Con 35 años, Laura Herreros está al frente de tres negocios que verdaderamente la apasionan: La Herre, Latika S.R.L y Photorock. A la par que ejerce su profesión de relacionista pública en sus tres empresas, también es madre de dos niños, a quienes demuestra con el ejemplo que emprender es, ante todo, materializar un sueño.
Por: Micaela Cattáneo
"Yo quiero que las personas se sientan productivas en este mundo y sean felices", decía Laura al comenzar la entrevista, manifestando el compromiso social que desea cumplir desde el lugar donde se encuentra. Ella no pretende convertir estas palabras en una frase que quede solamente registrada en el cuaderno donde la lista de "Cosas que debo cumplir en la vida" aparece sólo cada inicio de año; por eso, asume su idea y le da el valor empírico correspondiente.
Los días miércoles ("cada 15 días", me dice) ofrece charlas motivacionales a las mujeres del Buen Pastor, como parte de una acción inicial para lograr esa meta comunitaria. Quizás este hecho evidencia una de las razones del por qué en el mundo de las relaciones públicas hay más mujeres que hombres. "La mujer transmite la esencia de las cosas, de la familia y de la gente; la cultura que va de generación en generación", comenta como posible causa de lo que las estadísticas reafirman.
Laura está convencida de que ninguna cosa que ha emprendido fue planeada como tal, sino que resultó de un proceso que se fue dando, paso a paso. En el 2004, luego de haber terminado la carrera de Marketing y publicidad, decidió hacer sus maletas e ir por seis meses a New York para tomarse un período "sabático". Fue en esta ciudad donde empezó a tomarle el gusto a las relaciones públicas, ya que trabajaba como pasante en un restaurante donde trataba con personas de todo el mundo.
A su regreso, en el 2005, se animó a crear un negocio que para la época era realmente innovador: Las Horneritas, un local gastronómico con delivery de comidas sanas. "Este emprendimiento me sirvió de base para lo que hago ahora", enfatiza Herreros.
Irradia energía, transmite alegría e inspira con sus palabras, ella está convencida de que "ganas le sobran". No en vano cuenta con tres proyectos, diferentes, pero únicos en su estilo. La herre es su propia agencia de PR -o relaciones públicas-, en donde está acompañada por su socia Patricia Cardozo; ambas trabajan por brindar un servicio personalizado, descontracturado, y "con onda", como refiere ella misma. Actualmente, la agencia cuenta con un blog (laherre.blogspot.com) en donde entrevistan a emprendedores que constantemente están reiventando estrategias para permanecer en el mercado.
A esto se suma su siguiente emprendimiento: Latika S.R.L. Una distribuidora que se encarga de proveer una conocida marca de café, que posee un dulce gusto para los que acostumbran consumirla. La tercera pata la compone Photorock, un proyecto que lidera junto a su hermano, producto que se ha convertido en la atracción de los eventos sociales; ya que se trata de una cabina móvil de fotos.
"Parte del éxito es poder disfrutar del camino", sintetiza, recordando que todo desafío implica pasar por situaciones difíciles; sin embargo, hoy en día puede decir con satisfacción "al fin es lunes", porque ama lo que hace.
A tiempo completo
Laura es esposa de Christian Kemper, con quien tiene dos hijos: Félix (6) y Fernando (3). La maternidad le cambió la vida, le enseñó a organizarse y a sacar fuerzas de donde sea. "Es la mejor escuela", sostiene sin dudar ni un segundo, y agrega que "al tener una familia se crea una nueva conciencia, en donde uno ya no trabaja sólo para una misma, sino para una generación".
Su familia es prioridad, pero entiende que para encontrar el equilibrio entre su rol de madre y mujer profesional no pueden faltar estos tres valores: respeto, honestidad, y sobre todo, trabajo en equipo.
En manos de Laura Herreros las ideas pronto consiguen un nombre y apellido; crecen con el intenso esfuerzo y trascienden por la magia que dedica a cada una de ellas. Los sueños no la interrumpen en la noche, porque para ella aquellos sueños verdaderos son los que se descubren cuando el día empieza.