El 9 de julio del año 1916, en la ciudad de Buenos Aires y con un partido de fútbol en conmemoración al Centenario de la Independencia de la República Argentina como excusa, nació la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL).
Según el acta firmada el 15 de julio de ese mismo año, la entidad fue fundada por autoridades de Argentina, Uruguay, Brasil y Chile, con el objeto "de unir bajo nuestra autoridad común a las instituciones que en cada uno de los países que la constituyen, dirijan el Football Association entre amateurs".
Con el paso de los años se sumaron las asociaciones y federaciones de Paraguay (1921), Perú (1925), Bolivia (1926), Ecuador (1927), Colombia (1936) y Venezuela (1952).
Héctor Rivadavia, que como titular de la Asociación Uruguaya de Fútbol fue el propulsor de la creación de la CONMEBOL y su primer presidente, jamás habrá imaginado que, cien años después, su sueño se vería manchado.
¿Por amor al deporte?
Todo comenzó cuando el fútbol pasó de ser un deporte de entretenimiento, a la gallina de los huevos de oros. Los torneos fueron subiendo en cotización y, como la CONMEBOL era propietaria de los derechos de transmisión, las empresas protagonizaban duras pujas, utilizando todos los recursos posibles para ganar.
Dirigencialmente hablando, esta historia empezó a escribirse en 1986, a partir del enojo del entonces presidente de la FIFA Joao Havelange con el peruano Teófilo Salinas, titular de la Confederación y otrora gran amigo suyo. El brasileño le retiró su apoyo y nombró en su lugar al paraguayo Nicolás Leoz.
Fueron 27 años de mandato, los últimos diez cargados de denuncias por casos de corrupción en el que también se vieron involucrados otros altos dirigentes. Entre ellos el propio Havelange, que presionado se vio obligado a dejar su cargo en la FIFA (presidente honorario) y el Comité Olímpico Internacional.
Cuando en 2013 las denuncias eran cada vez mayores al punto que la propia FIFA tuvo que reconocer la culpabilidad de Leoz, Havelange y el también brasileño Ricardo Teixeira, el paraguayo se vio obligado a renunciar.
Al igual que el expresidente de la Federación Internacional, no lo hizo reconociendo su culpa sino alegando cansancio físico. Lo sucedió en el cargo su amigo uruguayo Eugenio Figueredo, que duró apenas un año, para luego ceder su puesto a otro paraguayo, Nicolás Leoz.
Hoy, los tres cargan con formales denuncias en contra. Leoz pelea para no ser extraditado a los Estados Unidos. Figueredo, a cambio de colaborar con la justicia norteamericana, consiguió la prisión domiciliaria en su país. Napout, detenido en Suiza al igual que Figueredo en un sorpresivo allanamiento, cumple arresto domiciliario en los Estados Unidos.
De esta manera, la CONMEBOL recuerda los 100 años de su fundación intentando lavar su imagen, con nuevas autoridades, pero que ya estuvieron en los periodos más oscuros, trabajando de cerca con aquellos que aguardan sentencia.
El paraguayo Alejandro Domínguez, otrora mano derecha de Napout, lidera la "cruzada de reconstruir una nueva CONMEBOL para un nuevo futuro". El desafío no se presenta para nada fácil, sobre todo cuando se mantienen los viejos vicios.