Antes de tener una carrera artística, quería ser presidenta de la República. Y aunque toda su vida cantó, a los 30 años empezó a vivir exclusivamente de la música. Su inigualable voz tiene un público ganado en Purahéi Soul; pero ella aún tiembla antes de subir al escenario.
Entrevista: Jazmín Gómez Fleitas
Jenni Hicks (33) canta desde que tiene memoria. Su padre, Ramón Ángel María Hicks, exmundialista, le cantaba desde que estaba en el vientre materno. Ella recuerda cómo él le enseñó a recitar y cantar canciones folclóricas paraguayas y latinoamericanas: "Mi papá es bohemio, un soñador, y nos inculcó el arte desde chicos".
Una vez que llegó a la secundaria, pasó a integrar el centro de estudiantes de su colegio, el Nacional de Niñas. "Era supermilitante de las luchas estudiantiles, siempre metida en todas las actividades. Quería ser presidenta del Paraguay", dice entre risas. Y sintió que el camino que más la acercaría a esa meta era el Derecho. Lo cierto es que estudió la carrera durante cuatro años pero no pudo concluirla.
Se fue al extranjero; primero al Brasil aprovechando que tenía familiares en San Pablo, y probó suerte con la música. Luego viajó a Europa, y en Francia cantó folclore y blues. Por último, pasó por los Emiratos Árabes a visitar a su hermana Melissa (actual vocalista del grupo Tekove), quien se encontraba en Dubái también cantando. Pero a pesar de todo este recorrido, ella asegura que su destino cambió recién de regreso a Paraguay, con Purahéi Soul. "A los 30 años empecé a vivir de la música", afirma.
El grupo se formó gracias a un seminario de jazz organizado por la carrera de Música de la UNA, en donde conoció a Miguel Narváez. Juntos dieron los primeros pasos de Purahéi hasta que llegaron los demás integrantes y Jennifer pudo dejar completamente su trabajo de entonces como bartender. "Funcionó demasiado bien, económicamente hablando, y dejé todo para dedicarme a la música".
Jenni, además, tiene una relación sentimental con Miguel. "Nos pasó todo junto y se fue volviendo más intenso. Somos un equipo", y es todo lo que habla al respecto porque prefieren enfocarse en la música, en el arte. De hecho, hace dos semanas ingresaron en la Academia Latina de los Grammys y a fin de año lanzan su disco. "Para ingresar te piden unos requisitos que son, básicamente, para corroborar que trabajás en la industria de la música. Yo le recomendaría a todos los músicos que estén trabajando que presenten la solicitud. Es algo burocrático que se completa, pero que nos sirve a todos a la larga; para votar y presentar materiales."
¿Cómo fue esa etapa previa a Purahéi Soul?
Yo sufría con la carrera de Derecho, y eso me pasaba mucho también en mis trabajos. Trabajé muchísimo y en cosas sumamente distintas: en farmacia, oficina, banco, cooperativas, vendiendo celulares, ropa, cuidando niños, como bartender y moza. Te puedo decir que en todos los trabajos logré destacarme por un tiempo pero después de un cierto periodo empezaba a bajonearme. Definitivamente no era para mí.
¿Por qué creés que esperaste tanto para lanzarte a una carrera artística?
La música estuvo siempre, en la escuela, el colegio, mi familia. Mi entorno siempre esperó que me dedicara a la música. Siempre creyeron en mí. Mi papá toda la vida me dijo: "Hacete un repertorio mi hija y dedicate ya a la música, dejate de joder". Yo pensaba que tenía que cantar cosas que a mí no me gustaran para poder vivir de la música en nuestro país, y en cierta forma, no me resignaba a esa idea. Así que me decía: "Nunca voy a cantar lo que quiero si me dedico a la música; entonces, voy a hacer nomás otra cosa para cantar lo que yo quiera". Al final, con Purahéi creo que fue una sorpresa. Bueno, en el caso de Miguel, él tiene toda una carrera hecha, ya era un niño celebrity; en cambio, yo salí del anonimato. Él tenía también este deseo de dejar de cantar solamente cosas que la gente le pidiera, o porque es comercial o lo que más se escuche. Él tenía ganas de cantar algo que le gustara a él. Así entramos con la onda del jazz y el soul; yo era re bluesera y él, más baladista. Nos complementamos bien.
¿Cuál son los recuerdos en torno a la música que más te gustan?
Con mi papá y mis hermanos o mi mamá. Viajando por el interior, peñeando con mi papá algún tema de folclore latinoamericano. Las músicas populares del cancionero latinoamericano eran las que más nos cantaba mi papá, además de sus temas propios; cantábamos todos los días juntos sí o sí. Pero también tengo uno no tan bueno.
¿Cuál es esa memoria escondida?
Cuando mi profe en la escuela me hizo cantar por primera vez en público y vomité. ¡Qué divino! ¿Verdad? (risas). Fue como en el quinto grado por ahí. Creo que igual sigo teniendo muchos bloqueos emocionales para afrontar lo que es el escenario o sostener una carrera artística, sobre todo el temor al fracaso, sinceramente te digo; porque da gusto cantar y armar todo un show pero si nadie quiere escuchar, o si la gente no se interesa, no sirve de nada. Entonces creo que son todos esos miedos.
También tengo un poco de pánico escénico. Tal vez ahora que soy una mujer ya, es más fácil encarar todo el trabajo artístico como un laburo empresarial. Aparte de la onda creativa, de fluir, de sentir y de conectarse con la gente; entender también como lo que es: una empresa. Todos los días pensamos en los detalles, en los músicos, ensayos, en la imagen, en todo lo que conlleva.
¿Todavía te ponés nerviosa antes de subir al escenario?
Sí, ese pánico escénico siempre está presente de alguna u otra forma. Cada vez que me voy a subir al escenario, me pongo re nerviosa y empiezo a temblar, y Migue me hace toda una terapia de introducción para que me tranquilice y pueda salir. Me dice: "Tu voz es increíble, fluí nomás que lo que vos hagas, va estar bien", y cosas así. Me levanta la autoestima (risas).
Y antes me costaba mirarle al público. Miraba por arriba, sobre las cabezas. Hoy, después de tres años de Purahéi, hago contacto visual con la gente y disfruto viéndoles sonreír. Es muy fuerte la exposición del escenario.
¿Qué aprendiste a lo largo de tu carrera musical?
Yo tuve como maestros y ángeles en el camino que me fueron tirando como códigos y tips, que realmente hacen lo que yo soy hoy. Para mi formación nunca fui a un conservatorio, ni hice una carrera académica musical pero sí es cierto que mi conocimiento empírico me construyó un sonido y me siento orgullosa de eso, de que lo mío haya sido sumamente vivencial. Y el que de muchas formas estuvo presente un camino espiritual, respondiendo a: ¿Qué es lo que realmente quiero hacer? ¿Cuál es mi vocación? ¿Qué tengo que hacer para hacer una diferencia desde mi lugar?. Eso es algo que yo sentí que encontré, esta conciencia social que me inculcaron desde siempre en mi educación familiar. Mi papá siempre me decía: "Vos tenés que preguntarte: ¿Qué estás haciendo? ¿Qué tenés para dar a la sociedad, para ser útil?". La vida tiene que tener un motivo, un objetivo, y yo siento que con la música lo encontré. La música era la ventana por donde yo tenía que militar.
¿Cómo es una reunión familiar en tu casa?
La única que no canta es mamá. Somos siete hermanos y todos cantan o tocan instrumentos, así que nos complementamos. Hacemos una gran peña y podemos estar fácilmente cuatro horas así. Un domingo, por ejemplo, empieza con el asado, vinito, viene mi hermano que me muestra que aprendió algo nuevo en la guitarra y el otro se suma. Le mostramos a mi papá un tema nuevo que compusimos con Miguel, canta Meli y vienen los chicos de su banda Tekove, y todos nos sumamos. Nos gusta mucho la música también, aparte de trabajar de eso (risas).
Tres años después de lanzarte a esta aventura musical, ¿cuál es tu sueño?
Mi sueño y mi meta más grande simplemente es hacer música en representación de Paraguay que pueda empezar a hacer ruido en el mundo. Desde que empezamos Purahéi con Miguel, teníamos en la cabeza salir afuera. Nos parece que Paraguay está listo y que hay mucho material que puede competir dentro del mercado internacional, es cuestión de preparar todo como tiene que ser: de punta. Con el disco seguro que vamos a empezar a tocar cada vez más y más puertas en el exterior. Entonces, el sueño sería traer distinciones con nuestra música para Paraguay. Más allá del grupo, hay como una deuda histórica que tenemos con el arte en Paraguay, de mostrarle al mundo que es inmenso lo que nuestro país tiene para mostrarle al mundo desde su cultura, desde nuestro sabor guaraní.