Por Antonio López

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Por estos días se habla nuevamente de corrupción en el seno de las Fuerzas Militares (FFMM), específicamente en el ámbito de la Comandancia de la fuerza castrense, y se apunta entre otros a la esposa de quien ocupa la máxima jerarquía en la institución uniformada y también a éste.

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El general Luis Garcete y su esposa Lucía Duarte de Garcete están en la mira de la Fiscalía de Delitos Económicos por un hecho de presunto cobro indebido de honorarios y lesión de confianza.

Y es aquí donde uno se pone a meditar y ver que este nuevo hecho que está involucrando al "capo" máximo de las FFMM no deja de ser uno más en la larga lista de casos poco transparentes que se vienen sucediendo desde hace largas décadas en esta institución.

El largo historial de corrupción dentro de las Fuerzas Militares incluye muchos hechos como el denunciado contra el general Garcete, quien estaría, de acuerdo a la denuncia, supuestamente utilizando recursos humanos de las Fuerzas Armadas (FFAA) en quehaceres de tipo particular y no de las funciones asignadas en el ámbito castrense.

La denuncia también agrega que funcionarios que están a cargo del jefe militar, presuntamente, se desempeñaban como choferes de la esposa e hijos del general, además de realizar trabajos de tipo doméstico para la familia de Garcete.

Pero para remitirnos a casos más cercanos, se puede mencionar que las sospechas sobre las Fuerzas Militares también incluye en la manejo supuestamente irregular de presupuestos destinados a las Fuerzas de Tarea Conjunta, que opera en el norte del país, en el marco de la lucha contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

La movilización militar (y policial) en esa zona del país ya tiene larga data, sin embargo los resultados fueron absolutamente negativos, pero el presupuesto asignado para dicha tarea es de una muy alta cifra.

No se puede dejar de mencionar que son hechos concretos dentro del ámbito militar el uso y abuso de recursos del Estado; hechos que nunca se "pudieron" parar, o quizás "el poder militar" tiene mucho más "peso" que los que deben tener quienes ejercen la conducción del país.

Duele que las FFMM y la Policía Nacional –dos instituciones que por la Constitución están destinadas a resguardar la seguridad tanto del país como de la ciudadanía– tengan la marca negra de la corrupción.

Tampoco hay que dejar de mencionar que lo que ocurre dentro del ámbito castrense es muy similar a casos que se producen dentro de la Policía Nacional, ya que no se puede olvidar que esta última institución también en los últimos tiempos viene arrastrando sobre sus hombros hechos poco claros que no permiten que la ciudadanía logre tener en ellos la confianza que se presume debe tener.

Y duele que las FFMM y la Policía Nacional –dos instituciones que por la Constitución están destinadas a resguardar la seguridad tanto del país como de la ciudadanía– tengan la marca negra de la corrupción.

Es cierto, lamentablemente no se puede prescindir de la Policía Nacional y algunos dicen que tampoco de los militares, pero sí hay que hacer un profundo y serio planteamiento sobre el rol que están jugando en estos momentos y ver de qué manera se puede lograr reencaminar sus tareas hacia lo que establece la Carta Magna.

No querer ver o no poner la debida atención hacia estas dos instituciones puede resultar contraproducente para las autoridades nacionales y para el país.

No combatir en forma debida los hechos de corrupción que se detectan tanto dentro de las FFAA como la Policía Nacional podría constituirse en un error muy grave, puesto que dejar que los casos poco claros sean las constantes en estos ámbitos, podrían tener consecuencias casi funestas.

Las investigaciones que se den en las instituciones uniformadas van a ser siempre saludables, para la institución misma y para la ciudadanía, por lo que desde el más alto nivel del país se debe alentar a eso; evitar que los hechos de corrupción terminen corrompiendo definitivamente a la seguridad nacional.

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