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Una gran cantidad de trabajo demanda la preparación de las cumbres bianuales de la OTAN, por lo que se espera que el encuentro que comienza hoy en Varsovia no estará dominado por el tema del Brexit. Nadie sentiría más entusiasmo que David Cameron, próximo a ser ex primer ministro del Reino Unido, para presentar un panorama usual de la situación para la alianza de 28 Estados miembro.

Hay mucho de qué hablar, sobre todo acerca de Rusia. Desde que el presidente Vladimir Putin anexó Crimea, en el 2014, las relaciones entre la Unión Europea y la Federación Rusa se volvieron dramáticamente antagonistas.

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La cumbre de ese año, en Gales, obligó a la OTAN a reasumir su rol de defensa territorial de la Guerra Fría. La cumbre de Varsovia, por sobre todas las cosas, será un análisis de los pasos que dio la alianza desde entonces, pasos estos conocidos como el Plan de Acción de Preparación (Readiness Action Plan), a modo de tranquilizar a sus nerviosos miembros del Este y restablecer una efectiva disuasión.

Hay también cuestiones de seguridad en el sur: la amenaza del terrorismo por parte del Estado Islámico en Irak y Siria está ayudando a la Unión Europea a enfrentar el tráfico de personas y la inmigración ilegal. Con todo, la cumbre está dominada por la amenaza de Rusia. La OTAN está particularmente preocupada por el enclave ruso en el Báltico, en Kaliningrad, a lo largo de Polonia y Lituania. Rusia está emplazando brigadas mecanizadas, tanques, sistemas de defensa aérea de largo alcance y misiles con capacidad nuclear, haciendo de la región una de las más militarizadas de Europa.

El nuevo plan consiste en una serie de componentes entrelazados. La Fuerza de Respuesta de la OTAN triplicó su número, pasando a 40 mil efectivos. Se estableció una punta de lanza conocida como la Fuerza de Tarea Conjunta de Muy Alta Disponibilidad (Very High Readiness Joint Task Force - VJTF), compuesta de 5 mil soldados, con apoyo aéreo, marítimo y de fuerzas especiales que puede ser desplegada en 48 horas. Apoyo logístico, incluido el armamento pesado, se encuentra estacionado en el este. El patrullaje aéreo sobre el Báltico se incrementó, así como la presencia naval de la OTAN en el Mar Báltico, el Mar Negro y el Mediterráneo.

Adicionalmente, en junio, la alianza acordó el despliegue de cuatro batallones multinacionales en tres Estados bálticos y en Polonia. Los Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania lideran tres de los batallones, cada uno de ellos con mil hombres, mientras Canadá lidera el cuarto. La Casa Blanca prometió cuadruplicar su presupuesto el año próximo para la iniciativa European Reassurance Initiative del Pentágono, llevándolo a 3,4 mil millones de dólares. Este dinero será empleado en aumentar la presencia de las fuerzas estadounidenses en la región y al preposicionamiento de armamento pesado, incluidos tanques y artillería.

Aun así, los miembros del Este están preocupados porque consideran que todo esto es apenas un poco más que lo estrictamente necesario. A principios de este año, un informe de la Rand Corporation, un grupo de análisis, concluyó después de una serie de juegos de guerra que sin una nueva y pesada presencia de la OTAN en los países bálticos, una invasión rusa podría alcanzar Tallinn y Riga, capitales de Estonia y Latvia, respectivamente, en apenas 60 horas. Eso dejaría a la OTAN con la disyuntiva de escalar el conflicto o aceptar esa situación como un fait accompli (hecho consumado), lo que destruiría la alianza. En la interpretación de la Rand Corporation, para una disuasión real, la OTAN necesita una fuerza aproximada de siete brigadas, cada una de ellas con mil soldados y tres con armamento pesado, en el terreno y listas para el combate.

La OTAN no está de acuerdo con esta visión e insiste en que cuatro batallones constituyen un "cazabobos" válido para disparar la participación de toda la alianza en un eventual conflicto. Esos batallones enviarán el mensaje –dijo un oficial– de que si Rusia "intenta cualquier cosa" tendrá que enfrentar a "una fuerza multinacional que incluye dos países con armamento nuclear". También están convencidos de que una buena tarea de inteligencia proveerá de tiempo para saber por adelantado si la disuasión podría fallar.

Jonathan Eyal, de RUSI, un grupo de análisis con sede en Londres, admitió que no hay escape de una disuasión con "cazabobos", cosa que funcionó durante los 40 años de la guerra fría cuando Berlín Oeste era imposible de defender. La clave será la rapidez de la toma de decisiones. En lo posible, dijo Eyal, las decisiones deben estar en las manos del general Curtis Scaparotti, comandante supremo de la Alianza, antes que en el Consejo del Atlántico, el lento y pesado parlamento de la OTAN.

Una creciente preocupación son los recelos que algunos miembros de la OTAN muestran para enfrentar los agravios de Rusia. Italia, Grecia y España se muestran menos que entusiastas acerca de una respuesta, y el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, encantó al Kremlin a principios de este mes al lamentar los ejercicios a gran escala de la OTAN en el este europeo calificándolos de "belicistas" y "ostentosa muestra de poderío militar".

Las declaraciones de Steinmeier merecieron una rápida respuesta del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg: "Una defensa fuerte, una disuasión fuerte y la unidad de la OTAN con las mejores maneras de evitar un conflicto".

De cualquier manera, el daño estaba hecho.

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