© 2016 The Economist Newspaper Ltd., Londres. Todos los derechos reservados. Reproducido con permiso.

En Europa hubo un momento en que una simple mención del "MiFID 2", una compleja regulación europea, provocaba gemidos de los magos financiero de Londres. Sin embargo, desde que Gran Bretaña votó a favor de abandonar la Unión Europea, el citado MiFID2 se ha convertido en una fuente de esperanza.

Esto se debe a una cláusula en el segundo apartado de la Directiva de Instrumentos Financieros de Mercados, para darle su nombre completo, parece proporcionar a las empresas financieras fuera de la UE, como las de Londres pronto puede estar, con un medio para proporcionar servicios a los clientes en el interior de la Unión Europea.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La disposición en cuestión permite a empresas financieras fuera de la UE ofrecer servicios de negocios, corretaje y servicios de garantía financiera a clientes institucionales europeos, pero no a los minoristas, siempre que el régimen regulatorio de los países donde estén localizadas se considere "equivalente" al de la UE.

En teoría no debería haber ninguna duda acerca de la equivalencia de las leyes de Gran Bretaña, señaló Jonathan Herbst, de Norton Rose Fulbright, un bufete de abogados, desde que el Reino Unido siga aplicando normas europeas hasta su salida de la UE. Esto sugiere que, para los bancos y casas de bolsa con sede en Londres, los negocios podrían seguir como siempre.

Sin embargo, probablemente la política se interponga. La provisión de equivalencia no fue probada aún, ya que el MiFID 2 no entrará en vigor sino hasta principios del 2018.

Entre tanto, la interpretación de los reguladores de una cláusula similar del Reglamento de Infraestructura del Mercado Europeo (EMIR, por sus siglas en inglés), que controla la negociación y liquidación de derivados, es aleccionador.

La declaración de equivalencia, tanto para el EMIR y el MiFID 2, queda a discreción de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA, por sus siglas en inglés), con sede en París. Hasta el momento ha demostrado ser en gran medida un "proceso político", dijo Simon Gleeson, de Clifford Chance, otro bufete de abogados.

La declaración de las regulaciones estadounidenses en las cámaras de compensación como equivalentes en el marco del EMIR, por ejemplo, tardó más de tres años y demandó un prolongado debate entre América y la UE sobre hasta qué punto Estados Unidos debería adaptar sus normas para reflejar las de Europa y fue resuelto solo después de que la ESMA, finalmente, cediera.

Como se señaló Gleeson, las disposiciones de equivalencia de ambos, EMIR y MiFID 2, originalmente estaban destinados a animar a otros países para hacer que sus regulaciones se asemejasen más con las europeas, a cambio de un generoso acceso a los mercados.

Una Gran Bretaña pos-Brexit comenzaría con reglas idénticas, pero incluso una pequeña divergencia –por ejemplo, la derogación de los límites europeos en las gratificaciones de los banqueros– se podría interpretar como un paso inaceptable en la dirección equivocada.

En cualquier caso, según Philippe Morel, del Boston Consulting Group, una empresa de consultoría, es poco realista esperar que cualquier decisión sobre la equivalencia podría separarse de las negociaciones –potencialmente más ásperas– de salida de la UE, las que están destinadas a ser utilizadas como moneda de cambio.

De hecho, la gran incertidumbre sobre la duración y el resultado de las negociaciones sobre la salida de Gran Bretaña podrían ser suficientes para hacer que el MiFID 2 sea inútil para Londres.

Si los banqueros no pueden estar seguros acerca de qué tan pronto se tomará una decisión sobre la equivalencia, o si podría ser revisada en cualquier momento, no podrán confiar en el MiFID 2 para mantener sus operaciones sin problemas.

Según Morel, coautor de un reciente informe conjunto sobre el MiFID 2, de BCG and Markit, una compañía de información financiera, la aplicación de la nueva ley ya ha demostrado ser más costosa y requerirá mucho más tiempo de lo previsto, demandando una gran revisión de los sistemas de datos de los participantes en el mercado.

Los bancos no querrán correr el riesgo de perder todo el dinero gastado para cumplir con el MiFID manteniendo mesas de operaciones europeas solo en Londres.

En lugar de esto, las empresas financieras con grandes operaciones en Londres probablemente empiecen a configurar o amplíen sus filiales europeas, con el fin de ser capaz de continuar su actividad con los clientes europeos sin importar cómo termine la saga Brexit. Una vez que el comercio se haya movido de lugar, podría no regresar.

Algunos banqueros británicos siguen siendo optimistas, argumentando que conservar el acceso a los mercados de capitales de Gran Bretaña es tan importante para las empresas europeas que permitirán que sean víctimas de la miopía política.

Por otra parte, algunos pensaron que Londres era tan importante para la economía británica que los votantes no se atreverían a arriesgar su futuro votando por el Brexit.

Déjanos tus comentarios en Voiz