Brasilia, Brasil | AFP
Luego que Dilma Rousseff vació su despacho en el palacio de gobierno y se lo cedió a su archienemigo Michel Temer, concluyó el traumático traspaso de poder en Brasil. Pero quedaba una cuestión por resolver: ¿qué hacer con los retratos de Rousseff colgados en las paredes del palacio gubernamental de Planalto? El viernes, apenas 24 horas después de que la mandataria apartada abandonara la sede del gobierno rodeada de sus colaboradores, la respuesta inicial parecía ser quitarlos. A primeras horas de la mañana, un empleado de mantenimiento se esforzaba para retirar una fotografía especialmente grande de la mandataria del departamento de Comunicación.
El diario Folha de São Paulo publicó por su parte en su sitio web una imagen que mostraba pequeños retratos de Rousseff con la banda presidencial apilados en una mesa. Pero hacia el mediodía, el nuevo gobierno de Temer –que por entonces ya lidiaba con acusaciones de ilegitimidad, así como con la responsabilidad de enderezar el rumbo de la economía– tranquilizó a la opinión pública. Rousseff, pese a todo, sólo está suspendida por seis meses mientras el Senado le realiza un juicio político por supuesto maquillaje de las cuentas públicas. Eso significa que Temer, que ha sido su vicepresidente durante cinco años y medio, asume inmediatamente el poder de forma interina, pero el puesto sólo será enteramente suyo si la mandataria es hallada culpable y destituida finalmente.
Mientras los rumores sobre el drama de las fotografías se iban expandiendo, el jefe del nuevo gabinete, Eliseu Padilha, afirmó en conferencia de prensa que el propio Temer había intervenido en el asunto. "Los retratos de la presidenta no van a ser reemplazados en ningún edificio de la administración", aseguró en la misma sala de Planalto donde justo un día antes Rousseff daba su mensaje de despedida. Temer "entiende que por ahora su gobierno es temporal", añadió.
"Es preciso tener respeto. Está suspendida, pero sigue siendo presidenta", había afirmado el nuevo mandatario interino en la primera entrevista que concedió en el cargo, a la revista Época.
No se atreven
a descolgarlos
El asunto es sensible porque Rousseff ha calificado en numerosas ocasiones a Temer como el "jefe conspirador" que urdió su proceso de impeachment para hacerse con el poder antes de la mitad de su segundo mandato. Forzarla a salir del gobierno para afrontar un juicio en el Senado era una cosa, pero descolgar sus retratos, como decidiendo de antemano que nunca va regresar, era otra.
Después de la declaración del gobierno sobre el mantenimiento de las imágenes de la presidenta ausente, los nuevos funcionarios insistían en que nunca tuvieron otra intención. Aunque en las entrañas de Planalto, donde las oficinas se suceden por los pasillos, persistía la confusión. 2Lo que hemos escuchado es que alguien vendría a recogerlos, pero que los pondrían en un lugar seguro hasta que se sepa si ella regresa", afirmó un empleado del gobierno, bajo la condición de anonimato.