Por Antonio López
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El clima político en el país no está pasando por un momento tranquilo. El ambiente, aunque aún no estamos próximos a una elección nacional, es tenso, e incluso se puede hablar de asesinatos, de amenazas de muertes, entre otras cosas, situación que no es para nada tranquila. Si bien los hechos que voy a mencionar no son de ayer, ni de antes de ayer, ocurrieron en los últimos días del pasado mes de abril y primeros de este mes, por lo que es sí un signo preocupante.
Hacia finales del mes pasado, fue asesinado a tiros el intendente de la ciudad de Tacuatí, San Pedro, Ramón Carrillo (ANR). Llamativamente pasado unos días, fue detenido el concejal municipal de la misma ciudad, el también colorado Alfredo Sosa Riella, como uno de los sospechosos del crimen.
A estos hechos hay que sumar lo ocurrido semanas atrás en la comuna de Cuidad del Este, Alto Paraná, donde hubo un cruce de acusaciones entre el concejal municipal independiente Celso Miranda ("Kelembu") con la intendenta municipal, Sandra McLeod de Zacarías (ANR); el edil denunció una supuesta amenaza de muerte contra su persona por parte del clan Zacarías. En el mismo sentido, corrieron las versiones (no confirmadas) de que el presidente de la Junta Municipal de dicha ciudad, Juan Carlos Barreto (ANR), también habría sido amenazado mediante una llamada telefónica. En contra partida, McLeod, al negar haber amenazado de muerte a Miranda, acusó al mismo de amenazar a su familia.
Y también es importante añadir otro caso ocurrido en el Alto Paraná, donde fue asesinado a puñaladas el concejal suplente de Presidente Franco, Rogelio Penayo (ANR). No obstante, y por las informaciones preliminares, este caso estaría más relacionado con cuestiones del narcotráfico.
Tres casos puntuales, pero que pintan en cierta forma que no todo está tranquilo. Son tres casos puntuales, es cierto, pero a los que suman otros quizás menos agresivo, menos violento, incluso dentro del marco de las internas de los distintos partidos políticos (ejemplos claros se pueden ver en la ANR y el PLRA), pero que pintan que el ambiente político está entrando en una etapa de tensión.
Y qué bien vendría al país que vaya bajando ese clima de tensión que va asomando en las esferas políticas. En este momento es fundamental que las aguas se tranquilicen, que hayan disputas políticas sí, pero que las mismas se enmarquen dentro del respeto que se merecen cada uno de los contendientes. No se puede prohibir, exigir o como quieran llamar, "peleas" por cargos de poder, pero estas tienen que estar directamente relacionadas a esos cargos, no a nivel personal, donde ya entran a jugar asesinatos, amenazas de muertes u otro tipo de acciones que rozan la violencia.
No estamos en las cercanías de unas elecciones nacionales, eso está claro, por lo que con seguridad los casos mencionados al inicio de esta columna tienen que ver con cuestiones políticas a nivel regional, hecho que no significa que no se le deba prestar mayor importancia. No, al contrario, cualquier cuestión de este tipo, en la ámbito o la zona del país que sea, deberá ser mirada con preocupación, ya que no se puede dejar crecer la violencia en ninguna de sus formas.
Es por eso que es conveniente que todos los sectores políticos hagan una mirada profunda hacia el interior de los partidos a los efectos de poner paños fríos al ambiente y de esa forma evitar que la temperatura vaya creciendo con el riesgo de que en algún momento ya sea imposible parar la fiebre.