Impacto económico, social y ambiental; tres elementos que definen el éxito en una empresa B. Este modelo innovador que busca cambiar la forma de hacer negocios, intenta abrirse paso en nuestro país apostando por el desarrollo.
Por: Micaela Cattáneo
@mariamicactt
Cuando hablamos de empresa, lo primero que se nos viene a la mente es la imagen de una inmensa construcción, en donde hombres y mujeres trajeados trabajan por un objetivo en común: ganar dinero. Una empresa B, por el contrario, pretende redefinir el concepto del éxito, identificando al mismo con la obtención de una triple línea de resultados en el mercado: económico, social y ambiental.
Las empresas B no sólo emprenden un negocio con la idea de tener un balance económico positivo cada año, sino también para hacer que su organización sea parte de alguna solución a los problemas sociales y ambientales de su comunidad.
Aquí podemos hablar de Gramo, una plataforma de charlas en la que se "comparten ideas del Paraguay del mañana que se están gestando hoy", como se define en su página. O de Trampolín, que promueve concursos de innovación social.
En ambos casos, se trata de iniciativas desarrolladas por Koga Impact Lab. Esta empresa paraguaya funciona como una incubadora de proyectos y empresas sociales, y es la primera en conseguir la certificación B en el país.
"Una empresa B amplía su deber fiduciario. Esto quiere decir que la misma es responsable de generar mayores beneficios a sus accionistas; pero así también, a sus empleados, a su sociedad y al medio ambiente", explica Bruno Defelippe, director ejecutivo de Koga.
Además destacó que al incluir a todos, "la empresa tiene la oportunidad de blindar sus propósitos y asegurarse de que no se pierda el norte. Siempre es una mirada integral".
Para entender mejor este nuevo concepto, hay que ir hasta los orígenes de esta estructura global. En el año 2000, los creadores de la heladería Ben & Jerry's -Ben Cohen y Jerry Greenfield- recibían una millonaria propuesta de una multinacional para comprar la empresa.
En un principio, los socios fundadores rechazaron la oferta, argumentando que ellos querían continuar con su independencia para crear una empresa sostenible, que esté comprometida con su comunidad, y sobre todo, con sus trabajadores; principios que no estaban relacionados con el propósito de la multinacional.
Sin embargo, un fallo judicial obligó a los dueños a vender el comercio, ya que en Estados Unidos se vivían momentos en donde la prioridad tenía foco en la maximización de los beneficios de los accionistas de una empresa. En síntesis, no pudieron demostrar que en su proceso de producción se pudiera generar más dinero que el ofrecido por la contraparte.
Tiempo después, otros dos empresarios norteamericanos tomarían esta experiencia para desarrollar un nuevo modelo de compañía. Así fue que Bart Houlahan y Jay Coen, propietarios de ADN1 (tienda de ropa deportiva de basquetbol), luego de recibir una oferta parecida por parte de American Sporting Good, decidieron crear un sistema que permitiera certificar bajo el concepto de Benefit Corporation -de ahí el nombre de "empresas B"-, a las empresas que combinaban el lucro con la responsabilidad social y medioambiental.
Desde Chile, María Emilia Correa, Pedro Tarak, Gonzalo Muñoz y Juan Pablo Larenas quisieron importar este concepto a Latinoamérica, y fue así que en el 2012 vieron nacer al Sistema B, una de las primeras organizaciones regionales en promover la certificación de empresas que persiguen ese triple impacto positivo para su sociedad. Hoy en día, la misma cuenta con varias sedes en países de Sudamérica.
"Este movimiento busca plasmar el concepto de una nueva economía; compiten como toda empresa, pero sí entienden que una nueva manera de operar es colaborando", refiere Santiago Campos Cervera, coordinador de Sistema B en Paraguay.
Potencial B
La experta en emprendimiento social en Corea del Sur, Silvia Jung, luego de un año de trabajar en el país oriental, volvió con su hermana a Paraguay para abrir una empresa donde ambas pudieran fusionar sus pasiones: las empresas sociales y el café. Así nace Mary's Coffee House, negocio al que desean convertir en Empresa B a través del comercio justo, la apertura de escuelas de barismo y las prácticas que protejan el medio ambiente.
"Dar continuidad y sostenibilidada los modelos económicos sociales es imprenscindible para que en la sociedad civil exista una percepción correcta acerca de este tipo de empresas", escribía Silvia en su artículo sobre Emprendiento social en Asia.
Por otro lado, tenemos a Eneache, empresa local que está a tan sólo unos pasos de lograr su certificación. Esta marca se enfoca en asesorar y vestir con tendencia al mundo corporativo y a las personas que buscan ropa para ir a trabajar. Sin embargo, su objetivo principal no se limita a lograr buenos negocios, sino que además abarca el poder generar trabajo a personas en situación de vulnerabilidad.
Se trata de "un modelo transformador de personas y realidades", señala Natalia Hiestand, propietaria del local. Esto se traduce en acciones continuas como dar trabajo a las mujeres del Buen Pastor, organizar talleres de costura para las mujeres del Bañado Sur y capacitar a los jóvenes de las comunidades más pobres de la ciudad para que puedan conseguir trabajo.
"Como empresarios estamos llamados a generar riqueza con responsabilidad y afán de compartir el don del trabajo con nuestro entorno, ayudando al desarrollo de todo el equipo y ofreciendo al cliente un producto con sentido y significado", puntualiza.
Transformar la realidad
"Las empresas sociales no compiten por ser las mejores del mundo, sino para el mundo", dice el lema de las B Corps. Y aunque tan sólo una preposición cambie el sentido de la frase, la efectividad de estas compañías hace que sean las mejores del y para el mundo.
No hay rubros específicos para una empresa B, porque la idea es justamente trabajar desde todos los ámbitos. Por ejemplo, Natura, empresa brasileña que fabrica y comercializa cosméticos, utiliza un método de producción sustentable que consiste en la extracción de ingredientes naturales de manera responsable. Además, trabaja con las comunidades locales para promover la innovación ecológica en el proceso vital de sus productos.
También se pueden citar empresas como Patagonia en Argentina, dedicada a la producción de ropa para deportes extremos con algodón 100% orgánico. O Karun, en Chile, compañía que fabrica lentes con redes de pesca y madera. Actualmente, existen 1674 Empresas B en 48 países del mundo, cifra que pretende ir en aumento.
¿Cómo se certifican?
El primer paso es la autoevaluación, la cual comprende aproximadamente cien preguntas que abarcan cinco áreas de la empresa: gobernanza, modelo de negocios, prácticas ambientales y laborales. ¿Dónde se realiza? En www.sistemab.org, y además, es gratuita. "Es una hoja de ruta que te permite ver cómo podés mejorar y acercarte más al concepto de empresa B", resalta Defelippe.
Luego, en B-Lab evalúan las respuestas y contactan con el interesado para informar sobre el puntaje. Para la certificación, es necesario hacer un cambio de estatuto, en donde se debe considerar a los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente como parte vinculante en la toma de decisiones.
Una vez certificadas, queda el último paso: pagar. Se realiza de manera anual, y el monto depende de la facturación obtenida por la empresa durante el año.
El rol del gobierno
Más de un lector podría estar preguntándose: ¿Por qué las empresas deberían liderar una función que generalmente debería ser cumplida desde el Estado? La respuesta a esta interrogante engloba el cambio de paradigma que se plantea desde la B-Corps.
Como decíamos al inicio de la nota, la percepción que se tiene sobre cualquier empresa convencional es la de ser una estructura que lo único que quiere es ganar dinero. Por ende, esta visión plasmada en el imaginario colectivo, excluía el interés que las mismas podrían tener en generar un bien económico, social o ambiental.
Y más allá del aporte que las empresas podían otorgar con donaciones a oenegés o planificando proyectos desde el concepto de la RSE (Responsabilidad Social Empresarial), nunca se planteó que estas fueran parte de la solución a los problemas que se presentaban en la sociedad.
"La empresa B es una alternativa", comenta el director de Koga, y continúa: "Lo que hay que entender es que hay demasiadas alternativas, y que si no nos sentimos parte de la solución, somos parte del problema. Nadie puede excluirse de la búsqueda de solución a estos problemas".
Por otro lado, Silvia Jung de Mary's Coffe, declara que el papel del ente estatal para el desarrollo de las empresas de esta índole es importante. "El gobierno debe proteger la permanencia de estas empresas, para que sobre todo haya una libre competencia de productos", señala.
Que la frase "Por un mundo mejor" no quede simplemente plasmada en letras de canciones. Desde el lugar en el que estemos, debemos cuidar a nuestro planeta, y edificar progresivamente el bienestar de cada habitante. Porque al fin y al cabo, hacer eterno este hogar es tarea de todos.