El actual ministro de Hacienda del país se convirtió en papá a los 18 años. El nacimiento de su primer hijo lo impulsó a formarse profesionalmente con mayor ímpetu, y lejos de ser un impedimento, fue su motivación para marcar prioridades y el rumbo que tomaría su vida.

Entrevista: Jazmín Gómez Fleitas

Es un sábado de siesta en donde el sol engaña, sólo a su vista uno se siente a gusto, en la sombra el frío se descubre. Santiago (37) acaba de terminar el almuerzo familiar y sube a cambiarse la ropa deportiva. En la mesa todavía conversan animadamente su esposa Leticia y sus hijos: Gonzalo (19) y Constanza (10). Es una ocasión especial, están acompañados de los abuelos para agasajar a la tía materna que está de visita en el país.

Él es el menor de tres hermanos varones, hijo de un comerciante que formó su familia allado de una argentina, y con la cual vive en el país hace ya 40 años. "Soy un sobreviviente", se define. "Siempre el menor resiste más y está preparado para todos los golpes", explica con simpatía.

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Pero el punto de inflexión en su vida llegó cuando a los 17 años se enteró que iba ser papá. "Hay eventos que terminan por determinar qué es lo que vamos a hacer. En ese momento quería seguir siendo padre pero me dio un motivo en mi vida, fue el combustible que utilicé para ponerme objetivos claros", asegura. Y fue así que comprendió que apenas terminase el colegio, graduarse de la universidad lo antes posible era innegociable.

Su colegio, a diferencia del de la madre de sus hijos, se guiaba por el calendario americano, y por ello él terminó unos meses después que ella. Él optó por Economía y ella por Arquitectura, y ambos pudieron ajustarse a esa difícil etapa entre el estudio, la crianza y el trabajo, gracias al apoyo de sus padres. Poco después, a los 10 meses del nacimiento de Gonzalo, decidieron casarse y así construir su familia.Foto: Javier Valdez

Y tal cual se había propuesto, sin necesidad de perder el tiempo, a los 20 años ingresa a trabajar en el Banco Central del Paraguay. Una vez obtenido el título, gana una beca para realizar su máster en Nueva York, y permiso laboral de por medio, los tres se mudan a Estados Unidos durante 14 meses. También trabajó en el Fondo Monetario Internacional en Washington entre 2009 y 2012 teniendo a su cargo la división africana, publicó investigaciones y regresó como miembro del directorio del BCP en el 2012 hasta aceptar en enero de 2015 el cargo de ministro de Hacienda.

"Tiene un cargo pesado", agrega Leticia, su esposa. "Pero intenta pasar todo el tiempo que puede con nosotros, incluso los fines de semana está todavía un poco con la cabeza en otra cosa". Añade que ahora que ven a su hijo Gonzalo casi con la misma edad que ellos comenzaron su familia, es que dimensionan lo chicos que eran cuando empezaron. "A pesar de que teníamos 18 cuando Gonzalo nació, Santiago no dejó de hacer nada que un padre de mayor edad pudiera hacer. Le cambiaba a Gonzalo, me ayudaba en todo. La verdad, es que es un buen compañero de vida".

¿Qué significó ser papá la primera vez?

Uno en ese momento nunca se pone a pensar realmente lo que implica, pero cuando mira en retrospectiva, ve lo que representó. En mi caso, fue una motivación enorme para estudiar, trabajar, formar una familia y tratar de ser una mejor persona.

¿Cómo se organizaron una vez que nació el bebé?

Fue un tiempo difícil para ambos, yo estaba todavía en el colegio y tenía que terminar eso primero; sin embargo, cuando nació Gonzalo, al menos Leticia ya había terminado. Después, ingresamos a la universidad; ella en Arquitectura y yo, en Economía. Luego de algunos meses de haber empezado la facultad, tomamos la decisión de casarnos y fue realmente, con mucho apoyo de nuestros padres, que pudimos terminar la universidad.

¿Luego obtuvo la beca para la maestría?

Sí, nos fuimos a Nueva York Leticia, Gonzalo y yo. Fue una carrera donde corrimos los tres juntos siempre. Antes de la maestría yo ya había ingresado a trabajar en el Banco Central, cuando estaba en segundo curso de la universidad. Y trabajé ahí, obtuve un permiso durante la maestría y después volví. Nos quedamos hasta el 2009, año en el que nuevamente nos mudamos al exterior, a Washington, ya con Constanza, que había nacido en el 2005.

¿Cómo vivieron la experiencia de estar fuera del país?

Yo creo que la experiencia de vivir en el extranjero fue muy importante para nosotros porque nos unió como familia. Cuando nos fuimos a estudiar en el 2002 éramos solo los tres y pasó lo mismo cuando fuimos a Washington con Constanza. No teníamos a la mamá o a la suegra queriendo opinar constantemente todos los días, y a nosotros, como familia, nos ayudó muchísimo. Se fortaleció el núcleo familiar y tratamos de mantener eso. Hace casi 20 años que estamos, y creo que aprendimos que lo importante es estirar el carro juntos.Foto: Javier Valdez

¿Tiene algún objetivo personal que nutra a su trabajo?

La verdad es que uno va paso a paso. Cuando volví de Washington, la intención era poder colaborar con la institución que me brindó tanto, que me ayudó a formarme profesionalmente. Lo sentía como una obligación. Después de eso, uno nunca busca esto. Se dio la oportunidad de asumir una responsabilidad mayor como ministro, y es siempre la misma vocación; de poder servir, de poder hacer algo por el país. Estoy muy agradecido por todo lo que me dio la vida, y lo veo como una manera de retribución.

¿De qué manera influye la enseñanza de su padre en usted, ahora que es papá?

Uno siempre trata de que la fruta caiga cerca del árbol. Quiero que mi hijo me vea a mí, como yo le veo a mi padre. La verdad que yo tengo un padre maravilloso que siempre fue un ejemplo muy fuerte en mi vida. Uno busca preservar esos valores y poder legarlos para el futuro. Tanto hacia mi hijo, como a la familia en general. Fue siempre un ejemplo, lo sigue siendo para mí.

¿Desde que asumió este cargo, cómo compensa el tiempo con su familia?

El peso más grande lo tienen ellos porque uno lleva el día a día, la adrenalina del trabajo al hogar. Y a su vez, es menos tiempo en la casa, menos tiempo con los hijos. Pero tengo la bendición de tener una compañera que me aguantó siempre y me sigue apoyando. Ella toma la mayor responsabilidad con los chicos ahora, sobre todo de lunes a viernes; pero como siempre recordamos, esto es transitorio.

¿Cómo cambió la rutina familiar desde entonces?

Hace casi dos años cambió totalmente nuestra vida. De lunes a viernes más que nada. Dentro de todo, cuando tengo compromisos más temprano, trato de llevar a Constanza al colegio, desayunar con ellos, porque a la noche, cuando regreso, la mayoría de las veces ya están todos en la cama.

¿Tiene alguna actividad favorita con sus hijos?

Los fines de semana me desconecto del trabajo y paso todo el tiempo que puedo con ellos. Gonzalo ya está en la universidad, tiene una rutina más independiente. Ahora paso más tiempo con Constanza, porque esa etapa con Gonzalo ya la pasamos. Constanza es una niña muy activa y trato siempre de llevarla y traerla de sus actividades. Cuando podemos, siempre tratamos de salir a andar en bici juntos, prácticas de hándbol o básquetbol los sábados. Así transcurre. A mí me gusta mucho hacer deportes y a ella también. A mi señora, no tanto (risas).Foto: Javier Valdez

Con Gonzalo, en su momento, tuve la suerte de poder hacer todo eso durante muchos años. De chico compartí mucho con él, de llevarle al fútbol y traerlo, tenis, torneos; ahora, lastimosamente, tengo menos tiempo pero somos muy unidos. Además, Gonzalo juega todos los domingos fútbol en un club y trato de acompañarlo siempre.

¿Tienen algún ritual familiar?

No tenemos un ritual familiar en particular pero sí nos gusta disfrutar de manera más distendida. Nos gusta salir a comer juntos, aprovechamos simplemente estar juntos, sin muchos artificios. Los domingos almorzamos en la casa de mis suegros, los sábados en casa de mis padres, y así se repita prácticamente todos los fines de semana. Si Constanza tiene algún tipo de actividad física, interescolar-deportiva, estamos con ella.

¿Algún consejo que le quiera dejar a los jóvenes, basado en su experiencia?

Yo creo que a nosotros nos ayudó muchísimo el estudio, y es lo que siempre trato de decir a los jóvenes. Uno puede pensar: "Pero tengo que trabajar y no voy a poder estudiar", y finalmente se da cuenta de que estudiar es fundamental. A nosotros el estudio nos sacó adelante; fue una herramienta para que podamos progresar como personas, como familia. Ese es el principal mensaje: que cuando se quieren hacer las cosas, se puede.

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