Por Carina Gómez
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Sabemos que la cultura organizacional de una empresa se refleja en la manera como se hacen las cosas, en la personalidad, los valores y hábitos compartidos. Hoy más que nunca esta cultura permite atraer y retener a las personas, con la promesa de lo que se puede esperar en términos de ambiente y otros factores. Cada vez más, el ambiente es uno de los elementos que más incide a la hora de elegir entrar o quedarse en un lugar de trabajo.
¿Pero qué pasa con una empresa que está comenzando? En la puesta en marcha es difícil entender cómo será la cultura organizacional. Podemos esbozarla en frases, misiones y valores, pero en verdad aún es solo un deseo.
En esta etapa, atraer talentos es uno de los grandes desafíos, porque no tenemos mucho que mostrar, salvo promesas. La tendencia de las nuevas empresas más innovadoras es proponer una nueva manera de trabajar, donde no hay muchas reglas sino un sueño compartido.
Las empresas en ese punto deben establecer su propia estrategia de atracción de talentos, de acuerdo al perfil de personas que el negocio requiera. En esta tarea será fundamental conocer los intereses comunes de los potenciales colaboradores que buscamos, y luego generar instancias diferentes para encontrarlos en el mercado y "seducirlos". Una empresa de tecnología en Australia resolvió organizar fiestas temáticas pensando en atraer personas jóvenes que buscan una manera divertida y diferente de trabajar.
En un mundo completamente conectado, la tecnología es la herramienta más eficiente para compartir información y establecer vínculos con el mercado, sea con clientes o con posibles colaboradores. Una empresa nueva que no se valga de la tecnología, correrá el riesgo de perder contacto con los talentos más actualizados y por lo tanto más interesantes.
Además de localizar a los potenciales talentos que queremos contratar, otro desafío es generar el interés y lograr atraerlos. En esta tarea, algunas recomendaciones…
Estamos en lo que llamamos la ERA DEL PROPÓSITO. Las personas están en busca de un interés mayor. Ya no se trabaja porque es lo que hay que hacer o solo por el dinero, y esto no se percibe solamente en las generaciones más jóvenes (los famosos Millennials) sino en todas. Necesitamos mostrar un objetivo mayor, una aspiración trascendente. Esto hace que todos entiendan lo que hacen y le encuentren sentido a sus tareas y al día a día.
Compartir un propósito es clave para lograr el compromiso de la gente con los resultados, y favorecer a que todos den más de sí mismos y se motiven. Estudios recientes en empresas latinoamericanas muestran que tener un propósito claro aumenta la predisposición al trabajo duro, el compromiso y hace que las personas quieran quedarse.
Si al propósito le agregamos un fuerte componente de comunidad, tenemos la mezcla perfecta. Las nuevas generaciones quieren contribuir a hacer la diferencia en sus comunidades y, si fuera posible, en el mundo. El 90% de los Millennials quieren usar sus talentos para el bien común, y el 50% está dispuesto a percibir un salario menor por ello. Esta generación valora más las experiencias que las posesiones, y en el 2025 serán el 75% de la fuerza de trabajo mundial.
Los perfiles más buscados por las nuevas empresas que buscan eficiencia e innovación tienen que ver más con actitudes que con aptitudes. Las competencias técnicas quedan en segundo lugar en algunas posiciones estratégicas, frente a habilidades personales como la facilidad para vincularse, el coraje para afrontar cambios, el entusiasmo y la capacidad de auto motivarse, la facultad para enfocarse en lo que es importante. Además, una empresa que está comenzando necesita más "iniciadores" que "controladores".
Una vez que tenemos los talentos que necesitamos se inicia el desafío de retenerlos, pero retenerlos comprometidos. Los cuatro elementos claves para el compromiso son el propósito (sostenerlo y ser coherentes con esto), una sólida y dinámica propuesta de valor (salarios competitivos, beneficios, oportunidades de desarrollo, buen ambiente), mantener el foco en lo que es importante para el negocio y para la cultura, y la determinación de innovar en forma permanente.
Por último, sabemos que el ambiente físico impacta en la manera como nos sentimos y como pensamos, propicia las interrelaciones y la creatividad, entonces lleve la estrategia del negocio a los espacios, cambiando, reformulando y repensando las oficinas en función de las tareas y de la cultura que se quiera construir. Estando en el arranque es más fácil comenzar proponiendo espacios diferentes.
La cultura se construye desde el primer día con cada cosa que hacemos, aún si no nos proponemos o no lo propiciamos. Podemos dejar que esto ocurra a azar, o podemos entender lo cultural como estratégico, y así, diseñarlo, planificarlo y cuidarlo. Como sea, la cultura que se genere impactará en la empresa, en las personas, en el negocio, en los resultados y en el futuro de la nueva organización.