a hacer personalmente seguimiento a las fábricas. Entre sus muchas anécdotas, refiere que hace unos 3 años le llamaron desde la empresa más grande de jugos de ese continente y le dijeron que, como había insistido tanto con el jugo de "su" guayaba, lo "tuvieron" que probar. Entonces, Frutika desarrolló un néctar propio con la marca de ellos y hoy se vende allá. "Somos pioneros en ese rubro. Buscamos por todas partes y no hay guayaba como la nuestra", reconoció Cristina, quien además contó que en los últimos 2 años les vendían solo a ellos. Y aunque intentaba exportar a otros países, todo era muy complicado.
Este año, sin embargo, cuando comenzó la cosecha de guayaba, ya la tenían completamente vendida a Australia, a Estados Unidos y a Europa. Tanto éxito obtuvo el producto, que incluso un cliente que compró 2 contenedores, ahora pidió 15. "Vamos tan bien ahora, que podría ser que nos falten frutas", pensó Cristina y recordó que cuando hace 3 años duplicaron el área de siembra, que era de 15 hectáreas de guayaba, le dijeron que era una idea medio loca porque ya tenían guayaba, pero ella quería más.
En este momento, la empresa tiene una capacidad de producción de 140 contenedores al mes, y, como el mercado nacional consume 10, entonces la capacidad para exportar es de 130 contenedores mensuales.
El proceso. De los cítricos se extrae el jugo, que se concentra y se congela. El 10% es utilizado y el 90% restante es exportado. De la cáscara de naranja se hacen aceites esenciales, que hoy tiene un valor de USD 9 por kilo, y el de pomelo llega a USD 40 por kilo. Incluso después de haber sacado el aceite de la cáscara, esta queda para que una vez secada se pueda vender como ingrediente de balanceado, preferentemente en Europa, para recibir un precio mayor y para sacarle la pectina. Según contó Cristina, muchas fábricas de pectina usan esas cáscaras como materia prima.La pectina es como un gel que se utiliza en la mermelada, y, aunque existe artificialmente, la tendencia actual es volver a lo natural, por lo que ellos buscan la cáscara.
En este momento, Frutika alcanzó un total de 2.000 toneladas de concentrado de cítrico y este año quiere agregar también la naranja hái, naranja agria, (apepu). Y aunque existe dificultad para vender el concentrado de esa fruta, es más viable vender el aceite esencial que tiene la cáscara. "En guayaba alcanzamos las 600 toneladas por año. El 10% del total es lo que se usa para productos terminados, lo demás se exporta", explicó Cristina.
Frutika no solo elabora jugos y néctares. También produce condimentos como ketchup, chimichurri, molho picante y extractos. A los tomatados, ahora se agrega Génesis, que es una fábrica nueva que produce agua mineral natural y las aguas saborizadas naturales y con frutas. "Con mucho cuidado son tratadas las frutas. Son transportadas por cintas con agua para no dañar la cáscara porque en ella está el aceite esencial. Esta agua es reciclada del concentrador", acotó.
Nuevos puntos. El primer semestre del año 2016 Frutika lo invirtió en el lanzamiento de los nuevos productos. En ese lapso, además, hubo un cambio total de diseños. El segundo semestre corresponderá a la colocación y distribución. Este año, a diferencia del anterior, tiene un distribuidor casi exclusivo en Asunción: de 500 puntos de ventas saltaron a casi a 5.000 locales de expendio. Por eso, hasta fin de año se enfocarán en llegar a Encarnación, a Ciudad del Este y a otros lugares importantes.
"La gente quiere. Este es un producto de calidad superior y lo único que hace falta es ponerlo a disposición", opinó Cristina, quien comentó sobre el lanzamiento de las aguas Génesis y hasta adelantó el siguiente paso, con las aguas funcionales. Afirmó que es un producto muy innovador, totalmente diferente y a nivel internacional hay mucha expectativa.
Las 2 fábricas, la de Frutika y la de Génesis, tienen sus propios laboratorios. El pozo tiene 1.080 metros de profundidad y el agua viene de una napa basáltica volcánica. Esa agua está bien conservada, sin efectos ambientales de afuera y tiene una capacidad de 10.000 litros por hora.
Campo. Una de las principales actividades del Grupo Kress, es la producción en campo, desarrollada a través de la Estancia Beate. En el área de agricultura, se tienen destinadas 11.000 hectáreas de plantaciones agrícolas. Entre ellos figuran la soja, maíz, trigo, chía, girasol y otros. "En 2 años se lograron 5 cosechas, llegando a producir alrededor de 70.000 toneladas (35.000 toneladas de soja, 25 toneladas de maíz, 10.000 toneladas de trigo)
En cuanto al área de horticultura, se destina 158 hectáreas para el cultivo de zanahorias, cebollas, papas, repollos, remolachas, tomates, locotes. La producción de alrededor de 2000 toneladas es comercializada en el mercado fresco y una parte pequeña es destinada a la industrialización de productos Frutika: Salsas y extractos de tomate y el néctar naranja-zanahoria.
En fruticultura existen 1.760 hectáreas de plantaciones frutales entre las que se pueden citar: Naranja, mandarina, limón, guayaba y durazno. Se estima que la producción propia es de 26.000 toneladas de frutas, de las cuales sólo un pequeño porcentaje se utiliza en la elaboración de los productos Frutika y el resto es comercializado en el mercado nacional como fruta fresca.
Variedades. Frutika tiene 100 hectáreas de mandarinas. Son 4 variedades diferentes, pues la intención es poder completar el año con cosechas. Según Cristina, hay una variedad llamada Mbujapey, que es una fruta "hiperdulce", además tiene cero acidez y sirve para balancear el dulzor de los jugos. También reciben de los pequeños productores variedades de Calderón y Valencia.
Hoy día tienen otras variedades, como la Foi Amour, Bonanza, que son las que alargan los tiempos de cosechas, según explicó la empresaria. Es decir, que ahora tienen materia prima como para 9 meses, por eso es que traen nuevas variedades y si funcionan, se les pasa a los pequeños productores para que las siembren y sigan produciendo. Las exprimidoras funcionan entre 6 y 8 meses al año y después están paradas porque no hay fruta, por eso la intención es ir agregando nuevas variedades -como la naranja agria- y así ir completando con pomelo y con limón.
Cristina reconoció que otro de los grandes problemas para la industria y la producción es el clima, ya que afectan mucho las variaciones causadas por la naturaleza. Por ejemplo, hacen que cambie el dulzor; a veces se secan las frutas; en otras ocasiones las cáscaras son muy gruesas y no sale el jugo o por el contrario está muy flojo, aguado, y pierde el dulzor.
Al igual que su padre, Cristina es una empresaria con visión de futuro. Ella es una convencida de que el cielo es el límite cuando se trata de innovar, y no solo en los productos sino que también en calidad de vida.
Atendiendo a este último punto, en la agenda de Cristina se encuentran muchos planes aún por desarrollar. Uno de ellos es habilitar una escuela secundaria de altísima calidad para que los hijos de los pobladores de la zona, incluyendo a su pequeño hijo Lucas, continúen con sus estudios y que tras finalizarlos puedan acceder a la universidad que ellos decidan.
En el plano empresarial, se avecinan nuevos lanzamientos como el que se desarrollará en las próximas semanas con la presentación de un nuevo producto, único por sus características en Paraguay, que pretende integrar la familia de aguas saborizadas, y así ofrecer una propuesta saludable, baja en sodio y cero en calorías. Sumar nuevos clientes alrededor del mundo también se encuentra contemplado.