Basadas en hechos reales, en best sellers o en el ingenio de un guionista. Son historias que comprenden el significado de una risa tierna, de un llanto dulce y de un sueño loco, y que no necesitan doblaje al español porque utilizan el idioma universal del amor. (Ok, cortemos con tanta cursilería de entrada, porque en la siguiente lista de películas tenemos de sobra).

Por: Micaela Cattáneo

Sufrimos con el romance imposible de Jack y Rose en Titanic, nos emocionamos con la química de Allie y Noah en El diario de una pasión y hasta volvimos a creer en el amor después del amor con Tom y Summer en 500 días con ella. Sí, estamos muy acostumbradas a ver romances de cine americano, pero en la siguiente selección de películas romperemos esa costumbre con el fin de introducirnos a las producciones latinoamericanas que también tienen historias por contar.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper", frase que pertenece a la leyenda oriental hecha película en Argentina, la cual es protagonizada por Eugenia "China" Suárez y Benjamín Vicuña, y que hace unas semanas se encuentra en los principales cines de Asunción.

No es muy común ver estrenos latinoamericanos en nuestro país, y más aquellos que tienen un romance como trama principal. El hilo rojo es una de las excepciones, en su país de origen logró liderar la taquilla, por encima de X Men Apocalipse y Capitán América. En el nuestro -si bien no encabeza la cartelera de "las más vistas"- ha logrado vender 14.000 localidades, a tan sólo dos semanas de su estreno.

Daniela Goggi, directora de esta película, conversó con VOS para darnos su punto de vista sobre la situación del género dentro del cine latinoamericano. " El cine latinoamericano está trabajando los diferentes géneros cinematográficos con las convenciones que el relato impone, pero lo hace de un modo personal, con identidad propia, con una reelectura del género y en eso puede radicar su éxito; porque no intenta imitar a la factoría Hollywood que tiene la supremacía de los géneros cinematográficos", comentó.

Quizás lo que más atrae al público a ver esta película, aparte de la creencia sobre 'el cordón rojo del destino', sea el carácter real que tomó la ficción luego del rodaje, ya que los protagonistas son pareja en la actualidad. Si es buena o mala no te lo puedo decir, porque tendrás que quitar tus propias conclusiones. Lo que puedo adelantarte mientras es cómo Manuel (Vicuña) y Abril (Suárez) construyen la historia de aquello que no se puede romper.

Ella es azafata; él, enólogo. Ambos se conocen en un avión, momento en el cual sienten que son el uno para el otro. Sin embargo, el destino no permite que se encuentren luego de ese vuelo, sino hasta varios años después en un viaje a Colombia. El tiempo pasó y cada uno formó su familia, pero la atracción, el amor y el deseo es más fuerte entre ellos, atrapándolos en un romance inolvidable que les hará preguntar si el estar destinado a alguien siempre es algo bueno.

"Fue un desafío muy grande trabajar una película romántica, que se establecía en el drama y, explorar una película que requería de precisión en los diálogos, en donde la discursividad no debía saturarla. Poner en escena el enamoramiento, que dos personas se atraigan, lograr esa emoción, era un riesgo desde la puesta en escena", agregó Goggi, sobre el proceso que conlleva filmar una película de amor.

Pero El hilo rojo no es la primera producción porteña en retratar un amor destinado a reencontrarse. A inicios del nuevo milenio, en el año 2000, Gastón Pauls (de novelas como Todos contra Juan o Ciega a citas) y la actriz española Ariadna Gil protagonizaban el romance entre Marcelo y Alicia en Nueces para el amor. Ellos se conocen en un concierto de Sui Géneris hacia el año 75, en donde quedan perdidamente enamorados, pero deben separarse por el regreso del novio de Alicia, un militar en tiempos de dictadura. El correr de los años los vuelve a encontrar, con rumbos distintos, pero con las mismas ilusiones de hacer realidad aquel romance inconcluso.

El amor en ficción no sólo comprende largas esperas o sentimientos de añoranza hacia una persona, sino también risas, pero aquellas enternecedoras como la historia de la uruguaya China Zorrilla y el actor español Manuel Alexandre en Elsa y Fred (2005), una película argentino-española que cuenta la historia de dos ancianos dispuestos a conocerse y vivir el último romance de sus vidas. Él, viudo reciente, encuentra en Elsa la oportunidad de volver a ser feliz. No creas que porque es una historia de adultos mayores te vas a aburrir, porque el toque de humor, fiel al estilo de Zorrilla, hace que la quieras ver una y otra vez.

Y de humor sabe a la perfección Eugenio Derbéz (conocido por su personaje de Ludovico en Familia peluche), quien protagoniza junto a su compatriota Alejandra Barros la producción colombo-mexicana No eres tú, soy yo (2010); adaptación de la película argentina No sos vos, soy yo (2004). En esta oportunidad encarna a Javier, un cirujano cardiovascular que últimamente ha tenido poca suerte, ya que la mujer con la que se ha casado y a quien ama profundamente lo ha engañado, a horas de haberse realizado la boda. En medio de su conflicto amoroso, conoce a Julia (la actriz colombiana Martina García), una madre soltera que llega a su vida para demostrarle que nada está perdido, y que puede volver a creer en el amor.

Algo similar le sucede a Ana Paula en Cásese quien pueda (2014), quien estaba a punto de contraer matrimonio cuando descubre que su novio la engaña con su prima. Paula (Martha Higareda, la que interpretaba a Adela en Niñas mal), ve arruinado su sueño de pequeña. En medio de tanto dolor, se excede de copas y termina dormida en el auto de un trabajador que se dirige a su aldea. Al despertar, Ana no sabe dónde está y busca la forma de regresar a su casa, pero en el camino se encuentra con el doctor del pueblo (Michel Brown, el que hacía de Franco Reyes en Pasión de gavilanes), quien la ayudará a cambiar sus objetivos de vida, y al cual la unirá un gran amor.

Hay otros títulos que abordan el amor desde su costado más oscuro. Tal es el caso de la producción mexicana basada en la novela del escritor portugués Eça de Queirós, El crimen del padre Amaro, protagonizada por Gael García Bernal, quien en su condición de sacerdote se enamora de una joven llamada Amelia, con la cual mantiene una relación en secreto y que apeligra ser descubierta tras el embarazo de ella. Más allá del drama que muestra la película, la historia se nutre de un amor inocente por parte de Amelia y el padre Amaro, trama que le permitió la nominación al Oscar en el 2002 como Mejor película en lengua no inglesa.

En su época, pero con un título menos infausto, Como agua para chocolate (1992) llegó a ser una de las películas mexicanas más taquilleras en los Estados Unidos. Se basa en el libro de la escritora Laura Esquivel, quien narra la historia de amor entre Tita y Pedro en tiempos de la Revolución mexicana de 1910. Tita es la hija menor de tres hermanas, obligada por su madre Elena a continuar la tradición de la familia, cuidándola hasta el día de su muerte. Un amor secreto se mantendrá vivo con los años, utilizando a la gastronomía como metáfora de lo que provoca aquel sentimiento.

Y ya que hicimos referencia al sentido connotativo entre el amor y la gastronomía, podemos citar a aquel amor recién salido del tatakua, el que sintió La chiperita (2015) por su amigo Walter, de quien estaba enamorada en secreto. Esta producción paraguaya, dirigida por Hugo Cataldo y protagonizada por Patricia Paredes y Bruno Sosa, narra los diferentes rostros que abarca el amor, presentándolo en contextos que habitualmente suceden en nuestro país.

¿Por qué a las mujeres nos gustan tanto las películas románticas?. Daniela Goggi responde: "Considero que las mujeres tenemos una afinidad con los relatos íntimos, que en el universo femenino se comparte; en las amistades entre mujeres se dialogan los problemas, las alegrías; una se expone".

Y agrega: "El universo de una heroína, de una protagonista mujer es atractivo para otra mujer. Y si el cine es una experiencia, en ese sentido es una forma más de compartir esa forma femenina de ver el mundo. Es una hipótesis arbitraria, no tiene un aval teórico, es sólo una percepción".

Déjanos tus comentarios en Voiz