BC-HBR-WAKE-UP-CALL-HUMANS-ROBOTS-NYTSF
Simon Caulkin
© 2015 The New York Times News Service
De: hbr.org
Distribuido por: The New York Times Syndicate
CONNECTING
En el impactante filme de Don Siegel (1956) "Invasion of the Bodysnatchers," un doctor de California se convence de que sus pacientes están siendo suplantados por réplicas alienígenas. Se ven iguales; pero, extrañamente, están ausentes emocionalmente. Conforme aquellos a su alrededor se convierten en sus descorazonados imitadores, es el frenético doctor quien parece loco. "Relájese, no lo combata," le aconsejan – ¿Qué no puede ver que es más fácil, simple –mejor- vivir en un mundo sin emociones descontroladas y sin todas las desordenadas desventajas de la humanidad?
La película se ha interpretado de diferentes formas, pues en eso consiste la belleza de las imaginativas creaciones humanas. Sin embargo, viéndola ahora, una lectura aparece por encima de cualquier otra: la amenaza contra la humanidad no es la infiltración comunista o la de derechas (el filme se estrenó cuando la guerra fría estaba en pleno apogeo), sino la tecnología –particularmente la tecnología digital, cuyas seducciones facilitan la merma de humanidad que el doctor observa en sus pacientes.
Para tomar solo tres ejemplos:
— Deshumanización. La nueva tecnología en los lugares de trabajo posibilita un grado de control sin precedentes sobre la vida laboral (y a veces incluso sobre la privada) –la historia del New York Times acerca de las difíciles condiciones de trabajo en las oficinas de Amazon es un ejemplo reciente.
— Pobreza en la Atención. "Una riqueza de información crea pobreza de atención," dijo Herbert Simon, mucho antes del actual tsunami de información basado en las computadoras. Para dar lo mejor, los seres humanos necesitan enfocarse, tratar un tema a la vez y reflexionar profundamente. Sin embargo, el espacio para el "pensamiento lento," usando el término de Daniel Kahneman, ha sido sistemáticamente expulsado de las oficinas de alta presión de la actualidad.
— Cosificación. Cada vez más partes de las vidas humanas son publicitadas y cosificadas en las plataformas tecnológicas. Casa y vehículos vía Uber y Airbnb; detalles médicos y personales, gustos y preferencias, están a la venta a través de las redes sociales.
¿A dónde lleva todo esto?
Nadie disputa que en su persuasividad y casi inimaginables implicaciones, la revolución digital supera todos los episodios previos de avance tecnológico. Transformando frente a sus ojos a los modelos de negocio, a las industrias y a economías enteras. Para bien o mal, la inteligencia de las máquinas no dejará sin influir ningún espacio de la existencia humana.
Sin embargo, el para qué se emplea la tecnología es una elección. Combinar las mismas herramientas digitales, con diferente tecnología gerencial, resultaría en resultados diferentes. No es difícil imaginar plataformas de persona a persona, dedicadas a fines médicos o sociales, o un internet que ponga a los individuos a cargo de su propia información, permitiendo un manejo de la relación hacia los vendedores en lugar de solo hacia los compradores.
¿Es esto probable bajo los incentivos actuales? Considere una cita del fundador de una nueva empresa de producción alimenticia, incluida en el libro "Rise of the Robots" de Martin Ford: "Nuestro aparato no está hecho para hacer a los empleados más eficientes, sino para eliminarlos por completo."
Ante la insistencia del estudio, Siegel dejó un final ambiguo para su película –al igual que lo es el nuestro. Sin embargo, a diferencia de las esporas espaciales de "Invasion" los agentes de cambio de la actualidad –gerencia reduccionista de la era industrial y tecnologías digitales– y sus efectos deshumanizadores son reales: Ya están aquí.
Ya sabemos que en términos de simple poder de procesamiento, la carrera contra las maquinas es una competencia que los humanos no pueden ganar. Por eso, más que nunca, nosotros –y los gerentes en particular- necesitamos entender lo que significa ser quien Peter Drucker en "Post-Capitalist Society" llama "una persona educada" en la era de las máquinas: Alguien que vive en el presente, pero lo modula recurriendo a la gran tradición acumulada en el pasado.
(Simon Caulkin es un escritor y editor, que fue el columnista sobre administración para The Observer durante 16 años.)