Las estadísticas afirman que uno de cada cinco matrimonios se rompe en los primeros años de convivencia. ¿Los motivos? Son múltiples; sin embargo, uno de ellos es el que encabeza la lista de los problemas maritales, y sí, hablamos del dinero.

Por: Micaela Cattáneo

Es común escuchar de varios especialistas que los problemas conyugales o distanciamientos en la pareja aparecen cuando hay una mala administración de este bien. Sin embargo, la especialista en finanzas, Adriana Bock, sostiene que en realidad esta situación se da "por la falta de diálogo sincero y abierto, la falta de transparencia de una o ambas partes, la falta de confianza, y hasta incluso, por la falta de claridad respecto al proyecto en común".

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Quizás, de ejemplo, podemos usar el caso de la actriz Anne Hathaway y el corredor de propiedades italiano, Rafaello Follieri, quienes habían comenzado un romance allá por el 2004, el cual no tuvo un final feliz. No estaban casados -afortunadamente para Anne-, y digo afortunadamente porque luego de cuatro años de noviazgo, Follieri fue arrestado por utilizar un cheque sin fondos e investigado por irregularidades en la fundación que llevaba su apellido, y en la cual Hathaway había trabajado y donado en contadas oportunidades. Por supuesto, luego de esto la actriz de El diablo viste a la moda puso el punto final a la relación.

Claro, hablamos de un caso extremo; pero que de igual modo sirve para ilustrar cuando la falta de diálogo, confianza y claridad en los proyectos, que citaba Bock, entran en juego. El "lo mío es tuyo y lo tuyo es mío" debe entenderse como base fundamental para el sostenimiento de la economía familiar, pero es en este punto que las parejas no logran congeniar. Según la especialista, uno de los errores más frecuentes en el matrimonio es la "no elaboración de un presupuesto de gastos en común, donde quede establecido cuánto aporta cada uno a la economía del hogar y la manera en que se distribuirán los gastos entre ambos, ya sea de forma equitativa o proporcional a los ingresos de cada uno".

Aunque son varios los desaciertos que se cometen en pareja, incluso antes de proyectar esa vida en común. "No conversar sobre temas económicos es otro error, ya que es importante establecer acuerdos previos (no me refiero a los legales), para evitar que las posturas antagónicas provoquen roces o peleas", sintetizó la licenciada.

Así mismo, el ocultar información al otro con respecto a los ingresos, gastos, deudas o ahorros; el tomar decisiones que impliquen grandes inversiones como préstamos, compra de bienes o ayuda económica a personas externas a la pareja, sin haberlo consultado antes con el otro, o el excesivo control de uno de los miembros de la relación hacia el otro, comprenden grandes equivocaciones que afectan a la estabilidad matrimonial.

Sobre este último punto, añade: "Las personas necesitan mantener ciertos espacios de autonomía para tomar decisiones sin necesariamente rendir cuentas al otro, pero cuidando de no cometer excesos que terminen afectando el cumplimiento de los compromisos asumidos".

Como prioridad, no

Es así como ven al dinero muchos matrimonios, como prioridad, porque como su definición lo evidencia, es aquella "cosa que se considera más importante que otra", y en ocasiones, estas parejas lo consideran más importante que cualquier estructura basada en un vínculo afectivo que se ha construido a través del tiempo.

El dinero no es ni debe ser visto como una prioridad, aunque sí como un aspecto de la vida que no puede obviarse, el cual requiere una atención necesaria y oportuna para mantener cierto orden. En nuestra cultura es muy común escuchar palabras que criminalizan los diálogos sobre dinero en una relación, siendo estas malinterpretadas o colocadas fuera de contexto. El dinero no debe ser calificado como el "villano" de una historia de amor, porque en toda unión se involucran aspectos afectivos y emocionales, pero así también económicos y jurídicos.

La clave, organizarse

¿Cómo hacerlo? En primer lugar, tener claras las metas en común, para luego planificarlas según el orden de importancia que se establezcan; por ejemplo: vivienda, hijos, educación de los hijos, crecimiento profesional de ambos, inversiones, jubilaciones, etc. "Sin ignorar que también existen metas aparentemente más triviales, pero importantes en lo afectivo como cumpleaños, vacaciones, regalos o comodidades varias", agrega Bock.

En base a esto, elaborar un presupuesto de gastos que midan los ingresos disponibles, así también los egresos a los cuales se deberá recurrir para lograr una calidad de vida que satisfaga a ambos, dentro de las posibilidades y contemplando los planes a futuro.

No menos importante es fijar gastos personales de cada miembro de la pareja (siempre con discreción); incluir al ahorro como una parte fundamental en el presupuesto, y en caso de contar con cuentas de banco y tarjetas, poder obtenerlas de forma conjunta, ya que permitirá un mayor control de gastos, evitando de esta forma las compras impulsivas e innecesarias.

Quizás suene un poco trillado, pero el matrimonio es un verdadero compromiso, que nace de un vínculo emocional pero que se solidifica con responsabilidades de todo tipo, en donde los problemas, evidentemente, no serán ajenos. "Diálogo, transparencia y confianza", citaba la entrevistada al principio, fundamentando que estos tres elementos son primordiales para la salud financiera de una pareja unida en matrimonio.

Déjanos tus comentarios en Voiz