Mientras gran parte de la ciudad descansa, resguardándose de la baja temperatura que golpea a Asunción, cientos de personas encuentran en estas frías madrugadas la forma de ganarse la vida.
En los refugios temporales, las familias hacen del brasero y el carbón el elemento más importante para calentar sus precarias viviendas, mientras sueñan con otro lugar donde tener una vida más digna. Trabajadores de la noche, gente anónima que a pesar de la baja temperatura no se amilana y, que con su labor, son el rostro de la resistencia al frío.