Es sumamente difícil generar conciencia sobre la responsabilidad que tiene cada quien para no dañarse a uno mismo y a terceros.

La mayoría de las veces, el propio ser humano es de no aceptar sus propios errores y trata de encontrar culpables en otras razones que no sean propias. Tal vez sea un estímulo de protección, pero desde luego no acorde con lo que deberíamos convertirnos: seres humanos responsables.

Al paraguayo, en particular, le es más fácil responsabilizar a otros por su falta de responsabilidad. Asumir la culpabilidad de un hecho es hasta un deshonor para muchos. Así, por ejemplo, podremos ver que será común que cuando se registre un accidente aunque sea menor en el tránsito, los involucrados se culpen mutuamente.

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Si fue en un semáforo, los dos dirán que pasaron luz verde, aunque uno de ellos, con seguridad, lo hizo en rojo. Si no se da un acuerdo de responsabilidades entre los accidentados, de seguro acordarán que el problema fue del semáforo o del municipio que no arregla esos aparatos, desligándose de la responsabilidad de la causa. Se dirá que es normal este tipo de actuaciones, y de otras similares, por el carácter mismo del paraguayo.

Cuando hablamos de seguridad vial generalmente se pone toda la responsabilidad a los órganos de control, pero se deja de lado tanto la del conductor como la del peatón. Contrariamente a esa premisa, la gente se molesta cuando en el camino encuentra a agentes municipales o de la Caminera haciendo controles en la calle o en la ruta.

Es cierto, los uniformados tienen el estigma de pertenecer a un esquema de corrupción generalizada por intermedio de coimas o chantajes. Ahora, cómo podrían "coimear" los agentes si el conductor tuviera en regla todos sus papeles, sus vehículos o respetara las normas del tránsito, es una pregunta que siempre se deberá hacer. Probablemente al agente coimero, que existe, le será al menos un poco más difícil el chantaje.

La seguridad vial está primero en la responsabilidad de cada uno. Los organismos de control, como la Policía Municipal o la Patrulla Caminera, están encargados de velar para que los irresponsables no generen daños a terceros y a ellos mismos.

Analizamos el tema de seguridad vial tras lo señalado por el nuevo titular de la Patrulla Caminera, Derlis Antonio Núñez Palacios, quien asumió el cargo tras la renuncia de Luis Christ Jacobs.

El ahora encargado de la institución dijo que su prioridad será mejorar la seguridad en la red vial, fortaleciendo los controles para que sea "efectivo y que sirva a la ciudadanía".

Desde el momento de la existencia de un ente para lograr una seguridad vial en las rutas, es porque existen infracciones cometidas por los conductores. Entonces, de vuelta con el mismo tema planteado al inicio: la responsabilidad del propio ser humano de sus actos.

No se puede dejar de mencionar que a poco de la renuncia de Jacobs, que argumenta su salida por razones familiares, se registraron hechos sumamente preocupantes y en los que los protagonistas fueron conductores, no precisamente la cabeza de la Caminera.

Uno fue el caso del agente que falleció en una persecución a un conductor que había atropellado una barrera, mientras que el otro cuando un fiscal trató de manera prepotente a otro, también en una barrera. En este tipo de casos, el problema no es la coima, el soborno o la extorsión, sino la responsabilidad o, mejor, irresponsabilidad de los conductores.

La seguridad vial está primero en la responsabilidad de cada uno. Los organismos de control, como la Policía Municipal o la Patrulla Caminera, están encargados de velar para que los irresponsables no generen daños a terceros y a ellos mismos.

Para que logremos una mejor seguridad se debe trabajar en esos dos ámbitos, derrotando el sistema coimero que aún prevalece en algunos sectores, y logrando que el ciudadano sea verdaderamente responsable.

Y aquí debe existir una tarea permanente. Las instituciones tendrán que seguir trabajando para dotar los mecanismos de control eficientes, e integrar a sus cuadros gente con el perfil adecuado. E igualmente, estas mismas instituciones y organizaciones preocupadas por el alto índice de accidentes tendrán que ahondar esfuerzos para generar conciencia de la gente.

Aunque no se quiera reconocer, se menciona a los ejemplificares castigos como una de las mejores herramientas de concienciación. No es lo ideal, pero necesariamente aquellos que infringen las leyes viales deben ser castigados por su irresponsabilidad consigo mismo y, sobre todo, por poner en peligro a terceros.

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